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Los Cien Mil

septiembre 2nd, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La vicepresidenta se hizo ayer un lío numérico, un traspié verbal, un lapsus calami que dicen los juristas. En lugar de enviar al Líbano 1.100 soldados, dijo que serían Cien Mil (se supone que a los Cien Mil Nietos de los Hijos de San Luis, un tanto deteriorados sus uniformes por el paso del tiempo).
De las Cruzadas a esta parte, cuando se habla de tropas en Tierra Santa uno no puede andarse con chiquitas. Se le fue el santo a la batalla.

De la Vega ha leído poco a Napoleón, además aquí se nos da mejor la guerrilla maqui antes que el despliegue faraónico de efectivos. Y digo más: si al difunto Millán Astray le dicen que hay cien mil legionarios dispuestos, se levanta de la tumba y aplaude con la mano que le faltaba.

Para encabezar a los Cien Mil Hijos del Error no tenemos a un duque de Angulema para situarlo al frente (Luis Antonio de Borbón se daba un parecido físico a Punset en los retratos, por lo tanto, debía ser un comisionado plasta al tiempo que un carca con bigudíes).

Las misiones de paz del Ejército español han tenido éxito porque estuvieron encabezadas por mandos rigurosos que no buscaron la fama sino el cumplimiento del deber.

No se azore la señora vicepresidenta porque no hará falta que enviemos al mogollón uniformado, por otra parte, nuestros efectivos no deben ser tan numerosos. Para alcanzar la cifra habría que llamar a filas hasta a los últimos de Filipinas, o en su defecto a los nietos de los héroes del Baler. Lo dicho: un desastre numérico que acompaña a una cuestionada medida política.

Esta curiosa manía de Zapatero de no levantarse al paso de la bandera norteamericana, pero sí de desplegar tropas, nos lleva a Felipe II: los socialistas han conseguido que en los destacamentos españoles no se ponga el sol. Igual como eslogan es pelotudo, pero como riesgo lo es aún mayor.

No hace falta acudir a las conclusiones del último Congreso de Matemáticas para darse cuenta de que para la paz no faltan cien mil, sino que sobra uno: Felipe en Teherán. Lo olvidadizos que resultan algunos con Vera y Barrionuevo, y lo dados que son al abrazo del oso.

Un día antes de que la vice calculara por alto, una presentadora de la CNN se coló en el discurso de Bush hablando mal de la cuñada. Hay días en los que el inconsciente chilla como un somier de motel, imposible callarlo.

Prefiero lo de la cuñada de la presentadora, no es cotilleo sino necesidad: ¿será tan bruja?, ¿y si la enviamos al Líbano? Seguro que nos salen cien mil cuñadas para desplegar en zonas de peligro, pero que sean tan metomentodo como la de la presentadora; quizá no solucionemos el conflicto, pero judíos y palestinos aprenderán a hacer unas croquetas magníficas. Igual el sentido de la vice iba por ahí.

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Un tío de lo más normal

septiembre 2nd, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Al desaparecido Díaz Miguel le gustaban la ropa y las gafas, a Pepu las camisas grandes que disimulen el físico de una persona que ha dedicado su vida al deporte, pero desde el lado intelectual.Con menos tácticas de las que circulan por su cabeza se han ganado importantes batallas, cosa que a él le solivianta poco, es de los de sonrisa cuando toca; en el trabajo como canallas y en el bar tan amigos.

Lo bueno de Pepu es que no se le conocen adversarios, que ya es mucho. Su aspecto es de lo más normal, pasaría por un turista más en las calles de Tokio, sólo a los muy cinéfilos les puede parecer que han visto un rostro semejante en las películas de Edward G. Robinson. Si llevara sombrero sería el ayudante de Robert de Niro en una cena de mafiosos. El final agónico de ayer nos deja la verdadera dimensión del entrenador español, se quitó de en medio para que los abrazos se los llevara Pau Gasol, (el héroe lacerado en el talón como Aquiles, el mito que lloraba desde el banquillo con más hielos en la pierna que en una despedida de solteros). En cambio, no me cabe ninguna duda de que habría salido a por sus jugadores si hubieran perdido, pero eligió el discreto camino del vestuario.

El buen deporte es épico, aquí la comedia no vale. España tenía menos tiempo del que te da un semáforo para cruzar en verde, y en esa brevedad había que meter dos tiros libres, (entró uno), y aguantar el empellón final. Hay que tener horchata en las venas y las uñas muy cortas para no desmayarse y pedir las sales, en ese momento catatónico la voz de tambor ronco que tiene Pepu sonaba a Plácido Domingo. El resto lo tenía que hacer la suerte, no vamos a pedir milagros pero alguna vez nos tenía que besar en la boca aunque tuviera regusto de wasabi. Un tiro acertado de Argentina nos hubiera enviado a las páginas de la historia de los segundones. ¡Amigo, para ganar en este deporte hay que aguantar entero hasta que acaban los disparos!

El mérito de Pepu es haber logrado en Japón que España sea el equipo del Ga-sol naciente; detrás de la estrella hay un grupo de jugadores que lo bordan. Gracias a esta selección se ha remontado la credibilidad que perdimos en Barcelona 92 ante Angola. El complemento habría sido una final contra Estados Unidos, más que nada para escuchar a Pepu hablar en inglés, que es otro espectáculo.Disfrutemos ahora del sueño, ya llegará el partido contra la rocosa Grecia. Lo que llama la atención (sobre todo a los futboleros que ignoran el baloncesto) es que España esté en la final. ¡No, hombre, no!, aquí lo importante es otra cosa: ¿de modo que España tiene jugadores que han superado a los de Estados Unidos y siguen compitiendo mientras ellos hacen la cola de embarque para volver? Jeje, ¿es cierto?, ¡venga Pepu, págate unas cañas en el kiosco a la salida del Ramiro! Y que venga Rafa Vecina, aquel pívot que decían era cojo y lo hiciste jugar como si fuera un bailarín de clásico. Como diría el poeta Bisbal: eto é in-creíble

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El barco

septiembre 1st, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Una barca la tiene cualquiera, un yate algunos, pero barco sólo lo disfrutan los muy ricos tirando a fortunón. Paco ‘El Pocero’ tiene un barco inmenso porque con un barco se marca estatus, más si la tripulación te pregunta en inglés qué deseas tomar.Los barcos han definido la opulencia en España; Mario Conde tuvo un banco para tener un barco, cuando dijeron que le habían intervenido para quitarle el timón lo decían de manera acertada, el Banco de España lo mandó a pique. Vanidad es con uve de verano pero debería ser con be de barco. Hasta Felipe González en su día se contagió de franquismo para subirse al Azor y ahí la fastidió, porque si no quieres que te asocien con Franco no compartas su camarote donde las siestas son el roncar de la memoria histórica.Valentino tiene otro en el que se entra por la popa, (a posta), y donde Gwyneth Paltrow hace de mascarón policromado, a su lado un batallón de julais anodinos formados en la intelectualidad de los gimnasios de Grecia y Roma que no hablan lenguas muertas sino de las otras. Los Albertos suben y bajan continuamente de sus respectivos barcos para que se vea donde hay, porque en función de la desidia se aprecia quién tiene y cuánto manda. Alguien no entrenado, un pariente pobre que les visite, tropezaría y caería al agua del muelle donde se lo comerían unos tiburones con pedigrí, porque si uno tiene para barco también puede contratar el tipo de pez que le acompañe.
El barco-Pocero está hecho para fardar, como todos, ¡qué se creen!, no para salir al encuentro de los personajes de las novelas de Salgari. Un barco en condiciones tiene asegurado la mar tranquila, la incertidumbre se queda para los obreros de las olas. Si Madrid copiara a Venecia y los túneles de Gallardón se llenaran de agua, la M-30 sería un atasco de ego con las velas desplegadas con escudos de armas bordados. El barco-Pocero es un hotel de lujo hecho para recibir, lo que don Alvaro de Bazán se gastó en cañones, él se lo ha pulido en decoración y aparataje. Las páginas amarillas de la alta sociedad se redactan con los apellidos de los que toman el aperitivo en los pantalanes de la opulencia. A veces salen del puerto pero vuelven pronto porque se dan cuenta de que el salitre afea, de tal manera que es mejor instalar una cabina de rayos uva a bordo. El rico de verdad encuentra una satisfacción sublime en lo artificial, el moreno de máquina es de una elegancia exquisita, tuesta pero no cansa.

El barco-Pocero es un trasatlántico hecho para no zarpar nunca, dotado de los adelantos más sofisticados, no tanto para la navegación sino para cascar hígados por la envidia. Lo que el rico busca es un barco con varios pisos y helicóptero mini. Ahora que termina la temporada, Paco El Pocero y sus compañeros de muelle deberían montar unas jornadas de puertas abiertas como hace Marín en el Congreso. Es lógico el despliegue naval, para un constructor todo el mar es nostrum.

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La gran ilusión

agosto 30th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La transición acabó el día en el que Pau Gasol descuadró a su pediatra saliéndose de los índices del percentil, ahí nació el español de nuevo cuño, su madre comprendió que el chiquillo llegaría muy alto. Ahora, Pau y el resto de la selección de baloncesto tocan por la mañana en Japón, en unas matinés que obligan a subir el volumen de las televisiones en los bares. Y lo hacen tan bien, tan divertido y de tan buen rollo que se han ganado el calificativo de la nueva orquesta nacional; comparado con los gallos que sueltan sus homónimos en el fútbol, nuestro basket es música celestial.A pesar de que ha sido un deporte clandestino que se jugaba en el espacio que sobraba al campo de fútbol en el patio del colegio.
Pero una orquesta no son más que instrumentos a su bola si no hay un director que los ponga de acuerdo. Pepu Hernández los entiende muy bien, ha sido capaz de transmitir alegría a lo que antes había sido un grupo de correctos administrativos. Se nota que juegan a placer y que llevan la insolencia del corsario: el objetivo es ganar y a ser posible mandando. Está feo comparar pero Luis Aragonés ya puede ir sacando conclusiones. Nuestro fútbol es tan penoso que dan ganas de pedir la disolución del equipo nacional, siempre hemos sido el equipo que hace felices a los demás, nos merecemos cambiar de deporte. En el fútbol nos tropezamos con la realidad que suele ser un equipo mejor enfrente; hasta ese momento somos la furia roja y la repanocha en tabla de surf. Nuestro gafe particular incluso le jodió la previsión a Nostradamus, que algo había dejado escrito en una cuarteta («una cuarteta son cuatro versos», dijo uno que habla por la tele).

La realidad del equipo español de baloncesto se llama Argentina y nos la vamos a encontrar en semifinales, la orquesta va a tener que tirar de viento y percusión porque se avecina tormenta, se acabaron los violines y las cuerdas. El premio es una final posiblemente contra Estados Unidos, ese equipo que parece siempre el mismo aunque les cambian el nombre en la camiseta para despistar. No juega Jordan pero hasta el utillero mete las canastas de espaldas y a capón.

Nos merecemos un sueño como el que nos llega de Japón, un equipo con aspiraciones, ¡encima sus jugadores hablan nuestro idioma!, no hace falta que nos traduzcan las palabras del campeón, gran novedad a la que no estábamos acostumbrados. Españoles altos que coordinan sus movimientos y disfrutan con su trabajo, inverosímil pero cierto. Si nos metemos en la final aparecerán los políticos con el «ya-decía-yo», pero no les crean, que enseñen el carnet de socio de algún equipo de baloncesto. A ellos les va más el palco futbolero. Los hay tan zoquetes que cuando Gasol falla un tiro dicen «¡uy, casi!», como si fuera un balón a corner; creen que una zona es un espacio para construir pisos y los pasos una manera de caminar. Esos son los que no han superado la Transición.

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Fuera de la Ley

agosto 25th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

En lo que va de año el Gobierno de Zapatero ha aprobado dos leyes que afectan a la conducta, dos leyes de bondad: la que limita el consumo de tabaco en espacios públicos y la que respalda al carné por puntos. Ambas están elaboradas para potenciar el lado sano, el punto zen. Pero al Gobierno le han salido los hijos respondones, a pesar de las prohibiciones el personal fuma y conduce por encima de los límites de velocidad. No se conoce el caso de un solo estanco que haya tenido que cerrar con un cartel de: «La ley contra el tabaco me mató», y desgraciadamente los accidentes en carretera no han descendido en proporción a la campaña de Tráfico. Al contrario, la picaresca nacional ha encontrado la fórmula para subastar puntos del carné ofertados en la red. Un rico caprichoso puede eludir el castigo del radar de la Guardia Civil colocando en su lugar el testimonio de otra persona que vende sus puntos por dinero y es capaz de jurar que era él quién iba al volante, (en el mercado negro se paga el punto a 300 euros). Internet mató el carné por puntos, a partir de ahora Pere Navarro va a tener que pedir que las declaraciones vengan avaladas por dos ángeles de la guarda y por el prior de un monasterio del Císter. Aún así, los niñatos de papá jugarán a quemar goma en las carreteras nacionales.
A pesar de los notables esfuerzos que realiza el Gobierno para mejorar nuestro estado de salud, los españoles se declaran insumisos a las leyes que velan por su cuerpo: fuman y chocan, hasta es posible que hagan las dos cosas a la vez en un gesto de máxima insubordinación. La guinda del despropósito es la campaña contra los incendios que lleva todo el verano asaltando las televisiones: «¡Total, por una botella!», dice el locutor y a las cenizas de los montes de Galicia me remito. Se confirma que la sociedad va por un lado y sus cuidadores por otro, el punto zen tiene poco éxito. Pero la moda se extiende a otras paradojas legales: «¡Total, por un Estatut!, ¡total, por una concesión a Batasuna!».

En los espacios huecos de la ley crecen verdaderas selvas donde el más pillo hace negocio. Me gustaría conocer cuántos octogenarios sin coche en propiedad, pero con carné, se han prestado a que el nieto se lucre en Internet. Cuántos manejan un coche de gran cilindrada por Marbella; nos íbamos a sorprender del sprint que tienen los yayos. Seguro que no los cogen, ¡total, por un artículo!

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El precio

agosto 23rd, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Llegado el final de agosto los representantes de futbolistas bufan en el móvil al colgar como Gary Cooper soplaba la punta de la pistola después de haber disparado en el saloon donde el pianista temía por su vida. Apenas tienen tiempo para coger una llamada y especular con la siguiente, para ellos recibir una llamada equivocada son 10 segundos apenas pero 2.000 dólares a la cuneta, el mercado de la carne con botas se agita mientras los presidentes de los clubes poderosos bailan la danza de la seducción bancaria. Aquello de sentir los colores se queda para equipos modestos y para amigos que juegan el sábado al fútbol sala. En el lado profesional se mueven unas cantidades incomprensibles para el cerebro humano, cargadas de ceros y de millones como las distancias que separan a las estrellas, si parpadeas te lo pierdes. Rebasada una cifra todo lo demás nos parecen experimentos de congreso de matemáticos, filosofía de la opulencia, la distancia cósmica que nos separa de los quásares. Las negociaciones de futbolistas no pueden ser secretas, pero no estaría mal pedir que fueran discretas, la mayor parte de la humanidad tendría que reencarnarse cien mil veces en trabajador con sueldo medio para alcanzar la ficha de un futbolista estrella. Cien mil veces paridos y otras tantas ocasiones para buscarnos la vida de forma legal. Ellos, los que estrenan camiseta en septiembre (cuando la mayoría buscamos jersey), ganan tanto dinero que podrían reencarnarse en rentistas durante 2.000 años; el trampolín de la miseria hacia la opulencia es un balón de fútbol. No hay energía mayor salvo la nuclear y ésa está comprobado que no le sienta bien a los cuerpos. Ni los hombres bala del circo llegan tan lejos. La insolencia con la que subastan su salario es una inmoralidad, (en el caso de que esta sociedad tuviera medio gramo de solidaridad). Y, en cambio, sus fichas están en boca de cualquiera, son datos que se cruzan en el desayuno de la máquina. Puede que no sepas el apellido de tu compañero de oficina pero sí lo que pagan por un futbolista. Cleopatra entrando en Roma portada por cientos de esclavos nubios, trompetas, flautas y tambores roncos se queda en nada comparada con la ficha de Ronaldo. Si marca goles es suficiente, si da espectáculo también lo justifica. Si no fuera por los presidentes de clubes de fútbol esta opulencia cósmica (y algo hortera en su puesta en escena), no dejaría de ser una negociación entre dos partes. Pero como en las bodas humildes, si no sobran los langostinos no hay fiesta. Nunca dar patadas resultó tan rentable ni tan ejemplar. Del «niño estudia» hemos pasado al «niño juega bien». Gol es la abreviatura de Dios.

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Conducta hostil

agosto 22nd, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La paranoia de la seguridad, como el sueño de la razón, produce monstruos. En el aeropuerto de Knoxville (Tennesse), funciona en pruebas una máquina diseñada para detectar terroristas. Imagine que está en una cola y de manera aleatoria le apartan, le meten en un cuarto umbrío, le preguntan en un idioma que no conoce y en función del tono la máquina decidirá si es usted candidato a dos añitos en Guantánamo, con los gastos pagados.
Se llama Cogito y según sus creadores es capaz de detectar al 85% de los esbirros del mal, aunque también admiten que se equivoca en un 8%, ¡ah, se siente! Si la máquina le ha detectado a uno posibles conexiones con el Mulá Omar o que conoce el camino por el que escapó en Vespa por los montes de Tora Bora, no le cabrá recurso alguno. El sistema recuerda al mecanismo que tenían algunos aeropuertos de la extinta Unión Soviética: un maromo tovarich de abrigo de dos vueltas con aliento de vodka caducado miraba a los ojos de los pasajeros, según decían era capaz de distinguir a un asesino por la mirada. Estoy convencido de que muchos de los que se levantaron aquella mañana con una leve conjuntivitis pasaron a Siberia como gentileza del Estado.

Los inventores de Cogito dicen que es una máquina experta en detectar conducta hostil al analizar parámetros biométricos como sudor frío, alteración del pulso o violentas subidas de la presión arterial. Por otra parte, son síntomas muy parecidos a los pasajeros que sienten pánico a volar, así que Cogito aplicado a las colas del Puente Aéreo provocaría una auténtica escabechina penal en hombres de negocios y pacíficos ciudadanos.

Se trata de dotar a la máquina de la verdad de un respaldo jurídico, algo insólito pero cierto y que recuerda a los penalistas del XIX que estaban convencidos de que el asesino pertenecía a cierto tipo físico. La dialéctica seguridad/libertad nos deja algunos esperpentos, una idea perversa mecanizada no es más que una tontería enchufada a un cable. Sería mucho más eficaz crear una gran abuela virtual, una ancianita vestida de negro a la que le tuviéramos que echar el aliento. Una máquina que con una sola pregunta: «¿De dónde vienes, rapaciño?», fuera capaz de deducir si hemos fumado, hemos pecado o somos buenos chicos. Y que diera pellizcos de monja después de hacernos prometer que nunca más volveríamos a pensar que Bush no es ni bueno ni guapo.

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Cuerpos sanos

agosto 16th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

A la mayoría de los ciudadanos le gustaría despertar de la anestesia con una copa de cava en la mano y Kate Moss al lado; menos a Castro, que prefirió tomarse un yogur junto a Chávez. Pero es sabido que los dirigentes carismáticos no tienen costumbres normales. A Castro le ha traicionado algún director de imagen con ideas creativas a la par que modernas; no es lo mismo pasar a la Historia con un cohiba entre las barbas que con un desnatado natural tomado con una cucharilla de postre y posiblemente rebañando para alargar el onomatopéyico momento final del ¡srlup!. Se supone que el encuentro terminó cuando Fidel echó un airecito y Chávez ponderó las virtudes del yogur aplicadas a la flora y tránsito intestinal. El mensaje de que si Castro eructa la revolución continúa es demasiado infantil.
Además, Hugo Chávez no ha cruzado el Caribe con los peligros que conlleva tal y como se anuncia en la última película de Jonhy Deep, para merendar junto a su amigo como hacen dos yayos en una residencia de Florida. El octogenario Alejandro Robaina, uno de los pocos que tiene apellido que decora una vitola de habanos, estuvo hace poco en España y en ningún momento renegó de las plantas que cultiva. Compay se fue a la tumba ponderando las virtudes de «fumal», «bebel» y «jodel», y sin abrazar la dieta macrobiótica como camino de salvación de los soneros que no tenían remedio, por eso la historia de cuando Juanica y Chanchán en el mar cernían arena tiene vigencia sensual en las noches de vestales y boleros. Castro tomando desnatados es como Mick Jagger acostándose a las nueve para cuidar su voz, una contradicción reclinada en sábanas blancas de hilo.

Una de las claves del encuentro la podemos descubrir en dos muñecos de barro que decoran la espartana estancia, son dos figuritas que le representan a él y al dirigente venezolano en comparsa amistosa, dos piezas de mercadillo que decorarían una casa de discípulos del flower power. Lamentable espectáculo visual que muestra la revolución en pañales (no tanto por su bisoñez), sino por incontinencia de esfínteres. Con esta dieta no sabemos cómo será la transición en la isla pero sí que Fidel va a lucir un tipo estupendo.

A Franco le traicionó el yerno al sacarle unas fotos entubado en La Paz, a Castro le ha podido la egolatría de la foto desnatada. Sólo nos falta saber cuánto ha pagado la marca de yogures por el anuncio.

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Muslos de pollo

agosto 15th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

A la espera de una ley física que dé paso a una hipótesis sostenible, nadie sabe cómo pero cuando dos personas se paran ante un puesto del mercado ya se monta una cola, aglomeración humana que está en función de lo absurdo del producto a despachar. Y uno no está del todo de vacaciones hasta que no ha sudado en una cola de súper, hiper, mercado de barrio, mercadillo medieval, chiringuito o tenderete con helados de turrón. Los famosos inauguran verano con un chapuzón ombliguero pero el personal corriente, el de apartamento patera a compartir con familia política, si no se carga de bolsas de plástico obtenidas en colas, no disfruta en plenitud.
Llegado el ecuador de agosto (puente virginal en el que se está obligado a la vacación por narices), quien más quien menos se ha chupado unas colas de híper con denominación de origen. En una incursión de antropología en chanclas he observado que el producto estrella es el muslo de pollo (no es nada científico, pero tampoco nadie le pidió explicaciones a Newton cuando compraba manzanas). Los vacacionistas del Mediterráneo adquieren inconmensurables cantidades de muslos de pollo que de manera natural aplaca las iras gástricas de la unidad familiar. El muslo de pollo apilado en bandejas de corcho blanco tiene algo de festín erótico de pobre, resultan un catálogo de prótesis para bailarinas jubiladas: tobillo fino y carne torneada en la opulencia. Si los pollos llevaran tacones las revistas de aves se venderían junto a las porno.

Parecerá un absurdo: la cola ante la pollería es la última moda, lo que se lleva. Y, aunque pasen los minutos en una espera insoportable de calor, moscas y empujones (ojo con los rozamientos en traje de baño), uno sabe que obtiene un trofeo práctico. Otros hicieron una cola tremebunda para ver a los Stones en Valladolid y se quedaron con el papel en la mano, huérfanos de la descarga del rock and roll porque Mick Jagger cogió una afonía de monje lector. La tos seca producto de una corriente inoportuna es fatal, quién sabe si también ha intervenido la edad provecta del eterno chico malo. Los Stones nunca hubieran triunfado en la época del cine mudo; hace falta que sus canciones te muevan con meneíllo sísmico musical.

Fue la única cola altruista del verano, hecha por simpatía por el demonio, porque si se hubieran fijado en los muslos de Jagger, o de Richards, no les hubiera merecido la pena.

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Arde la calle

agosto 12th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Veinte detenidos (por ahora), 200 focos ardiendo, 100 incontrolados o dejados por imposibles, 7.000 personas implicadas en las extinciones y 25 aeronaves echando agua entre las nubes del infierno. No es el fin del mundo, es Galicia, agosto de 2006. Zapatero y Rubalcaba están convencidos de que detrás del fuego hay una voluntad de destrucción que tiene nombres y apellidos, una asociación de pirómanos, por eso han puesto a trabajar al fiscal general del Estado que a su vez pide «máximo rigor»; pero el ciudadano sabe que el fuego de la Ley es más lento que las llamas de hoy. Dicen que el miércoles lloverá, demasiado tarde.
El ciudadano que ha olido el miedo cerca de su casa, el que ha visto como los árboles se convertían en antorchas, no olvida y exige coordinación, eficacia y castigo. Cuando se apaguen las cenizas y termine esta lucha cuerpo a cuerpo se encenderá el debate político, asombra que un país de sequía no tenga al fuego entre sus enemigos más íntimos, causa perplejidad que no manejemos un protocolo nacional para las grandes catástrofes en el que se impliquen todos los medios del Estado. Y, ya puestos a pedir, menos leña entre políticos mientras dura el incendio para no echar más chispas sobre la hojarasca. Si no han sido capaces de hacerle frente poco sentido tiene ahora que se tiren la ceniza encima.

Pasma la capacidad de resignación que tenemos ante la catástrofe, todos los diciembres se nos hielan unos cuantos conductores en las carreteras y en verano se queman los bosques. Y lo aceptamos de manera natural como si lo mandara el cielo. El ciudadano de a pie, el que tose y apaga su término municipal con un pañuelo sucio de una semana de humos, no lo entiende. Arde la calle en agosto y más bien parece que no hay explicaciones para las calamidades, ya sea el hombre o el diablo el que prenda la llama no sabemos encontrar una solución. En Galicia las reseñas de las fiestas del verano, o las regatas de Mallorca de la Familia Real, suenan a ciencia ficción, a crónicas de otro planeta. Y es posible que en materia de solidaridad nuestros políticos vivan cada uno en una galaxia distinta.

Por quemar el bosque hay una pena en el Código, y muchas más por actuar de mala fe y arrasar con la naturaleza. Pero no hay pena que compense el miedo de los gallegos acostumbrados a ver nubes y pisar hierba, hoy que esas nubes son de humo y pisan brasas.

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