(“ABC“/MADRID, domingo 10 de febrero 2013)

Ya lo decía el capitán Renault en Casablanca: “¡qué escándalo en esta casa se juega!”, (después de trincar un sobre con su oportuna comisión por hacer la vista gorda). Usted, míster A, no se preocupe porque aquí somos muy mirados para algunas cosas y muy laxos con otras. Ese toque puritano que nos sale para defender la integridad de nuestras tierras es sólo un achaque de hidalgo viejo arruinado, en realidad aquí ya tenemos gánsters, putas y mafia como para estar en la Champion pero mire usted por dónde nos ha entrado un pudor de casino.
Conste que me hubiera gustado más que se instalara una sucursal de la Universidad de Harvard, o la NASA II, pero con el nivel de que proyectamos al extranjero ya nos podemos dar con una ficha de la ruleta en los dientes. Hidalgos viejos parecemos, insisto, que se asustan ante el declive del imperio cuando en su casa no hay cristales y el frío y los murciélagos se cuelan por las estancias del caserón. Aquellos que critican los puestos de trabajo de mala calidad que miren la reforma laboral y evalúen qué es peor: si mantener la dignidad a toda costa o romper el cerco del hambre empleándose en cualquiera de las oportunidades de negocio que pueda desarrollarse al abrigo de Eurovegas.
También extraña la revolera que ha entrado con el tabaco, supongo que a su edad le debe dar igual fumar o que le fumen cerca. Usted míster A debe creer en las bondades del tabaco lo mismo que Hugh Hefner en el amor, (el magnate de Play-Boy se casó este verano con una “conejita” sesenta años más joven que él). Aproveche la ocasión que no está la ministra de Sanidad para decir que no. Ese vicio del tabaco también lo tenemos, (aquí hay de tó, míster A).
De momento la asistencia a Eurovegas no es obligatoria, tampoco se plantean visitas de colegios, ni charlas de ética en los salones de sus hoteles. Usted viene a hacer negocio, no a fundar conventos, pues de eso se trata.

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