(“EL BOLETIN“, jueves 27 de marzo 2014)
Ya decía Gila, que era un señor muy serio como recuerda David Torres en su última novela “Todos los buenos soldados”, que si no te gustaban las bromas te podías marchar del pueblo. Eso mismo, a otra escala y con otro acento es lo que les ha dicho la canciller alemana a los trabajadores comunitarios que estén desocupados en Alemania. Allí nada de aguardar “Los Lunes al Sol”, a tomar por puerta de embarque los que piensen vivir del no hacer nada en las calles alemanas, ni un parado de larga duración “unter der tilen” que es el hermoso boulevard de los tilos que se encuentra en Berlín.
Para residir en la locomotora de Europa se ha de tener acreditada la condición de amante de Wagner, comedor de codillo, bebedor de cerveza y todos esos tópicos que siempre estorban pero que ahora resultan muy prácticos. Yo creo que por eso Pep Guardiola se ha dado prisa en ganar la Bundesliga, no fuera a que le pusieran en la calle por falta de productividad. Hasta lo tendría complicado Goethe que según Pemán era un griego nacido en Alemania mientras que él era un gaditano nacido en Cádiz.
Creo que sería un acto de justicia responder a Alemania enviándoles a nuestros “ninis” y hacer la Isla de los Famosos en un castillo de Baviera; podríamos transportar a mini-Pantoja a que pariera sus siguientes vástagos en Bonn, y luego a los tertulianos de Sálvame de algo para que se pusieran a parir en programas cara al público que no les iba a entender nada. Detrás de los “ninis” llevaría unos vagones cargados de diputados y senadores que solo aprietan un botón, y también algún ministro de los que hace el avestruz cuando llegan las crisis de gobierno. Y, ¡faltaría más!, a los que ahora tienen la boca llena de lo que cerca que estuvieron de Adolfo Suárez cuando que recuerde el 23-F se quedó solo en el escaño, acompañado de Gutiérrez Mellado.
Aquí o tenemos todos ocho apellidos turcos o se rompe la baraja.
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