(“EL BOLETIN“, 7 de noviembre 2013)
Aznar vuelve, (nunca se ha ido) pero esta vez con la segunda parte de sus memorias que le sirven igual que la primera para ajustar cuentas con el pasado y regañar a alguno de los presentes. Cualquier excusa es buena para dejar en evidencia a Rajoy porque según Aznar no le gusta cuando dice que “llueve mucho” pero sí lo reconoce al defender la Constitución ante Montilla en el Senado. En realidad da igual lo que haga Rajoy porque lo que cuenta es que Aznar cree que sigue mandando en el PP y sus mensajes están destinados a llegar a un partido en el que hoy se reconoce poco. Es cierto que cuando se deja el poder igual uno cree que le seguirán llamando pero no siempre es así.
Lo de Aznar con Rajoy es una turbia relación que nos dejó una imagen pavorosa en el Congreso de Valencia: pasó a su lado cerca de la tribuna y no le estrechó la mano; luego cogió un avión que le había traído desde Madrid y ahí se acabó todo. Fue como el cometa Halley, vistoso cuerpo celeste que pasa cerca de la tierra cada cierto tiempo pero que no le llega a rozar.
La cuestión es saber qué hay de “aznarismo” en el PP y no parece que quede mucho, eso corresponde a la labor de zapa que ha llevado adelante Rajoy de manera silenciosa pero muy hábil. Se podrá decir de él que es lento para tomar decisiones pero para quitarse de encima a los náufragos de Aznar se las pinta solo, (Acebes y Zaplana). Si Aznar presume de haber creado un proyecto para “modernizar España”, (que por supuesto se cargó el muy torpe de Zapatero), Rajoy podría presumir de otro proyecto para “normalizar el PP” aunque fuera a rastras de lo que la sociedad demandaba, algo lento estuvo con la defenestración de Bárcenas y absolutamente pasota con la Gurtel valenciana que le ha terminado de estallar en aquella televisión que pervirtieron Bigotes & Cia.
Pero no es Rajoy quién presenta sus memorias, tampoco se le ve con ganas de hacerlo cuando deje el poder porque se sabe que es hombre que vale mas por lo que calla que por lo que habla en el BOE. No podría competir con la intensidad del relato de Aznar, no tienen las mismas armas dialécticas.
Es Aznar quién aflora como justo estadista, modélico presidente del Gobierno, conquistador de Perejil y poseedor de los abdominales mas impresionantes que puedan lucirse. Y todo en una sola persona. Si esto no es vanidad que venga Lara y le pague una tercera entrega de memorias.
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