(“La Gaceta de Salamanca“, 28 de julio 2013)

Después de ochenta kilómetros de recta una curva cerrada, con difícil peralte y con unas balizas que no avisan a tiempo. Llevamos días pegados a esa puñetera curva de A Grandeira en la que descarriló el Alvia y tenemos encogido el corazón por la catástrofe. La vida, (como una vía), transcurre entre raíles y nunca sabemos dónde está nuestra curva pero esa que vemos tantas veces repetida es la que nos quita el sueño. Uno piensa en la angustia de los heridos, en los gritos de los padres preguntando por sus hijos, en otras voces que se ahogaban, en los moribundos que situaban en el suelo, (en principio medio desnudos pero luego tapados con mantas). Es emocionante ver la reacción inmediata de los vecinos que no dudaron en acercarse al peligro para romper las ventanillas del tren y prestar ayuda, o en las colas de donantes que daban vueltas a los hospitales de Santiago.
Y frente a esa España que reacciona y se moviliza tenemos otra que todo lo que no sabe lo convierte en tertulia. Esa España de la opinión fácil y el tiro al pichón ha encontrado en el maquinista a la persona culpable de todos los males: de la velocidad, del trazado, de la curva y hasta de los retrasos planteados por los diferentes ministros de Fomento que han sido. Si fuera por ellos le montaban al maquinista un juicio de Nuremberg en cinco minutos sin abogado defensor porque no vamos a perder el tiempo en tonterías. Así somos. Acelere la ministra Ana Pastor esa comisión antes de que terminen de poner la soga sobre el olivo esta caterva de libres pensantes.
Uno cuenta los accidentes como los ha vivido, en ese tren se me ha ido un querido colega y excelente amigo: Enrique Beotas. Enrique era de esas personas que siempre tenían una palabra amable, de los que coleccionaban anécdotas divertidas, de los que veía el mundo en clave positiva, un enamorado contumaz de la radio hecha desde la creación y el sello propio, me refiero a “La Rebotica” que durante años ha emitido el pulso semanal de lo que ocurría buscando la complicidad con el oyente. Beotas era un ser entrañable que no debía haber terminado nunca en esa curva. Me duelen las imágenes con los heridos porque pienso que a sus familiares les tiene que doler tanto como a mí la idea de no volver a chalar con Enrique Beotas.
Con todo el tren es el medio de transporte mas seguro y nuestra apuesta por la alta velocidad es una de las claves del desarrollo económico. Pero a veces hay una curva y en ella se estampan nuestros amigos y se nos pone el ánimo otoñal cuando tocaba Día del Patrón en Galicia. Santiago apóstol: haga usted el favor y no cierre España, bastaría con que la acogiera y mimara un poco.

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