(“EL BOLETIN“, viernes 24 de enero 2014)
Llevábamos unos años preguntándonos dónde estaba el brazo incorrupto de Santa Teresa, aquel que Franco guardaba en una urna de cristal junto a su mesilla de noche, y ha aparecido en el maletín del Ministro del Interior. Fernández-Díaz tiene la solución para estos “tiempos recios”: acudamos a Santa Teresa, según él es a la santa de Ávila a quién corresponde arreglar el estropicio que han hecho las diversas burbujas o la gestión desastrosa en bancos y cajas. Si Blesa lo estropeó Santa Teresa lo arreglará.
Nada hay mejor para solucionar una cagada humana que acudir a los oficios divinos. Fernández-Díaz nos retrotrae al reinado de Felipe II cuando se consolidaron los votos a los santos para pedir por diversas causas, por ejemplo San Gregorio, San Agustín y San Pantaleón los teníamos para interceder ante las plagas de langosta; Santa Águeda y Santa Brígida nos protegían del granizo, (tal y como nos cuenta William A. Christian, Jr en su obra “Religiosidad local en la España de Felipe II”). España se llenó de ermitas que recogían las súplicas de aquellos que tenían un problema en su gremio.
El ministro en lugar de ponerse tan culto podía haber acudido a una advocación popular que tiene verso: San Cucufato. Hubiera sido hermoso escuchar a un miembro del Gobierno decir: “San Cucufato/San Cucufato: los cojones te ato, si no me devuelves el empleo no te los desato”. Dicen que si esas palabras se pronuncian con mucha fe entonces el santo obra el milagro debido a la presión que recibe por parte de las alturas del cielo y de las apreturas en la entrepierna. No hay mas que imaginar la cara de Fátima Báñez apretando el nudo de San Cucufato.
La idea de un santo para cada cosa es magnífica porque nos sitúa de nuevo en tiempos de Felipe II aunque sin imperio. Si de éstas aparece Gallardón recomendando a San Antonio para las chicas que buscan novio entonces podríamos decir que hemos salido de la crisis con un recurso bien innovador. Si esto se lo cuenta Rajoy a Obama se hubiera quedado con el presidente de Estados Unidos: España sale de la crisis al adorar el santo por la peana. Somos unos tipos ingeniosos, sin duda, y a partir de ahora muy píos porque los tiempos serán recios pero a meapilas no nos gana ni Dios.
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