(“Las Provincias“/ VOCENTO, martes 19 de junio 2012).
No es nadie Cascos, para pasar a la posteridad ha elegido al mejor pintor español, Antonio López. Cascos le encargó al mejor pintor vivo un retrato que colgara de las paredes del Ministerio de Fomento y es ahora cuándo llega la factura cuándo nos enteramos de que la obra ha costado ciento noventa mil euros, todo un despropósito. Más que un cuadro lo que Cascos ha encargado es una escultura, quizá la última, de la España del pelotazo que pasó a mejor vida porque poco queda por rascar.
¿Hacía falta que quién fuera todopoderoso ministro, y luego vicepresidente del Gobierno con Aznar, se hiciera un retrato tan caro? No hace mucho vivimos la experiencia que se tornó en escándalo cuándo el entonces presidente del Congreso, José Bono, le pidió a Bernardo Torrens que le hiciera un óleo por 82.600 euros, una cantidad que triplicaba la foto que se había encargado su antecesor Manuel Marín. Pues el ego de Cascos ha superado la marca de Bono y le ha pasado una factura al Ministerio que ahora preside Ana Pastor que ha dejado temblando las arcas que ya estaban bastante vacías. Nadie entiende cómo un interventor autorizó el gasto y cómo un político tiene la osadía de encargar la obra.
Por supuesto que esa es la tarifa de Antonio López y no tendría por qué rebajarla puesto que se trata de un cotizado artista que habrá dejado otros proyectos para captar el lado bueno de Cascos. Y, sin duda que el cuadro estará por encima del político que tampoco ha demostrado grandes dotes en la materia puesto que tras salir del Partido Popular tuvo un ligero paso por la presidencia del Principado. Tan rápido fue su transitar que no dio tiempo a que se secara la tinta de su tarjeta de visita. Ahora bien con este lienzo se asegura pasar a la posteridad puesto que la obra será reclamada cuándo se vuelva a hacer una retrospectiva del pintor de Tomelloso. Con el paso de los años se habrá olvidado la labor de Cascos en política, (a pesar de que quería quedar como el nuevo Jovellanos), y se le conocerá por aquel político que posó para un gran pintor.
También cabe preguntarse si hace falta que cada ministro que se marche nos deje una factura pendiente de su ego enmarcado al óleo. En la era digital hacerse un cuadro parece un contrasentido, o en todo caso búsquese a algún alumno aventajado de Bellas Artes, pero no resulta adecuado ir de cabeza al taller del Velázquez de la época como es Antonio López. Cascos se ha pasado varios pueblos y la deuda nos la transmite a los demás. Hay costumbres absurdas como ésta.
Teniendo en cuenta que es un retrato y que el ex ministro no va a pagar la factura se puede decir que Cascos quiere pasar a la posteridad por la cara, y lo va a conseguir con éxito.
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