Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
?No sé tú? (decía Luis Miguel en un bolero) pero a uno le parece que los del trío la bencina, los encapuchados de ETA, más que buscar la paz lo que buscan es un estilista. No se puede dar un comunicado de forma más macabra y no podemos ser los periodistas tan ingenuos como para darles portadas y cobertura. Ignoro si los tres ?porta-coces? de la banda tienen delitos imputables, pero la sola exposición en atuendo de auto sacramental es para meterlos en la cárcel. Si no hago esta consideración estética no me quedo a gusto, como tampoco hasta que no digiera las palabras del presidente, aquello del principio del comienzo que termina en un largo y tortuoso camino como dijeron a su vez los Beatles, (comienzo con bolero y continúo con pop).
Ahora es el tiempo del trabajo y la expectación, sin lugar a dudas que sobramos comentaristas y sobran comentarios. Haría falta que apareciera un municipal pidiendo que circulemos porque en la acera estamos de mas. Hasta es posible que cualquier cosa que digamos ahora pueda ser usada en nuestra contra después, pero puestos a pedir sería estupendo no despertarnos nunca de este sueño de paz después de treinta años de miedo. Las guerras no declaradas son muy canallas y dejan al pueblo con la humillante sensación de portar sobre sus nucas ?la pistola de Damocles?. Por falta de experiencia no conocemos el sabor de la paz, algunos siempre se han criado en el odio, pero si tiene que empezar por algún lado que sea en primavera cuando el tiempo y los olores acompañan.
Nadie osaría molestar a un constructor de naipes cuando está poniendo la última carta y todo es concentración y pulso, dejémosles tranquilos que hablen (siempre que el Parlamento autorice las conversaciones). Si todo el potencial que hemos utilizado hasta la fecha para ponernos a parir se volcara en el futuro de España, podemos ser un país potencialmente más peligroso que China. No sé cuánto tiempo durará esta luna de miel entre la clase política pero está bien que, (por una vez), el hechizo no se apague. Sánchez Albornoz habría recordado que somos un pueblo en permanente guerra civil; es posible que nos haya llegado la hora de calmarnos.
Cruzo los dedos para que todo vaya bien y pido que no seamos nosotros los comentaristas los que metamos la pata; difícil lo sé. Podría decir muchas cosas más acerca del atuendo de los tres tipos de la cara tapada y la boina encima, destripar su torpe aliño indumentario que nos sitúa en las catacumbas del terror y en la ausencia de la piedad cromática, pero creo que ahora no conviene. Démosles una amnistía de buen gusto por el momento, una presunción de estética en el nombre de la paz.
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