(“La Gaceta de Salamanca“, 1 de abril. 2012)
Por aquello de animar la economía que está peor que un “ecce homo” de los que saldrán a las calles esta semana santa, el Gobierno ha preparado una amnistía para que aflore el dinero negro. Resulta curioso porque ese dinero se debería perseguir y multar a quienes lo tengan pero se les premia con una amnistía fiscal que ya quisiera usted para su nómina.
El poder siempre ha sido muy generoso con los delincuentes de cuello blanco, la medida tampoco es nueva: en agosto de 1832 Fernando VII promulgó un indulto para aquellos bandoleros que quisieran “servir al rey y ser libres”. Entre los que se acogieron a la medida estaban El Venitas, El Lero y El Tempranillo. De esa manera se convirtieron de salteadores de caminos en respetables ciudadanos de pasado trabucaire que viene de trabuco, (¡pero eso a quién importa!). Gracias a esta nueva amnistía fiscal los nuevos cuatreros, biznietos de El Tempranillo y de El Lero pueden purgar sus pecadillos con Hacienda. Si es por reactivar nuestra economía bienvenida sea la propuesta pero si no se logra que aflore la cantidad presupuestada entonces habrá sido sólo una medida para beneficiar a chorizos blanqueados; resulta extraño que el Gobierno quiera revitalizar la actividad económica con unas pinzas, (para colocárselas en la nariz debido al hedor que desprenden).
En Europa dónde con tanto “cariño” nos siguen han recibido con alboroto la medida, tanto que los ministros de finanzas de Alemania y Francia han dicho que les parecía “chachipen”. Habría que matizar el entusiasmo de nuestros socios europeos porque a ellos no les han robado, ha sido a nosotros, pero tampoco es cuestión de aguar la fiesta cuándo el Gobierno está convencido de que sólo de esta manera vamos a salir del hoyo. El PSOE tampoco está para grandes críticas puesto que una de sus últimas decretos consistió en perdonar a un banquero, por lo tanto en cuestión de amnesias que se hacen pasar por amnistías andan a la par. Y lo hicieron sin ni siquiera esperar a las cofradías que en semana santa liberan a un preso siguiendo una Pragmática Real dictada por Carlos III, (hubiera sido un detalle contemplar la procesión del banquero con el capuchón y escoltado por el entonces ministro de Justicia, Francisco Caamaño, ¡nos lo perdimos, es imperdonable, lo sé!).
La cuestión es preguntarse si la amnistía al dinero negro convence a los españoles, no tanto a los ministros de Alemania y de Francia. A veces dan ganas de formular en alto aquella pregunta que se hacía Groucho: “¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?”. Sólo con el estudio de la vida de El Tempranillo y de Groucho se puede entender la economía.
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