Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Más papistas que el Papa. Cuando nadie en Europa se plantea reducir los límites de velocidad, nosotros sí. La excusa es la crisis abierta en Libia pero ni el escaso volumen de petróleo que importamos de aquel país, (el 13 por ciento), ni la inminente fecha de caducidad de la momia de Gadafi, nos han impedido tomar una polémica decisión que afecta a la circulación viaria. Tan sólo por el hecho de criticar la medida te pueden llamar “troglodita anarcoide”, (eso debe ser como si Pedro Picapiedra y Pablo Mármol quedaran para hacer botellón, algo de mucha risa). Pero es que detrás de la reducción de la velocidad uno intuye la voluntad de poner a España a 110 voltios también, es decir más triste, más apagada, con menos brillo.
Algo que empieza con una pegatina no puede ser una medida política considerada muy seria. Lo de la pegatina es la solución de urgencia que se le ocurre a Blanco cuándo se entera de lo que ha anunciado Rubalcaba en el consejo de Ministros, a su vez motivado por una idea que ha tenido Sebastián, (trabajo en equipo le llaman). Por lo tanto el Ministro de Fomento se vio obligado a crear la figura del director general de Pegatinas que, a su vez, tuviera varios jefes de sección y delegados que hicieran las labores de los “umpa-lumpa”, los gnomos inventados por Roald Dahl para un pasaje de su cuento “Charlie y la fábrica de chocolate”. Los “umpa-lumpa” de Blanco han trabajado a destajo este fin de semana hasta conseguir las seis mil pegatinas que tendrán que colocar en otras tantas señales de las carreteras españolas. De su celeridad en la instalación y de lo sólido del pegamento que utilicen los “umpa-lumpa” de Blanco depende el éxito de la operación; si las pegatinas se vuelan entonces también se irá a la cuneta el esfuerzo pedagógico del Gobierno. Nunca tantos estuvieron tan pendientes de un bote de cola.
Sorprende la frivolidad con la que el presidente del Gobierno despacha la medida: “no es tan grave llegar más tarde por ir a 110″. La idea no es que los españoles lleguen tarde si no que lo hagan a tiempo, y para eso tendrán que salir antes, ahí la diferencia, el detalle y el comentario que se podía haber ahorrado Zapatero. No aspiramos a ser un pueblo que llega tarde si no a ser uno que cumple con sus obligaciones a tiempo.
Ni al que asó la manteca, (uno de los múltiples asesores que tienen en Moncloa para ideas felices), se le ocurre una medida que supone un bajo ahorro energético pero un alto coste en popularidad ahora cuando las encuestas pintan mal. Le van a hacer falta muchos “umpa-lumpa” a Rubalcaba para detener la fuga de desencantados que huyen a toda velocidad, lo dicen las encuestas, desafiando las multas de los radares.
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