(“LA GACETA DE SALAMANCA“, domingo 6 de abril 2014)
No cabe duda: “Monsieur le présidente de la République” está en racha, primero se le va su chica, luego huye la amante, más tarde le abandona el electorado y para remate aparece su ex en el Elíseo. Y todo en apenas un mes. No hay horas de consulta de sicólogo para consolar sus miedos, sólo le falta aparcar su coche en el carril bus de los Campos Elíseos, bajarse a sacar dinero a un cajero automático, y que le cacen como a Esperanza Aguirre unos agentes de la “movilité”.
Nos enseñaba Zorrilla en “El Tenorio” que los fantasmas siempre vuelven, y con mayor motivo si has sido en vida un Don Juan, así que ahora le toca aguantar las miraditas de Ségolène Royal en las reuniones del Consejo de Ministros, algún almuerzo oficial y que le pase notas diciendo que lo ve muy estropeado, treinta años de cama compartida dan para estas y otras confidencias. Lo del electorado se lo encarga a Manuel Valls que tendrá que convencer a los votantes socialistas que han huido a las montañas porque no pueden soportar una línea política tan meliflua. Hollande fue elegido como la gran esperanza socialdemócrata que iba a acabar con el poderío de Merkel en Europa plantándole cara desde argumentos de izquierda, y lo que nacía proyecto tigre se quedó en gato de salón. Hollande era quien iba a poner cabeza a la presidencia de la República que Sarkozy había dejado tocada por sus devaneos con la Bruni y se enredó en un lío de faldas que le obligaba a salir de Palacio en moto como si fuera un repartidor de pizzas, (algo muy poco honroso para la más alta magistratura de Francia, ¡qué hubiera dicho De Gaulle!).
El resto de mandato que le queda lo tiene bastante crudo, está condenado a ser un personaje de portada de la revista satírica “Le Canard Enchainé” porque cada día se le está poniendo una mayor cara de angelote de cuadro con Virgen subiendo al cielo. Al menos tendrá que cambiar de gafas para comenzar una renovación de imagen que se presenta urgente para él, y para sus asesores se ha convertido en operación imposible.
Las rachas sentimentales no tienen fin, si ahora ha reaparecido la madre de sus cuatro hijos más tarde puede asomar Julie Gayet en una película sobre el Elíseo. Entonces la moto, el casco, las pesadillas, la cara de pena de Valérie Trierweiler, las urnas y hasta unos cruasanes caducados se unirán sobre su cabeza en singular tormenta de miedo/pavor/angustia. Y, salvo que tenga pitorro de salida como una olla exprés, puede dar un reventón de mucho cuidado. Cruel destino el suyo, “je suis désolé” amigo presidente pero usted debe estar hecho unos zorros del Pirineo, por ejemplo. Hay siglos de no levantar la cabeza, la tête.
Compartir: