(“COLPISA/VOCENTO“, 3 de abril. 2012)
RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS.- Bien pensado no hay otro momento mejor para que afloren las penitencias que la semana santa cuándo se permite salir a la calle con el capirote y uno se puede acercar a las imágenes por muy pecador que haya sido, da igual. Uno puede haber tenido pasado de jeta evasor, de bucanero de los paraísos fiscales que en realidad son “fecales” en tanto en ellos flota el dinero negro, pero en esta semana santa encontrará una vía de perdón que le ofrece el Gobierno, (siempre y cuándo esté dispuesto a dejar de ser un pirata y a abjurar del código de los bucaneros).
El Gobierno pone todo tipo de facilidades para que aflore el dinero oculto, otra cosa es que el delincuente fiscal esté dispuesto a dejar de serlo y quiera cambiar su procelosa vida por un lugar bajo la luz de los impuestos, ¿a cambio de qué?, ¿cuál es el paraíso prometido? Es una tarea ardua la del Gobierno porque ya se sabe que siempre hay quién está dispuesto a dejarse condenar en el fuego eterno antes que a ponerse en paz con Hacienda; los hay recalcitrantes en el pecado, contumaces en el error e instalados en la defraudación perpetua siempre tan rentable. Nunca lo van a tener más cómodo, si son buenos hasta Montoro asomado al balcón les puede cantar una saeta.
Sin quererlo, (o tal vez sí), Rajoy quiere competir con la Antigua Pontificia y Franciscana Hermandad del Santísimo Cristo de la Fundación y Nuestra Señora de los Ángeles, conocida en Sevilla como “los Negritos”. Puede que Rajoy compita con ellos en número pero no en antigüedad, ni en fervor porque “los Negritos” ya eran Hermandad antes de que se mandara construir la catedral de Sevilla, (que ya es decir).
Colocados por tramos, como corresponde a los penitentes, los defraudadores pueden formar una cola que llegue desde el cerro de Los Ángeles, centro geográfico de la Península, hasta la puerta del Mc Donald´s de la Plaza Roja de Moscú. Otra cosa es que todos ellos estén dispuestos a vestir la túnica y caminar descalzos por la carrera oficial, más bien parece lo contrario, aquel que está acostumbrado a vivir en la ilegalidad no le encuentra satisfacción a pagar impuestos. El camino del mal siempre estuvo más transitado y lleno de holgazanes que no muestran arrepentimiento, ¿para qué van a cambiar si en el mal les “va muy bien”?
Está por ver que el Gobierno consiga que afloje la voluntad de los defraudadores. Rajoy espera enviarle un vídeo de la cofradía de “los negritos” a Ángela Merkel, lo tiene complicado. Aquellos que viven en la ilegalidad suelen mostrar alergia al arrepentimiento y huyen del incienso, no van a cambiar de actitud por bonita que el Gobierno les prometa que ha de ser la túnica. Seguirán siendo “negritos” sin hermandad.
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