(“COLPISA/VOCENTO“, martes 5 de febrero 2013)
Se agradecería que el doctor Eufemiano Fuentes cargara con todas las culpas. En ocasiones hay que hacer un sacrificio por la Patria y quién mejor que el “doctor jeringas” para asumir que fue él quién dopó a Bárcenas, a Amy Martín, y a los responsables de las jubilaciones de oro en Andalucía. Sería, de nuevo, un pequeño paso para el hombre pero un gran salto para la humanidad.
España vista desde la prensa extranjera es un cúmulo de despropósitos, un gran homenaje a Dalí. Los relojes de las muñecas de Rajoy y Rubalcaba están derretidos como pintó el genio de Figueras. España de Buñuel sin Buñuel; de asalta caminos, de comisionistas, de constructores sin entrañas, y lo que es peor: sin ideas nuevas. El ciudadano asiste a la descomposición del régimen mientras sube el paro y los dos grandes partidos son incapaces de ponerse de acuerdo. Si Plinio viviera podría escribir que una ardilla puede cruzar sin tocar el suelo desde los Pirineos hasta Algeciras saltando de caso corrupto en caso corrupto.
Mientras el desempleo sube parece que a Rajoy le importa mas mantener a salvo la integridad de su ministra de Sanidad. Rajoy se ha echado encima la responsabilidad entera de un partido como quién defiende el honor de una estirpe. Nunca en democracia habíamos visto una apuesta tan elevada, solo con que apareciera un deshonesto en el PP faltaría a su palabra, (la misma que usó para reafirmar la integridad de Bárcenas hace unos años). Rubalcaba puede guardar un discreto silencio porque en Sevilla se da la reedición del milagro de los panes y los peces gracias al presupuesto de la Junta de Griñán.
La semana que viene comienza la cuaresma, dijo Cospedal que cada palo aguante su vela, (lo que se llama una metáfora de mantilla); pero los de la vela no son ellos, somos los ciudadanos. Quizá con un par de giros mas en el potro de tortura las velas se transformen en antorchas, llevadas por la ira puedan provocar no pocos sustos. La edad de la indiferencia ha quedado muy atrás.
Si Rajoy pierde el pulso caería su credibilidad, la del Gobierno y la del PP. Y lo que es peor: el agujero entre sociedad y clase política sería insoportable. Compartimos el mismo suelo pero la distancia aumenta; ellos con sus sobres y la sociedad soportando de manera “sobresaliente” un espectáculo de cloaca; con menos argumentos le dieron a Obama el Nobel de la Paz. Llega un momento en el que la saturación de espantos tapona las arterias que se infartan, a partir de ahí la sociedad está gravemente herida y sus reacciones son imprevisibles. Esta sociedad que ha pasado por todo y que despertó del siglo XIX al morir Franco, (bien avanzado el XX para el resto de Europa), se merece un mejor trato y un discurso coherente pero no en boca de los mismos de siempre. Renovación de caras e ideas, no perder un segundo en el sufrimiento de la señora Mato, hay cosas importantes que acometer, algunas demandan urgencia.
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