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Se busca candidato apañado para puesto de relevancia

octubre 2nd, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Las páginas de elmundo.es son un hervidero de comentarios.Desde hace una semana se recogen las opiniones de los internautas que votan al candidato ideal del PSOE al Ayuntamiento de Madrid. Como Ferraz guarda mutismo, el pueblo soberano tiene que respirar por algún sitio. La nueva democracia virtual camina tres pueblos por delante de las estrategias de partido. Así está el termómetro del candidato, sólo falta que José Luis Uribarri le dé una explicación antropológica a las votaciones como cuando narraba Eurovisión. Hay candidatos lógicos: Zerolo, Marín, De la Vega. También poéticos: Pedro Duque, Ana Belén y el juez Grande-Marlaska, y finalmente los alternativos que dan un toque de color carnaval a la encuesta.
El look de Piratas del Caribe II de Pedro Zerolo -al que ayer saludó afectuosamente Rodríguez Zapatero en Alcorcón… – le sitúa en primer lugar: sus rizos de compañero de Jack Sparrow le dan puntos. Dicen que es «guapo, inteligente y encima gay», comentario que no deja de ser algo machista pero muy elogioso. Habría que saber cuántos suspiros ha costado apretar su casilla y cuántas salidas de armario contenidas hay detrás de la expresión «y encima gay». Además, Zerolo se ha quedado para aguantar la brocha (el suplente de Trinidad, Oscar Iglesias, ni está ni se le espera en la comunidad virtual). Si finalmente Zerolo aceptara la oferta de Sparrow para navegar con otro rumbo tras la pista del cofre del hombre muerto, los internautas se fijan en Manuel Marín. Del presidente del Congreso dicen que es el único político con fans (pudieran ser también los de Zerolo, en este caso se admite doble y hasta triple militancia político-afectiva). Marín tiene un no se qué que qué se yo, toque místico mezclado con barba de galán de comedia italiana, siempre al borde de enrojecerse. Debido a su prudencia gramatical y a su prosodia exquisita, es difícil imaginarlo desgañitado en un mitin, más bien llamaría la atención con el agitar de una alegre campanilla.

El tercero en discordia es José Bono, al que sus propias palabras le traicionaron cuando prometió no enfrentarse jamás a su amigo Alberto Ruiz-Gallardón. Cuando uno se instala en la epopeya cualquier promesa suena a juramento de Santa Gadea, y Bono no puede desdecirse haciendo suya la leyenda de las espadas toledanas del XVI: «No me saques sin razón pero no me envaines sin honor». Esto le pasa por convertirse en un personaje de Alatriste que se bajó de la pantalla como el protagonista de La rosa púrpura de El Cairo. Hasta es posible que se haya tapado los oídos cual Ulises y haya pedido que le amarren al mástil de la coherencia como hizo el héroe griego para evitar el canto de las sirenas. En otras palabras: haberlo pensado mejor, tío.

A mayor distancia le sigue un pelotón de personajes más o menos insólitos; a la cabeza destaca el juez Grande-Marlaska, que ha convertido los peldaños de la Audiencia Nacional en un anuncio de moda de otoño. Hay estilo, clase, elegancia y belleza urbana. Dicen que es el hombre de moda, en todos los sentidos: nadie sabe llevar mejor las chaquetas, ha roto con la imagen del magistrado reptil que ascendía en función de los años y las capas en su concha de galápago. Más de un votante de Zerolo ha puesto al juez de segunda opción. Con Grande-Marlaska en la Plaza de la Villa, la bandera luciría con el toque especial de la seda salvaje.

A continuación, Pepe Blanco, el central del PSOE, el hombre que propone y dispone. Su dicción no es del todo castiza, pero podría intentar convertirse en el primer alcalde de Madrid que diga «en efeto», y «efetivamente». Los votantes aprecian su capacidad maquiavélica de manejar el partido y de guardar el secreto del candidato como San Tarsicio defendió el cáliz ante los soldados del emperador Valeriano. En este sentido resulta un Alfonso Guerra pero sin ceja gótica. A Blanco le sigue Pedro Duque: los madrileños, hartos de agujeros subterráneos, suspiran por alguien que les lleve a las estrellas. Al menos una persona que entienda de agujeros negros para manejarnos por la M-30. Se premia la ingravidez como mensaje electoral.

María Teresa Fernández de la Vega, que puede resultar la gran tapada, también lo parece para los votantes de elmundo.es: se entiende mal que tenga tan baja intención de voto. Opinan de ella que es la presidenta de facto, podrían añadir también que de tacto: la mujer que dialoga con la curia y bandea inmigrantes. De la Vega es una institución al margen del cargo, ha conseguido ganarse el respeto de señora de bien, su sastre no tiene nada que envidiar al de Grande-Marlaska, ni mucho menos. El resto del pelotón lo componen Ana Belén (por sus continuas atenciones a la Puerta de Alcalá), el alcalde de Getafe Pedro Castro (sería bi-alcalde y finalmente capitalino) y Angel Gabilondo, (adjetivado como el hermanísimo).

Si quieren probar emociones más fuertes, dense una vuelta por el apartado de alternativos: ahí empatan El Fary con Carmen de Mairena, in-des-crip-ti-ble su parachoques labial neumático salchichero… pero se las tendrían que ver en unas primarias con la baronesa Thyssen «¡fenomenal, fenomenal!».

En caso de apuro, siempre nos quedará Pocholo, un intelectual con mochila y partidario de las noches blancas. Los más osados proponen a Federico Jiménez Losantos: el duelo con Gallardón echaría chispas. En caso de ganar, la ciudad amanecería más temprano a toque de diana obligatoria.

Dicen que es adrenalina pura, y aciertan.

Elija sus dos candidatos preferidos para la alcaldía a: www.elmundo.es/

MAS DE 21.000 VOTOS EN ‘www.elmundo.es’.

Pedro Zerolo (25.5%, es decir, una cuarta parte de los votos), Manuel Marín (13.5%), José Bono (11.6%), Fernando Grande-Marlaska (10.3%) y Pepe Blanco (9.4%), de izquierda a derecha en las imágenes. Ésta era la foto fija, ‘tomada’ anoche a las 22.30 horas (21.638 votos en ese momento), de la encuesta de ‘www.elmundo.es’ sobre el candidato ideal del PSOE a la Alcaldía de Madrid. Los 10 nombres a los que se puede votar fueron los destacados en un foro que se inició hace una semana. María Teresa Fernández de la Vega, Pedro Duque, Ana Belén, Angel Gabilondo y Pedro Castro son otros candidatos… aparte de la lista de ‘alternativos’ que comanda El Fary.

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La tarjeta de madrileño

octubre 1st, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Cuentan, y no paran de las largas colas, los que han tenido que solicitar una tarjeta de residente para aparcar el vehículo en sus calles. Dicen que el trámite es tan largo y engorroso durante las horas de espera (desespera mejor), que al personal le da tiempo para enamorarse, para separarse, para tener hijos y hasta para buscar una casita en la sierra, alejados de la marabunta administrativa del Ayuntamiento de Madrid. Bien está pedir garantías pero otra cosa es machacar al ciudadano en un trámite de tortuga reumática.

Se entiende mal que el Ayuntamiento, que tanto presume de modernidad artística, no sea capaz de agilizar un trámite a todas luces elemental. Si la concejalía de las Artes consiguió una “noche en blanco”, la concejalía de Movilidad debería evitar una “tarde en negro”. La culpa no es de los funcionarios que se aplican en el cumplimiento de la norma, sino de los regidores que se muestran muy estrictos. En ocasiones cuando se alcanza la ventanilla, después de un notable esfuerzo, hay que volver a por el seguro del coche o ha caducado el certificado de empadronamiento que bien se podría sustituir por el de encabronamiento.

Tan modernos que somos para unas cosas y tan limitados para otras. Una ciudad emergente y capital no puede enfrascar a sus ciudadanos en trámites faraónicos, en todo caso les debe facilitar la aportación de documentos y aliviar el tiempo de espera. O eso, o que pongan saltimbanquis y tragafuegos para solaz del personal.

La tarjeta de madrileño no se consigue por penar en una cola.

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Don Miguel

octubre 1st, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Unamuno era alto, estilizado, elegante, culto y distante. Con esas cualidades se entiende que le costara vivir en la España de comienzos del siglo XX, un país de venganzas inacabadas. Es posible que a don Miguel se le cite mucho pero se le lea menos, a la gente no le gustan los buenos ejemplos ya que se verían obligados a imitarlos. Millán Astral gritó ?¡viva la muerte, muera la inteligencia!? como si Unamuno fuera el culpable del subdesarrollo nacional. En cierta medida cuando un país ha perdido la cordura le da igual perder la cabeza, y Unamuno era demasiado pensador para tan poca sustancia patria.
El catedrático Francisco Blanco ha recuperado la memoria biográfica del escritor en ?Unamuno. Diario final?. Todavía no he leído el libro pero ya el título me lleva a pensar que don Miguel estaba destinado a un final de soledad y desamparo, como no podía ser de otra manera para un español lúcido de aquellos años de escopetas y consignas. Me cuentan que es una biografía donde se destaca la fidelidad del autor a su mujer durante muchos años, a pesar de las notables conquistas que se le atribuyeron. Es normal, alguien con su capacidad de escribir puede trazar el mapa emocional del 98 o romper cuarenta corazones, y todo cabe en una misma cuartilla. Un escritor es un arma de seducción permanente, lo es en razón de su oficio, tiene la obligación de resultar un don Juan en todos sus discursos aunque sean visiones de un país en crisis. Cervantes fue un seductor que se inventó El Quijote para conseguir que le quisieran; y acertó.
Unamuno se marchó de esta vida con la amargura que da el talento, a veces no conviene tener una visión tan clara. Eso sí, fue leal a su palabra y a su circunstancia. Fue ritualista y metódico como Kant, magistral y adelantado a Ortega. Si será interesante que muy pocos se han atrevido a contar su biografía, había que adentrarse en el laberinto del pensamiento que es una aventura por sí misma. La vida es una hecatombe y sólo algunos encuentran una razón y una salida, dicho sea en beneficio del autor de ?San Manuel Bueno y Mártir?, una obra donde Dios resulta herido y el hombre, (un ser humano que luego tomaría dimensión con Sartre y Camus), se maneja entre dudas irreconciliables. Lo bueno es que para entender a Unamumo no hace falta que nos lo traduzcan.
Su sombra fue escueta y alargada, como su pensamiento. Su biografía es la de aquel que todo lo intuía pero que nada aconsejaba. Con el 0.7 por ciento de su sabiduría se gobiernan muchos pueblos. Alejandro tuvo a Aristóteles como maestro, en cambio don Miguel parecía el hermano de Aristóteles. Un español doliente.

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No siempre el pasado fue mejor

septiembre 29th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Un museo del Atlético de Madrid debería tener una vitrina vacía donde guardar respeto por los trofeos que nunca llegaron, por ejemplo la Copa de Europa que nos arrebató el Bayern de Munich. Un museo del Atlético debería tener un muro de las lamentaciones donde llorar las ocasiones perdidas, los goles cantados y todas esas veces en las que se nadó para morir en la orilla, pero con una gloria que ya quisieran otros equipos de presupuesto mayor.
Parodiando la pintada de mayo del 68: «Ellos tienen el gol, nosotros la poesía». Y, por supuesto, un cuarto de los vientos con el batir de las bufandas que en tiempos de crisis levantaron remolinos de melancolía; maldita sea la suerte que nos besó en la boca para luego dormir en casa de otro, maldita sea qué me hizo del Atlético, (no se conoce película en la que los indios hayan tenido un final feliz). No todo es la victoria, el Atlético es tan utópico que renuncia al oro como aquel gesto de Cyrano al entregar su bolsa. Ganar no es el fin.

Tampoco estaría mal poner unas vasijas como las que los romanos utilizaban para recoger las lágrimas en los duelos. Y mucho Atleti por todas partes, curiosa vocación que vuelve creyentes a los agnósticos aunque sea durante noventa minutos los fines de semana. En cada copa que brilla hay mil catarros cogidos en un asiento del Manzanares. Nadie ha llorado más sobre esos trofeos que los atléticos; los domingos por la noche, cuando la cosa salía mal, en los puentes de la M-30 he visto las caras de los exiliados cruzando la frontera por Hendaya. Recuerden aquel anuncio en el que el abuelo le contaba al nieto que muchos goles se fallaron, muchos partidos se perdieron, pero no hay nada igual a cuando el Atlético mete un gol.

En el sentido emocional del término el museo del Atlético de Madrid es equiparable con el de la Legión Extranjera: todos fueron valientes y entregaron su vida con honor. Por lo tanto se ruega un poco de silencio como cuando se pisa suelo sagrado. Es el único equipo en el mundo que regresó del infierno para sacarle la lengua a los ángeles (iba para una temporadita pero se quedó dos, quien desprecia el oro también desprecia el tiempo). Para que fuera un lugar de culto completo debiera permitir un columbario para depositar las cenizas de los aficionados que murieron en la fe de la resurrección en forma de victoria, ya que cayeron por el equipo que al menos la historia los recuerde con nombres y apellidos.

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No siempre el pasado fue mejor

septiembre 28th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Un museo del Atlético de Madrid debería tener una vitrina vacía donde guardar respeto por los trofeos que nunca llegaron, por ejemplo la Copa de Europa que nos arrebató el Bayern de Munich. Un museo del Atlético debería tener un muro de las lamentaciones donde llorar las ocasiones perdidas, los goles cantados y todas esas veces en las que se nadó para morir en la orilla, pero con una gloria que ya quisieran otros equipos de presupuesto mayor.
Parodiando la pintada de mayo del 68: «Ellos tienen el gol, nosotros la poesía». Y, por supuesto, un cuarto de los vientos con el batir de las bufandas que en tiempos de crisis levantaron remolinos de melancolía; maldita sea la suerte que nos besó en la boca para luego dormir en casa de otro, maldita sea qué me hizo del Atlético, (no se conoce película en la que los indios hayan tenido un final feliz). No todo es la victoria, el Atlético es tan utópico que renuncia al oro como aquel gesto de Cyrano al entregar su bolsa. Ganar no es el fin.

Tampoco estaría mal poner unas vasijas como las que los romanos utilizaban para recoger las lágrimas en los duelos. Y mucho Atleti por todas partes, curiosa vocación que vuelve creyentes a los agnósticos aunque sea durante noventa minutos los fines de semana. En cada copa que brilla hay mil catarros cogidos en un asiento del Manzanares. Nadie ha llorado más sobre esos trofeos que los atléticos; los domingos por la noche, cuando la cosa salía mal, en los puentes de la M-30 he visto las caras de los exiliados cruzando la frontera por Hendaya. Recuerden aquel anuncio en el que el abuelo le contaba al nieto que muchos goles se fallaron, muchos partidos se perdieron, pero no hay nada igual a cuando el Atlético mete un gol.

En el sentido emocional del término el museo del Atlético de Madrid es equiparable con el de la Legión Extranjera: todos fueron valientes y entregaron su vida con honor. Por lo tanto se ruega un poco de silencio como cuando se pisa suelo sagrado. Es el único equipo en el mundo que regresó del infierno para sacarle la lengua a los ángeles (iba para una temporadita pero se quedó dos, quien desprecia el oro también desprecia el tiempo). Para que fuera un lugar de culto completo debiera permitir un columbario para depositar las cenizas de los aficionados que murieron en la fe de la resurrección en forma de victoria, ya que cayeron por el equipo que al menos la historia los recuerde con nombres y apellidos.

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Madrid en blanco

septiembre 25th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Los que tengan más edad y buena memoria recordarán el póster que aupó a Tierno Galván, “el viejo profesor”, a la alcaldía de Madrid. Era un enorme dibujo de un parque, presumiblemente el Retiro, donde mucha gente hacía cosas y el verde era tan poderoso que se transformaba en un homenaje de la clorofilia basada en el espíritu de “El jardín de las delicias” de El Bosco. Aquel cartel marcó moda, luego vino lo de “a colocarse y al loro”, y todo lo demás que asociamos con la memoria grata de aquel marxista bueno, (al que según sus propias palabras nunca le podría abandonar Dios, y ojalá sea cierto).

Entre el póster de Gallardón y la noche en blanco, la noche cultural del alcalde Gallardón sólo hay unos cuantos años pero el mismo espíritu: recuperar la calle para que la gente disfrute. Habíamos olvidado que también Madrid es culta, pero golfa, además insomne y siempre alegre. Madrid había quedado vacía del espíritu nocturno y gozoso que convirtió la Gran Vía en nuestra Quinta Avenida de los combinados en Chicote y los cafés en el Bellas Artes. Una ciudad que pasó una guerra pero protegió sus tesoros, (no sólo los artísticos), sino el sentido común de su gente.

Acierta Gallardón con la noche en blanco y además acierta incluyéndola en el calendario de cosas que debemos hacer. Una fiesta en la salida del verano y a las puertas de un invierno tímido que viene cargado de nubes que pasan rápido. Enseguida tendremos las tardes velazqueñas y las bufandas al cuello.

Madrid de noche es una invitación a la fiesta continua, el mejor reclamo de que somos una ciudad agradable, acogedora, entusiasta y enamorada. El sábado por la noche vi unicornios blancos galopando por el Paseo del Prado, iban desorganizados y disparatados, eran los caballos de las estatuas que por una noche se habían transformado en alegres protagonistas de la cultura. Fue una noche tan larga que ni la vieja edición de El Quijote durmió, también los libros de la Biblioteca Nacional se quedaron extrañados, ¡quién lo iba a decir, casi sin palabras!

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La historia como material inflamable

septiembre 24th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Cuando uno era bachiller había una sala distinta en el colegio, acristalada, con probetas, con una gran pizarra donde se escribían fórmulas magistrales. Era la clase de Química donde siempre olía un poco peor que en el infierno, se mezclaba el azufre con el serrín y el vapor de agua. Uno podría pensar que de aquellas probetas en continua efervescencia podría salir un monstruo de siete cabezas, lo que nadie podría imaginar es que de la clase de Historia, (aula que no laboratorio), salieran horribles consecuencias. Hoy la Historia es un material que se utiliza a voluntad, como la plastilina, y que se reescribe en función del interés que resulte más oportuno. Las palabras del ex presidente Aznar en Hudson Institute de Washintong son muy poco acertadas, según él los musulmanes se deberían disculpar por haber ?ocupado España durante ocho siglos?. En ese caso que se disculpe también el alcalde de Roma por haber colonizado Hispania y habernos dejado el origen de este idioma que ahora manejamos cerca de cuatrocientos millones de hablantes. Incluso que Roma les pase una pensión a los descendientes de Viriato por haberlo sometido a la más dura de las persecuciones, (eso sin referirnos a la cruel invasión naval de los fenicios con unos barcos dotados de una original vela). La historia tomada como una reivindicación continua es agotadora. Olvida Aznar que España ha sido siempre lugar de paso y mezcla cultural, y que si los árabes tienen que pedir perdón, (¿no eran tan españoles los ciudadanos de Granada como los de Valladolid, en plena Reconquista?), también deberíamos renunciar a su herencia cultural. Tendría que venir el alcalde de Damasco a reivindicar la mezquita de Córdoba, un sultán a llevarse La Alhambra piedra a piedra, y una comisión especial trabajaría en la desaparición de los nombres árabes de nuestras calles, ríos, apellidos y vocabulario. Además, el término España es de los Reyes Católicos y se nos conoce por uno de los estados más viejos de Europa. Hasta aquí la obviedad. Aznar tiene derecho a decir y a manejar la Historia a su antojo, pero sus palabras son un bidón de gasolina en una hoguera de San Juan, ¿qué musulmanes deberían pedir perdón: los que viven en África y Asia o los que ?presumiblemente- somos sus herederos en tierra española? Hay días magníficos en los que uno podría aprovechar para guardar silencio. Más que pedir perdón hagamos un trato, el de aprovechar que estamos juntos para edificar el futuro de España. El juicio retórico a Tarik y la revisión de la batalla de Guadalete creo que importan poco, hablemos de estatutos y de formas de estado. No juguemos con probetas que son peligrosas.

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Una memoria histórica, macabra ella

septiembre 24th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Autor.- Jaime Peñafiel.

La memoria histórica de Franco y el franquismo que ha venido publicando en EL MUNDO mi querida y admirada Victoria Prego, y que he seguido con sumo interés, me ha recordado una de las historias más alucinantes y macabras conocidas a lo largo de mi vida profesional. De ella supe un día de febrero de 1991, gracias al relojero mayor del reino, Prado y Colón de Carvajal, hermano del mismo, encargado de mantener todos los relojes del patrimonio en hora.

Aunque parezca increíble, nadie del Patrimonio Nacional, incluido su entonces presidente, mi estimado amigo Manolo Gómez de Pablos, sabían de ella, sabían que allí arriba, en una de esas frías y abandonadas estancias de la deshabitada y telarañosa quinta planta del Palacio Real, y sobre los esplendorosos techos que cobijaban y siguen cobijando las actividades oficiales del Rey don Juan Carlos, se conservaba y veneraba, por un pobre y demente cancerbero, un macabro y siniestro legado franquista. Como es sabido, los 33 metros de altura del Palacio Real están divididos en cinco plantas. En la primera y principal, se encuentra el Salón del Trono así como otras salas y salones; la segunda y la tercera, que pueden considerarse entreplantas, la cuarta, oficinas y una quinta, el escenario de nuestra oscura y siniestra anécdota. Porque, oscura, siniestra y tenebrosa es su historia. Cerrada a cal y canto, desde que el rey Alfonso XIII abandonara España el 14 de abril de 1931 hacia el exilio y desde que lo construyó Felipe V, esta planta se había dedicado a viviendas de empleados y funcionarios de la Casa Real.

Un episodio nacional Made in Spain Este último piso puede encontrarse hoy poco más o menos como la describe el autor de los Episodios Nacionales, en su novela La de Bringas, historia de doña Rosalía Pipaón de la Barca y su esposo, don Francisco de Bringas, empleado en la Intendencia del Patrimonio, con vivienda en la 5ª planta. Pérez Galdós describe esta zona como de: «Pasillos de baldosines rojos, pasadizos, puertas de cuarterones descoloridos y apolillados y despojos de tapicerías palaciegas por doquier; las habitaciones, deshabitadas y telarañosas, con el vaho frío de las estancias solitarias y las bóvedas de desigual altura devuelven, con eco triste, el sonar de los pasos …. 124 escalones tenía que subir don Francisco y su esposa, por la escalera de damas, hasta llegar a su regia morada».

Aquí, en cualquiera de estos pasadizos, hay «una puerta de cuarterones descolorida y apolillada» cuya llave sólo tenía, hasta ese día de febrero de 1991 en que se descubrió el sórdido montaje, un hombre que, día y noche, durante los tres que el cadáver de Franco estuvo expuesto en Palacio, permaneció a su lado, llorando lágrimas de sangre. Un zulo en el Palacio Real Como pago a tanta perruna fidelidad, el general Fuertes de Villavicencio, responsable entonces del Patrimonio Nacional, le confió, al parecer, la guarda y custodia de un macabro legado considerado, por el entonces gerente del Patrimonio, que, en realidad, lo había sido de la familia del General, como una reliquia histórica (?) La fúnebre, sepulcral y mortuoria herencia se encontraba repartida en dos lúgubres habitaciones. En la primera, sobre el suelo, una colección de imágenes, en formación militar y, en las paredes, numerosos cristos. Todo ello iluminado con grandes velones en gigantescos atriles triangulares.

Eran los restos de la desaparecida, por especulación inmobiliaria, Iglesia del Buen Suceso. Al fondo, otra puerta y otras llaves que daban acceso a lo más inquietante del museo: la cama, la almohada manchada, el hule y la bacinilla que formaron parte de la parafernalia mortuoria de Franco. También, una mascarilla, un vaciado de unas manos, posiblemente del Caudillo, así como una serie de condecoraciones sin valor alguno; dos retratos del Generalísimo: uno, con el uniforme de marino que nunca fue y otro de legionario, media docena de los cuadros que el dictador pintaba y unas fotos con sus nietos.

Al santuario sólo tenía acceso el guardián de estos restos del naufragio franquista. Dudo que nada de esto la familia lo quisiera por carecer de valor. Su destino debía haber sido el malogrado Museo del Ejército o un crematorio. Cuando informé a Manolo Gómez de Pablos, el mejor responsable de Patrimonio que ha habido nunca (desde entonces, todo va de mal en peor. Hasta un alcalde se atreve a echarle un pulso al actual presidente) se quedó, yo diría, más que desconcertado, aterrado de que aquello que le contaba pudiera existir sin que nadie lo supiese. Y es que este zulo en Palacio lo había desde 1975. Nada menos que 16 años. ¡Qué país!

Como la abuela Una cosa es redactar una reseña puntual sobre un acontecimiento y otro hacerlo desde «el andamio verbal con un exceso y una subida de adrenalina», que diría el admirado Rafael Martínez-Simancas. Tal ha hecho una de esas periodistas, incondicionales de Letizia, que hay en todos los medios, en su crónica desde Motril, a propósito de la entrega, por parte de la consorte, de una bandera de combate a la fragata Alvaro de Bazán. Lo hizo, según cuenta la redactora cortesana «con voz firme y clara, una perfecta modulación y haciendo gala de su experiencia a la hora de hablar en público». Vamos, poco más o menos, como la abuela Menchu en la boda de la nieta leyendo La Carta a los corintios. ¡Pues que bien! ¡Fue como leer un telediario! No veo el mérito para tanto gratuito elogio.

CHSSSSS… Curioso diálogo, entre una conocida dama y el hijo (seis años) de otra no menos conocida, oído en la playa de una elegante urbanización: «¿Cómo te llamas?». «Jaime». «¿De dónde eres?». «De Madrid». «¿Y tú?». «De La Coruña». «Entonces, conocerás el Pazo de Meirás». «Por supuesto». «Es de mi abuela». «Ah, ¿sí?» . «Es que mi bisabuelo fue presidente de España o algo así. Se llamaba Franco». El diálogo se interrumpe cuando aparece la mamá: «Te he dicho mil veces que nunca hables de eso». … No se pueden imaginar de qué importantísimo personaje puede ser la siguiente y cursi dedicatoria: «No es la curva de tus labios / ni el rizado de tu pelo/ni la gracia de tus ojos/lo que hace diga te quiero». La respuesta, tal vez, la próxima semana. … Está más que preocupado, aterrado, de que se pueda descubrir su vida sentimental paralela. Sabe que existe una fotografía con la otra, durante una cena, tomada este verano en una escapada del férreo y estricto control familiar. Su esposa no es como su madre, una cornuda consentidora…. Lo que decía la pasada semana: las memorias del desmemoriado muchacho. Un respiro para las que pasaron por su cama.

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La realidad no es lo que parece, amigo

septiembre 21st, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Cuarenta y ocho horas de intensivo debate regional dejan algunos apuntes que no se pueden pasar por alto. Ejemplo uno: lo que para cualquiera es un barracón mugriento para el consejero Peral se trata de «aulas educativas transitorias», asunto que provocó la chirigota matinal, incluida la guasa interna de la presidenta. Así se lo soltó Aguirre a Fernando Marín que poco más y se atraganta con el pleonasmo. Aplicado al campo de la automoción lo que usted tiene, amigo, no es un utilitario sino «un Rolls en situación transitoria».

Ejemplo dos: ¡la panocha! ayer la mentó Simancas igual que el lunes lo hizo la presidenta; es la hortaliza de moda en los debates, si no sabes de campos de maíz no te metas en política. Debemos concluir que la panocha es la unidad de medida en la Asamblea regional. Salvo en la panocha, en lo demás no estuvieron de acuerdo ni en la hora, reducida IU a presencia testimonial, ya que el debate fue Esperanza Aguirre y Rafael Simancas, como era previsible (aunque no tuvieras ni idea de panochas). De nuevo la realidad no coincide, viven en el mismo planeta pero son dos especies que han evolucionado distintas, Darwin fracasó. A la presidenta le faltó sacar el power point para explicar curvas de crecimiento, pero Simancas estuvo sólido, rocoso y espadachín. Por segundo día le debieron pitar los oídos a Zapatero, (fue el portavoz popular Beteta el que hizo el chiste: «cero Zapatero»), igual que al alcalde de Getafe sentado en la tribuna de invitados. Pedro Castro fue zarandeado dialécticamente en un momento en el que los leones amenazaron con saltar al público.

El humo de la batalla fagocitó la oferta de la presidenta para alcanzar un pacto sobre bulimia y anorexia, ¡para medir el peso corporal de sus señorías estaba el patio! Hubo meneíllo histórico y bíblico, el saliente Fernando Marín dijo que la presidenta haría un gran papel en un programa de monólogos y luego algo de su proximidad a los filisteos, (nota culta involuntaria porque no se refería a los que aparecen en los relieves del templo de Ramsés III en Tebas), y Simancas la comparó con el caballo de Atila, (que se llamaba Othar pero su nombre no tiene relieve en un debate del ladrillo). Aguirre estuvo amable con Marín pero a Simancas le comparó con «veintitrés seseñas juntas», que traducido a panochas debe ser una barbaridad a todas luces. El premio al trabajo en equipo se lo quedan Ruth Porta y Matilde Fernández, sólida fortaleza de Simancas ante la adversidad numérica, que forman un muro de contención.

Nota para quien corresponda: se entiende mal que en un debate donde el agua es importante, (recordemos que ayer se apuntó a la posibilidad de subir la frontera territorial hasta el río Ebro), se beba agua mineral embotellada. Sus señorías, el consejero Lamela sobre todo, piden agua al ujier y luego se dejan un tercio de botella sin consumir. Lo suyo es ofrecer agua del Canal de Isabel II que es la joya de la corona comunitaria, con esos culines abandonados se llenarían enormes albercas, sabe Dios cuántas panochas podríamos regar con lo que sus señorías desprecian. Si fuere necesario que doten a cada escaño con un grifo monomando, o en su defecto coloquen la nunca del todo ponderada frasca, ese objeto tan castizo que es el botijo de salón. ¿Para qué quiere uno la zona wifi cuando tiene sed?

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La realidad no es lo que parece, amigo

septiembre 21st, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Cuarenta y ocho horas de intensivo debate regional dejan algunos apuntes que no se pueden pasar por alto. Ejemplo uno: lo que para cualquiera es un barracón mugriento para el consejero Peral se trata de «aulas educativas transitorias», asunto que provocó la chirigota matinal, incluida la guasa interna de la presidenta. Así se lo soltó Aguirre a Fernando Marín que poco más y se atraganta con el pleonasmo. Aplicado al campo de la automoción lo que usted tiene, amigo, no es un utilitario sino «un Rolls en situación transitoria».
Ejemplo dos: ¡la panocha! ayer la mentó Simancas igual que el lunes lo hizo la presidenta; es la hortaliza de moda en los debates, si no sabes de campos de maíz no te metas en política. Debemos concluir que la panocha es la unidad de medida en la Asamblea regional. Salvo en la panocha, en lo demás no estuvieron de acuerdo ni en la hora, reducida IU a presencia testimonial, ya que el debate fue Esperanza Aguirre y Rafael Simancas, como era previsible (aunque no tuvieras ni idea de panochas). De nuevo la realidad no coincide, viven en el mismo planeta pero son dos especies que han evolucionado distintas, Darwin fracasó. A la presidenta le faltó sacar el power point para explicar curvas de crecimiento, pero Simancas estuvo sólido, rocoso y espadachín. Por segundo día le debieron pitar los oídos a Zapatero, (fue el portavoz popular Beteta el que hizo el chiste: «cero Zapatero»), igual que al alcalde de Getafe sentado en la tribuna de invitados. Pedro Castro fue zarandeado dialécticamente en un momento en el que los leones amenazaron con saltar al público.

El humo de la batalla fagocitó la oferta de la presidenta para alcanzar un pacto sobre bulimia y anorexia, ¡para medir el peso corporal de sus señorías estaba el patio! Hubo meneíllo histórico y bíblico, el saliente Fernando Marín dijo que la presidenta haría un gran papel en un programa de monólogos y luego algo de su proximidad a los filisteos, (nota culta involuntaria porque no se refería a los que aparecen en los relieves del templo de Ramsés III en Tebas), y Simancas la comparó con el caballo de Atila, (que se llamaba Othar pero su nombre no tiene relieve en un debate del ladrillo). Aguirre estuvo amable con Marín pero a Simancas le comparó con «veintitrés seseñas juntas», que traducido a panochas debe ser una barbaridad a todas luces. El premio al trabajo en equipo se lo quedan Ruth Porta y Matilde Fernández, sólida fortaleza de Simancas ante la adversidad numérica, que forman un muro de contención.

Nota para quien corresponda: se entiende mal que en un debate donde el agua es importante, (recordemos que ayer se apuntó a la posibilidad de subir la frontera territorial hasta el río Ebro), se beba agua mineral embotellada. Sus señorías, el consejero Lamela sobre todo, piden agua al ujier y luego se dejan un tercio de botella sin consumir. Lo suyo es ofrecer agua del Canal de Isabel II que es la joya de la corona comunitaria, con esos culines abandonados se llenarían enormes albercas, sabe Dios cuántas panochas podríamos regar con lo que sus señorías desprecian. Si fuere necesario que doten a cada escaño con un grifo monomando, o en su defecto coloquen la nunca del todo ponderada frasca, ese objeto tan castizo que es el botijo de salón. ¿Para qué quiere uno la zona wifi cuando tiene sed?

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