(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 5 de mayo 2013)
Dalí era un genio que también pintaba cuadros, en realidad era un talento porque supo inventarse y luego aprendió a transitar por un siglo que quemaba Europa hasta quedar convertido en estatua viva que cuidaba de sus bigotes en público pero que descansaba de su talento en privado mirando al mar.
El joven de Figueras llegó a la Residencia de Estudiantes de la generación de los García Lorca, Buñuel y Pepín Bello hecho un cursi petimetre y acabó entronizado en vida como le ocurrió a Picasso con el que tanto tuvo que ver hasta cuando se distanciaron: “Picasso es español, yo también; Picasso es un genio, yo también. Picasso es comunista, yo tampoco”, (aunque en sus primeros años en París Dalí fue del PCF y de tal manera aparece en uno de sus autorretratos de línea cubista en el que figura un ejemplar de “L´Humanité”). La exposición del Reina Sofía de Madrid es una de las muestras de la década que debería estar entre las cosas que son necesarias contemplar para entendernos mejor, ahí tenemos claves del siglo XX español que nos hacen falta. Desde Philadelphia ha llegado el cuadro “Construcción blanda con judías hervidas” en el que actualiza al Saturno de Goya devorando a sus hijos; Dalí supo ver una premonición de la guerra civil que posteriormente sería confirmada. Las judías hervidas gritan el estruendo de voces que se escuchaban en las calles en 1936. Ese cuadro vale una exposición por sí mismo.
Quiso ser Rafael porque le gustó su cuello en un retrato pero no se conformó con ser un clásico y hasta que no le echaron de la Academia de Bellas Artes de San Fernando no empezó su camino rupturista y memorable. Entendió tan bien el poder de los “mass media” de los años cincuenta que en su cruzada por la modernidad se adelantó a Andy Warhol. Y para eso derritió cucharas y relojes hasta convertirlos en objetos que cuelgan de las ramas en un paisaje transitado por elefantes de patas de jirafa. A Dalí mas que con una audioguía se le entiende desde “El Jardín de las Delicias” de El Bosco, de esa manera uno puede acercarse al laberinto sin caer en el vértigo de la creación exagerada.
Todo eso cabe dentro de una biografía confusa que remata siendo distinguido como marqués por Franco. Darse una vuelta por el secreto de Dalí sin necesidad de comprenderlo, tan sólo de vivirlo, nos saca de una actualidad bastante triste comparada con cualquiera de sus cuadros. La encuesta del CIS habla de políticos tuertos y otros que están ciegos; la exposición de Dalí se refiere a algo de mayor trascendencia, (judías hervidas), al alcance de nuestra mirada que se asombra y engrandece.
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