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Españoles por Madrid

julio 13th, 2010 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Villa y Recorte
En las iniciativas sin paternidad es dónde se demuestra el poder de la calle. Luego vendrán los del cubicaje a recortar entusiasmos y a poner a cada paisano sobre una baldosa, (lo harán porque de envidias comparativas está España llena), pero lo que está claro es que Madrid se ha llenado de gente feliz unidos por una misma causa, algo más elevado que un resultado de fútbol porque se trata de un sentimiento positivo. Desde Moncloa al Manzanares pasando por las arterias del centro se vivió la fiesta de las banderas de España y de las camisetas de la selección de fútbol, no la fiesta del pulpo, ni la de los sapos que organizan otros que se sabe cómo empiezan pero no se sabe en qué momento te van a llamar “botifler”, (traidor), y te mandan a casa entre pitos e insultos. Pague usted una fiesta para que le llamen de todo y se quejen porque los radicales creen que este Montilla es blanco y de garrafón.
En Madrid hacía tiempo que no se veía una concentración masiva originada por un hecho que tapa calles y cierra bocas; aquí estamos acostumbrados a que los grandes acontecimientos no se convocan si no que se producen, (desde el 2 de mayo de 1808 a la proclamación de la II República pasando por las concentraciones espontáneas en los tiempos duros de ETA). El personal está por la labor de salir de casa a festejar una buena causa, por lo tanto los políticos tendrían que pasar una ITV para que les digan en qué punto se fundieron los contactos con el pueblo que les ha vuelto a dar sopas con ondas en cuanto a unidad y entusiasmo colectivo. Uno se puede encontrar con la crónica en directo de “españoles por Madrid”, esa gente que vive cerca pero de la que desconocemos sus intenciones pero que en el fondo tanto se nos parecen.
A pesar del calor de un lunes de julio por la tarde, (uno de esos días en los que los meteorólogos recomiendan no salir de casa ni en defensa propia), la ciudad se llenó de “ocupas” que no desfallecían por los latigazos que arrea el termómetro cuando se pone flamenco, (que no holandés). Será otro efecto de una Copa que viene helada del frío de Johannesburgo. En lugar de contar madrileños por metro cuadrado dígase que estuvieron “todos”, y se acabará antes.

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La tarde-noche del waka-waka

julio 12th, 2010 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

No quedaba una camiseta de España por vender, ni un chiquillo por presentarse allí con ella, llegaban en riadas que salían del metro o que bajaban por las calles de asfalto recalentado que da a la avenida de las grandes ocasiones y de los proyectos comunes. El Paseo de Recoletos, de lado a lado, de balcón a copa de árbol, tomado desde primera hora por una multitud ávida de corear: “¡yo soy español, español, español!”, y que sin pudor pisaban los jardines municipales, (mal domingo para la vida de un tulipán, se siente). Bien es verdad que no es lo mismo vivir un partido en el campo que ante una pantalla gigante que no deja de ser un recuerdo de aquellos tele-clubs de pueblo. Hacia años que no se veían tantas banderas de España en las calles de Madrid, ni tantas caras pintadas como indios en son de guerra dispuestos a bailar la danza de los valientes. Había unas ganas de ver goles que hasta Johannesburgo tenían que llegar los gritos, la Cibeles sorda y vallada para no quedar manca además de teniente. Habían ido para vibrar con la emoción de un concierto de heavy pero entre el árbitro y la selección de Holanda se empeñaron en que aquello fuera un recital de música antigua hasta llegar a la agonía de la prórroga, todo muy lento y muy soso. Un pausado atardecer de calor y fuego hasta que a las once menos cuatro minutos, ya en plena noche, Iniesta abrió la puerta del cielo, y la ciudad de vino abajo, y aquel árbitro-”cabrón”, (por cierto bien ganado el mote), dejó de ser el enemigo público número 1 para quedar como un tío antipático que a punto estuvo de cerrarnos el paso al paraíso. Así que en los minutos que quedaban hasta el pitido final la gente no sabía si dar saltos o llorar como Iker Casillas, y quizá por eso optaron por ambas cosas. Estaba claro que tocaba sudar y soltar alguna lágrima porque una final cada ochenta años conviene ser festejada. Parecía que no cabía nadie más pero cuando entró el puñetero balón surgió más gente de no se sabe dónde haciendo valer el dicho de que Madrid es tierra acogedora porque cabe todo el mundo. Iker alzaba los brazos con una Copa y el personal aquí también como si en Johannesburgo se les pudiera escuchar. Mucho waka-waka, hey-hey… que son las únicas palabras que hemos aprendido de un idioma que nos resultaba lejano, tanto como para ellos pronunciar Iniesta o Casillas, al que todos anteponen el calificativo de santo.
Antes de empezar el encuentro, María Dolores de Cospedal cruzaba Cibeles, había acudido “a ver el ambiente”, envuelta en bandera-mantón de considerables dimensiones. Enfrente del Cuartel General del Estado la organización había instalado un púlpito en altura para que el “famoseo” pudiera seguir el encuentro copa en mano y plato de jamón para entonarse. En primera fila, bien visible, Kiko Matamoros, se supone que para acojonar a los holandeses, por cierto increíble su parecido físico con el árbitro inglés Howard Webb. Más allá Parada, sin pianista, buscando un asiento porque no debe estar muy acostumbrado a jugar finales. A su lado el cantante José Manuel Soto, una “triunfita” llamada Natalia, un hijo de Nati Abascal, (Rafael) y el humorista Félix “El Gato”. La verdad es que no era un plantel de famoseo de lujo para ganar medallas; eso sí acompañados de séquito de reporteros del corazón que competían con ellos en “petardismo ilustrado” y en afectación de la pose. Más atrás la representación oficial del Ayuntamiento que recayó en el vicealcalde Manuel Cobo, lógicamente apartado de ese petardeo que no le corresponde. Cobo también con su camiseta.
Un gol de Iniesta que puso a Madrid a corear “¡España-España!”, waka-waka hasta quedar roncos. Lo que te has perdido Andrés Montes, tú que investaste el tiqui-taca cuando éramos pocos y cojos. Campeones del mundo un grupo heterodoxo de bajitos que crecieron mucho, tanto como para tocar la copa y hacerla suya. Es decir de todos.

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La floración de las banderas

julio 9th, 2010 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Lo que va de “Banderita” como pasodoble a lo que ahora es bandera de todos… una distancia generacional que hemos saltado de un bote, o mejor dando un salto como el de Pujol que puso al país en pie al tirar de su cabeza. De nuevo es el deporte la solución para eliminar nuestros complejos; nunca antes se habían visto tantas banderas de España situadas en más balcones. Vas a cualquier tienda y te despachan “cuarto y mitad” de bandera como el que antes pedía jamón York. Símbolo que ha llegado hasta los top-manta dónde se venden copias a granel porque está de moda lucir bandera de España.
Despertó el español de su letargo como tiene por costumbre: de golpe y sin dar explicaciones. Hasta el momento habíamos sido un pueblo que presumía de poner una pica en Flandes pero que era incapaz de enseñar una bandera en una maceta por si los vecinos le tenían por peligroso elemento antidemócrata, (no fuera a ser que nos dijeran que éramos más de derechas que Don Pelayo). La bandera consistía en un objeto pequeñito de escritorio que se regalaba a los abuelos por Navidad, y allí quedaba en una vitrina junto a la barca de palillos, la gitana y un toro zaino.
Uno viajaba por Europa y veía como la exhibición de símbolos nacionales era un asunto resuelto en cada país desde hacía varias generaciones, menos en el nuestro dónde éramos españoles pero “de la secreta”, de esos que esconden su identidad para no dar pistas al enemigo. Después de varios años de pegarnos con la bandera y con el mástil, (y de tenerla como símbolo excluyente), ha tenido que venir el fútbol para colocar las cosas en su justa normalidad. De momento está por ver que ganemos la final pero ya hemos ganado la superación de un trauma infantil. Gracias Alemania, gracias Paraguay, gracias Portugal, gracias Chile, gracias Honduras y gracias Suiza, a todos ellos les debemos haber salido de este letargo tan ñoño y casposo.
Hemos lucido camisetas del Ché con la bandera cubana, hemos llevado la bandera confederada de Estados Unidos, cualquier cosa menos combinar rojo con amarillo no nos fueran a tomar por un extra de “Las Leandras”, esa zarzuela dónde se hacia ostentación de patriotismo con bandurria.
Hay banderas que se lucen y no duelen.

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El líder doblemente liberado

julio 4th, 2010 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Sabíamos que el 1 de julio subía el IVA pero de lo que no estábamos enterados es de que caducaba Vicente Rodríguez. Cuando mejor juego desplegaba en el conflicto del metro de Madrid y más agresivo se mostraba, el sindicato decide hacer un cambio para enviarle al banquillo. A Vicente Rodríguez le sustituye Antonio Asensio que tiene perfil más de centrocampista reflexivo, lo cuál es una lástima porque Vicente de cabeza iba muy bien y como defensa no dejaba pasar una, (ni uno).
En Comisiones Obreras sostiene la tesis oficial que le han relevado no porque quisiera “quemar Madrid”, ni porque tuviera un lenguaje cañero si no porque había llegado el momento. Pidamos que rujan unas vuvuzelas para quejarnos. Eso no se hace, cuando nos habíamos acostumbrado a los arranques de Vicente, (que prometía convertirse en un sólido líder de megáfono y barricada), lo cambian en mitad del partido para dar otra imagen.
La huelga del metro de Madrid, sin Vicente Rodríguez, va a ser otra cosa, mucho más aburrida y descafeinada. Nos quedamos sin la “final” Rodríguez/Aguirre que hubiera sido cumbre de lo cheli y del “¿Qué pasa, eh?”, “pos ná”. Ahora Vicente es un líder doblemente liberado, del sindicato y de sí mismo, una gran liberación. Eso sí, tendrá que volver a casa, a pie, como todo el mundo porque “Metro recuerda a los señores viajeros que las estaciones permanecerán cerradas por el incumplimiento de los servicios mínimos. Rogamos disculpen las molestias”. No somos nadie, Vicente.

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La Banda de los Pocholos

julio 3rd, 2010 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

El aburrimiento de la cultura del adosado produce monstruos. Véase la muestra de la Banda de los Pocholos que durante el día eran niños “monísssimos” y por la noche cometían sus atracos como cualquier miembro del hampa, aunque para palo el que se han llevado sus padres que no podían imaginar que les iban a llamar de comisaría. Y todo por el “subidón” que les proporcionaba romper un escaparate; fue probar el primer alunizaje y aquello les pareció alucinógeno, igual que en las películas, se sentían colegas de “El Vaquilla” pero con camisa de marca. Se dedicaban al “trinque” pero no para conseguir unas papelinas si no para ser chicos malotes, pobres chicos que no chicos pobres.
Esta vez se han metido en un marrón considerable porque no se trata de que papá venga con la chequera a ver qué se ha roto, se les va a acusar de asociación de malhechores, vulgo de ser una banda pero no censada en “El Gallinero” de la Cañada dónde tienen residencia fiscal unas cuántas. Van a tener más complicado convencer a sus familias que al juez porque en casa no cuentan con asistencia letrada. A ver cómo les convencen a sus papás de que la vida que llevaban era tan sosa que si no daban un buen palo se aburrían a pesar de que lo tenían casi todo. Le tienen que contar al juez que es mucho más divertido entrar en una tienda por el escaparate y de madrugada que de día cuando está el encargado.
No les movía el lucro puesto que vendían lo sustraído por debajo de su precio en el mercado negro, un poco más y revientan la economía sumergida porque aunque uno sea un “mangui” se debe atener a unos criterios. Si destrozamos el mercado con ofertas por debajo de los precios entonces perderá sentido la causa criminal. El código del delincuente hay que respetarlo, sea uno miembro de los Pocholos, (o respetable banquero); aquí todos a una o acabamos con el mercado de lo ilegal, recordemos que el hampa es una cosa muy seria. No es igual un roba carteras de autobús de La Castellana, un robaperas de esos que trabajan el descuido, que ser miembro de una banda que tiene sus reglas y sus maneras de actuar.

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Sindicalismo de vuvuzela

junio 30th, 2010 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Kilómetros de colas, autobuses atestados, paradas de taxi a reventar, madrileños que llegan tarde y la sensación de que el fin del mundo esta vez cae en julio. Demasiada virulencia sindical para responder a una reducción de la nómina, excesiva y del todo impopular por las consecuencias que se extienden a nada menos que dos millones de usuarios del transporte público colectivo. Una línea de metro que no funciona no le afecta a un banquero precisamente si no a otro trabajador que no tiene por qué pagar en sus carnes estrategias oscuras.
Los sindicatos del metro juegan a montar un 2 de mayo a Esperanza Aguirre, y el personal que espera el autobús se pregunta sí no hubo motivos para rodar este “Apocalipsis Now” ante las puertas de la Moncloa cuando a José Luís se le apareció el ángel exterminador de funcionarios y jubilados. Extraña que entonces “no”, y ahora “sí”. Entonces “no” por mucho y ahora “sí” por menos. Madrid está en manos de una virulencia sindical pensada de antemano, tanta ira no se improvisa un martes por la mañana cuando se decide incumplir los servicios mínimos. Aquí huele a tongo-mondongo, lo que empezó siendo una justa reivindicación, (como lo son todas las de los trabajadores), se ha tornado en incómoda acción contra la ciudadanía tomada como rehenes. Pudiera ser que por la antipatía que han provocado estos paros la acción sindical se vuelva en contra de los organizadores y pasen a ser considerados malasombras de andén a los que les da igual la carne de obrero que la de consejero.
Pantomima es pactar unos servicios mínimos con la empresa e incumplirlos en las primeras horas para luego echarse al monte de aquí no se mueve nadie porque lo manda el sindicato. No estamos para imposiciones que lleguen desde un sector y compliquen al resto de la ciudadanía. Si cada madrileño afectado por recortes se echara a la calle entonces se llenarían los andenes del metro de cabreados sin fronteras. Esta huelga es producto de un sindicalismo de vuvuzela que molesta pero no aporta.

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El consejero rectificado

junio 29th, 2010 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

No pasará a la historia de Las Ventas la muñeca templada del consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid, más bien todo lo contrario será recordado por cómo aliviaba los problemas grandes por alto y los despachaba de media lagartijera con trámite de urgencia. Malo. Siempre se ha dicho que la prisa es propia de toreros malos, de ladrones, y ahora se puede incluir la categoría de consejeros que no saben explicarse. Tanto es así que ha tenido que salir su presidenta a dar una respuesta política que él ha sido incapaz de ofrecer durante las primeras horas de los paros del metro. Siguiendo en el argot taurino ha sido Aguirre quién le ha hecho el quite para que se pudiera entender el problema de movilidad que representan los andenes vacíos, y quienes serán los que paguen el pato de una huelga salvaje. Sí es por Echeverria aún estaríamos preguntándonos cómo repercuten los paros en la vida de los madrileños dentro de una nebulosa de conceptos técnicos y tristones. A por uvas estaba el consejero debida su proximidad a la parra. Que tenga que ser Aguirre quién de las explicaciones que él no ha sabido dar le restan puntos en una crisis de notable importancia.
El gobierno regional se enfrenta, por primera vez, contra un ejército poderoso que puede congelar las calles de Madrid en caso de apretar los paros y llevarlos al coma inducido de una huelga indefinida. Podríamos preguntarnos sí Echeverría tiene el perfil político necesario para convencer a los sindicatos para que depongan su actitud, (o quizá no lo preguntemos porque viene el consejero y se explica que será peor).
Otras capitales pueden tener transporte alternativo pero Madrid tiene una dependencia enorme del suburbano que ha crecido notablemente como otra ciudad bajo tierra. Apañarnos sin el metro no será fácil. Madrid sin metro es como Nueva York con King-Kong por las calles: todo confusión, bocinas, y gente que camina muy deprisa entre los coches. Eso es lo que no ha sabido explicar Echeverría que es del género político opaco.
Algunos toreros cuando han visto cómo otro matador hacía un quite que para ellos resultaba imposible se han cortado la coleta. Cuestión de pundonor. No descartemos que le vuelvan a afear la conducta por no estar en su sitio, y que le indiquen a base de rectificaciones dónde se debe poner en el ruedo.

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Dejarse la vida en la vía

junio 25th, 2010 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Los trenes dividen el paisaje en dos orillas y para cruzar hay que pasar, necesariamente, por encima de los raíles porque no siempre hay un subterráneo, o una pasarela, cerca. Todos los días cientos de personas lo hacen, las más habituadas ponen mucha atención y aún así cruzan ágiles hasta ganar la otra orilla sabiendo que caminan sobre fuego. En pequeña escala las vías del tren son un muro de Berlín con el que se convive cerca de los núcleos urbanos y el mapa de nuestra región está sembrado de laberintos de hierro por los que pasan los trenes de cercanías a buen ritmo.
Casi nunca pasa nada, lo contrario es la noticia, pero dejarlo todo al amparo del “casi nunca” no oculta el peligro que existe. Para una locomotora en marcha las personas somos igual que mosquitos que se pegan al morro en verano; el tren no tiene la posibilidad de detenerse en seco, eso sólo pasa en las películas de dibujos animados cuando el Correcaminos se planta burlón. Y no será al maquinista al que haya que culpar si no a la autoridad que no señaliza o que no pone las vallas oportunas, aún así no es extraño que haya quién se cuele por un boquete. Es más fácil de lo que imaginamos porque en muchos casos no queda otro remedio, no es temeridad si no que no hay otro camino.
La vida pasa muy deprisa pero más aún el tren por los raíles y el encuentro siempre es fatal; todos los incidentes acaban en vía muerta, chispas y olor a hierro al rojo vivo. Por supuesto que no es lo habitual pero de excepciones están los cementerios llenos, repletos de personas que se cruzaron con el último tren de su vida. Mala suerte le llaman pero tampoco hay que dejar a merced del infortunio lo que se puede solucionar de una manera mejor. El triste suceso de Casteldefells nos deja la enseñanza de que atravesar las vías del ferrocarril es igual que jugar a la ruleta rusa con todas las balas en el tambor.
La experiencia son sangre entra, hemos aprendido que la distancia más corta entre dos puntos no siempre es la línea recta, no al menos cuando se trata de líneas de hierro paralelas por las que galopa la muerte a toda velocidad.

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La ilusión por bandera

junio 16th, 2010 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Así que era esto. Tanta emoción, tantos nervios, y lo hemos ido a descubrir cuando el fútbol español es centenario. Y pensar que otros como Argentina. Italia, Francia, Alemania o Brasil nos llevan lustros de ventaja en disfrutar sin complejos del juego de su selección. Caramba lo que nos hemos perdido por haber sido “el equipo que hacia felices a los demás”, la Armada Invencible en pantalón corto que se despeñaba en las expediciones que emprendía con quijotesco destino. Conste que lo intentamos, hasta hubo un Mundial en España en el 82 de infausto recuerdo para Naranjito y el resto de parafernalia que se nos fue, (otra vez, ¡ay dolor!), por el puñetero desagüe de nuestras frustraciones.
En cambio este equipo es capaz de aglutinar y de emocionar a partes iguales. El “share”, como el algodón, no engaña y nos dice que los partidos de la selección son los programas más vistos hasta en los barrios más nacionalistas que renegarían haber saltado cuando Iniesta encara la portería contraria. A corazón grande, pantalla gigante para ver a Torres y a Casillas como si fueran actores de Hollywood. Y si ellos tienen vuvucelas aquí tenemos ganas de gritar “¡A por ellos, oé!”, un coro de voces que tendrá su efecto mariposa en la otra parte del planeta.
Hay confianza en este equipo y el deseo de que igualen la hazaña del Europeo cuando Torres hizo un gol que nos metió en la Historia por una puerta roja. Es verdad que llegamos tarde pero eso, ahora, ¿a quién le importa?, lo que cuenta es que podemos volver a soñar despiertos.
Durante estos días se van a ver más banderas españolas que en un desfile, y mientras el Constitucional no diga lo contrario llena más la boca gritar “¡España, España!” que invocar “¡Nación, nación!”. Nada más corriente que la normalidad de los comportamientos y la espontaneidad de las acciones. Algo de narcotizante también hay en este fenómeno que mitiga las heridas de una crisis durante los días que dure el Mundial, (esperemos ser los últimos en salir de Johanesburgo porque será señal de que hemos llegado al podio). Esta tarde buena parte del país se parará, hay verdadera curiosidad colectiva por ver a la Sinfónica de Del Bosque tocar el cuero. De nuevo es el deporte la válvula de descompresión social que libera tensiones. Parecerá que estamos de huelga, pero todavía no, será porque ha empezado a rodar el jabulani que es ese balón que nos tiene que llevar a la gloria a patadas.

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La huelga general gira contra los sindicatos

junio 9th, 2010 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

A tal “decretazo” tal “huelgazo”, pero finalmente la traca quedó en poco y el ruido de una huelga general apenas en petardo mojado. En los tiempos del ICONA se inventó un eslogan que decía: “cuando un bosque se quema, algo suyo se quema”, y un anónimo escribió debajo… “algo suyo, señor conde”. Pues cuándo una huelga general de funcionarios sale fallida algo suyo ha salido mal, señor sindicalista. José Ricardo Martínez, (UGT), y Javier López, (CCOO), deberían hacérselo mirar como dicen en Cataluña cuando todo el mundo se da cuenta de lo que te pasa menos uno que ignora la realidad con insistente desdén. Cuando se convoca a los trabajadores a dejar juzgados, hospitales y centros de transporte vacíos, y el resultado es que apenas se notan los paros entonces es que han fracasado los convocantes. Sí te pones a la cabeza de la manifestación pero luego te das cuenta de que nadie te sigue es que tenemos un problema de estrategia que no es achacable al enemigo exterior, (léase patronal o gobierno).
No será porque el funcionario-recortado, el trabajador público-abreviado, no tenga motivos para la huelga, tal vez lo que ocurra es que los sindicatos han reaccionado tarde; “encima que me recortan el sueldo como para regalar un día”, (decía ayer una funcionaria, no le faltaba razón). Esos trabajadores públicos han dejado de confiar en la acción sindical para solucionar sus conflictos; por algo será. Y lo que tenía que haber sido respuesta contundente quedó en nada, (un gallo en un fallido do de pecho). Moraleja: esto pasa por hacer alardes cuando no estamos para presumir. Entre las propuestas sindicales y los problemas de los funcionarios hay una distancia para recorrer en cohete espacial, y cada vez se alejan más las posturas y cada vez se ignora más esa desviación.
Distancia que se ha venido fraguando en el tiempo y de la que parece que sólo Martínez y López, (esa “entrañable” pareja de “Fernández y Fernández” que siempre acude unida a los actos sociales), no se habían dando cuenta. El pasado 1 de mayo les hubiera servido de reflexión, aquel domingo en el que había más periodistas que manifestantes en la Puerta del Sol. O darse cuenta de que los parados confían poco en quienes no les pueden representar, o que los liberados son una casta social en sí misma en tiempos de abolición de privilegios. De aquella fotografía fija de trabajadores saliendo de una fábrica que inspiró “Novecento” a Bertoluci no queda nada hoy, y en la medida en la que los sindicatos no entiendan el mensaje menos va a quedar aún. El de ayer era un disparo contra el Gobierno que los sindicatos se han terminado dando en un pie. Con huelgas como esta Zapatero se hace tirabuzones igual que decían en el XIX de las bombas de Napoleón sobre Cádiz.
Malo será si no hacen autocrítica. Por calcular mal las fuerzas han saltado con poco impulso del trampolín y se la han pegado contra el bordillo de la piscina. Menudo susto se ha dado el Gobierno, ¡buf!

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