(“Las Provincias“, martes 9 de octubre 2012)
Nadie le puede negar a Alfredo Pérez Rubalcaba la capacidad de desenvolverse en política con habilidad, hasta sus más feroces enemigos reconocen en él a un superviviente de varias épocas, algunas de ellas terribles. Pero en política hay personas que pierden su oportunidad sólo porque están fuera del calendario, unos por llegar pronto y otros porque no se terminan de marchar nunca. Parece que la actualidad le ha dado un mordisco a Rubalcaba en la merienda y se la ha quitado como el lobo a Caperucita, ¿Dónde está el líder de la oposición y de qué manera la está ejerciendo? En el primer mitin de las gallegas Rubalcaba no llenó un auditorio con doscientas sillas, y en el PSOE surgen las voces que piden mayor contundencia a la hora de responder al gobierno, y si no es posible al menos que se hable por una misma voz puesto que Pere Navarro ha vuelto a decir que el PSC va por libre, (se está ganando una respuesta contundente de Rodríguez Ibarra que para eso es muy suyo).
El fuelle que pierde el PSOE en las encuestas lo gana la calle en ira. Rubalcaba, a su pesar, está demasiado identificado con la imagen del gobierno, cuándo da una rueda de prensa parece que nos sigue hablando desde Moncloa. Si al menos se cambiara las corbatas, de otra manera se identifica con el gobierno anterior que fue echado del poder debido a su torpeza para gestionar la crisis. A la pregunta de ¿Dónde está Rubalcaba? la respuesta es allá donde aparece el descontento no canalizado, de ahí la sangría de votos que sufren en Ferraz. A veces cuesta creer que estén bien asesorados por sociólogos y economistas.
Todo líder de la oposición ha de transmitir una imagen avalada por un discurso atractivo; pasó con Felipe cuándo superó al decaído Suárez, pasó con Aznar cuándo borró a Felipe, y pasó con Zapatero cuándo truncó los planes sucesorios de Aznar con aquel Rajoy de entonces. Con Rubalcaba hay serias dudas de que esto vuelva a ocurrir, el momento es muy delicado como para dejar al gobierno sin el contrapeso de una oposición fuerte que entusiasme con sus propuestas. A todo esto Carme Chacón no se resigna y mueve peones, en el PSOE la única voz acreditada sigue siendo la de Felipe González y ella es de su estirpe.
Rubalcaba se tendría que preguntar por qué Bono convoca a más socialistas en la presentación de sus memorias que él en un mitin en Cerceda, y por qué se habla más de alguien que ha dejado la política, Esperanza Aguirre, que del jefe de la oposición. Debería cuestionarse eso y por qué no presenta una política alternativa que enganche. De otra manera Rajoy puede estar bien tranquilo con Rubalcaba a quién se le está poniendo cara de “ministro de la oposición”. Y eso no es nada bueno.
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