Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Estimado alcalde de Pozuelo, Jesús Sepúlveda: bien está lo del hermanamiento y el diálogo de civilizaciones, estupenda la idea de estrechar lazos e inmejorable el punto exótico pero: ¿qué se le ha perdido en Xicheng? (según se entra en Beijing la segunda rotonda a la izquierda -allí hay pocas salidas a la derecha-).Su vecindario anda pasmado con el viaje y con la corte de afines que le acompaña; a su lado Marco Polo era un boy-scout asustado por la oscuridad del campamento. Si hay que ir a la China pues se va, lo que no se entiende bien es qué puntos en común tienen Pozuelo y Xicheng aparte de algún restaurante de comida oriental y de compartir los atascos de toda gran capital. Sin ser un experto en geoestrategia mundial a nadie se le escapa que las costumbres de Pozuelo y las de Xicheng tienen mucho en común, ¡por la punta del Pirulí!, (por ejemplo).
Hermanamientos anteriores tenían más sentido: Issy-les-Moulineaux, en Francia, o Poznan, en Polonia. Si busca el lado exótico del viaje desde luego que se lleva la palma y el premio Marco Polo del Año, y en puntos de vuelo ni le cuento; después de esto le sale un fin de semana en Canarias de lo más apañado. Hay quien piensa que siguieron el método de hacer girar un globo terráqueo y allí dónde se paró la inercia de la esfera pusieron el dedo.Si continúan con ese juego de ruleta de la fraternidad van a terminar hermanados con el atolón de Kwajalein, el mayor del Pacífico. Seguro que ya han preguntado combinaciones de avión para llegar en un periquete.
Viaje a la antigua usanza: sin saber la fecha de regreso. Más que viaje parece un exilio a voluntad, un quitarse de en medio, un gesto de fuguilla al amanecer. Si piensan hacer el regreso en moto d’agua (como Alvaro de Marichalar) tengan en cuenta las corrientes que les sean favorables; las embarcaciones de Kitín Muñoz son muy costosas de ensamblar y la madera está muy cara.En todo caso den la voz al enfilar la última recta del Manzanares a bordo de la nao Mata Rangi IV, para que vecinos, curiosos y chinos sin graduación podamos salir a recibirles como se merecen.Dicho sea sin la menor acritud hacia Xicheng y los chichenos que deben ser muy buena gente. Buscando afinidad fonética con aquella ciudad lo único que se me ocurre es el Teatro Chino de Manolita Chén. Todo un despropósito que se engloba dentro de la categoría de lo espeso y municipal. Un asunto pasmoso, un rollito de otoño con sabor agridulce y salsa de castañas pilongas.
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