Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Villa y Recorte
En las iniciativas sin paternidad es dónde se demuestra el poder de la calle. Luego vendrán los del cubicaje a recortar entusiasmos y a poner a cada paisano sobre una baldosa, (lo harán porque de envidias comparativas está España llena), pero lo que está claro es que Madrid se ha llenado de gente feliz unidos por una misma causa, algo más elevado que un resultado de fútbol porque se trata de un sentimiento positivo. Desde Moncloa al Manzanares pasando por las arterias del centro se vivió la fiesta de las banderas de España y de las camisetas de la selección de fútbol, no la fiesta del pulpo, ni la de los sapos que organizan otros que se sabe cómo empiezan pero no se sabe en qué momento te van a llamar “botifler”, (traidor), y te mandan a casa entre pitos e insultos. Pague usted una fiesta para que le llamen de todo y se quejen porque los radicales creen que este Montilla es blanco y de garrafón.
En Madrid hacía tiempo que no se veía una concentración masiva originada por un hecho que tapa calles y cierra bocas; aquí estamos acostumbrados a que los grandes acontecimientos no se convocan si no que se producen, (desde el 2 de mayo de 1808 a la proclamación de la II República pasando por las concentraciones espontáneas en los tiempos duros de ETA). El personal está por la labor de salir de casa a festejar una buena causa, por lo tanto los políticos tendrían que pasar una ITV para que les digan en qué punto se fundieron los contactos con el pueblo que les ha vuelto a dar sopas con ondas en cuanto a unidad y entusiasmo colectivo. Uno se puede encontrar con la crónica en directo de “españoles por Madrid”, esa gente que vive cerca pero de la que desconocemos sus intenciones pero que en el fondo tanto se nos parecen.
A pesar del calor de un lunes de julio por la tarde, (uno de esos días en los que los meteorólogos recomiendan no salir de casa ni en defensa propia), la ciudad se llenó de “ocupas” que no desfallecían por los latigazos que arrea el termómetro cuando se pone flamenco, (que no holandés). Será otro efecto de una Copa que viene helada del frío de Johannesburgo. En lugar de contar madrileños por metro cuadrado dígase que estuvieron “todos”, y se acabará antes.
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