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Gasol, eres el más grande

diciembre 16th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Pau estaba harto de los trajes de chaqueta que se hizo para animar a su equipo desde el banquillo, por eso ha acelerado el regreso a las canchas de la NBA. No hay mal que cien años dure ni muletas que no tengan su final. Sabe que será el centro de atención a pesar de que las cheerleaders de Miami (donde reaparecerá esta madrugada) son ultrasónicas; unas trigueñas esculpidas de mucho trotar el tacón por Coral Gables, de las que toman el sol sobre toallas de Versace y tienen a Shakira como jurisprudencia.

Le toca ponerse el mono de trabajo y sacar a los Memphis del pozo de la NBA; Gasol en ese equipo que es farolillo rojo está tan fuera de cacho como Fernando Alonso en una carrera popular de sacos, demasiado jugador para un elenco tan rácano. Parece cantado que terminará la temporada y fichará por una marca mayor, posiblemente por los Celtics que fueron el equipo de un dandy llamado Larry Bird, aquel blanco que tenía amaestrado el balón y sudaba apenas.

Boston es la ciudad que más le pega a Gasol en esta etapa de su vida cuando ha conseguido ser campeón del mundo de baloncesto, premio Príncipe de Asturias y ha adquirido categoría de galán de banquillo (aunque al sastre habría que fusilarlo porque le cose como si fuera un secundario de Robert de Niro en Una historia del Bronx). La elegancia de Gasol tiene mayor mérito cuando se compara con otros ilustres de la NBA que no salen del chándal, y cuando lo hacen son de un mal gusto exquisito.

Parece que para ser buen jugador hay que estar reñido con las combinaciones cromáticas. El ejemplo es Dennis Rodman, que viste como el Fary, pero con dos metros de altura. A pesar de tan lamentable imagen consiguió hacerse con un carnet de sexador de barbies y se casó con la vigilanta Carmen Electra después de haber catado al resto de protagonistas de la serie (aunque luego el matrimonio no le duró ni siquiera un playoff porque Carmen no sabía dónde ponerse en la cama cuando Rodman hacía el corte de UCLA). Pat Riley hubiera dicho que a la vigilanta le faltaban fundamentos, Riley siempre cuidó su imagen de divo con ropa de Armani y cierta distancia aristocrática con la plebe que son los jugadores. Una cosa es entrenar a gladiadores y otra mancharte la túnica de sangre de león, dejemos las cosas claras y a cada cuál en su sitio.

Pau acabará haciendo un cameo en alguna película de los Coen, mucho mejor que hacer el panoli con Nadal en un anuncio. Pero antes nos tiene que dejar su virtuosismo en una cancha, nos tiene que robar muchas noches de insomnio ante la pantalla del televisor que nos comprime su imagen porque si no en dos zancadas cruzaría nuestro salón. Pau Gasol es una máquina del deporte, un tipo tan competente que hace fácil lo que para el resto en llanamente imposible.

El chico cuenta con el plus europeo que en aquellas latitudes tanto se valora por lo que representa de intelectual el viejo continente, de aquí. Es tan alto como un picador subido al caballo y camina con el protocolo que desplaza un torero antiguo, un Belmonte sin botas de charol, un Marcial Lalanda con pasodoble hip-hop.

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“Rafanomejodas’ nunca dejó su banderín

noviembre 18th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Hay personas que creen en lo que piensan y otros que piensan lo que deben creer para no desentonar con el paisaje. Los primeros son escasos, nada recomendables en un cursillo de formación de directivos, alguien que expresa lo que piensa es un ser socialmente peligroso, la sinceridad es un arma de descaro universal. Rafa Guerrero, leonés, linier de fútbol y amante de la independencia de criterio volvió a dejar claro en el Nou Camp que a él no le achanta ni el Séptimo de Caballería con el cornetín afinado. El domingo el campo rugió en contra de una polémica decisión mientras todos recordamos aquel famoso «Rafanomejodas» que le espetó el árbitro Mejuto González. Habían pasado 10 años y el nomejodas-Rafa (es lo mismo), seguía inalterable. Nomejodas significa no me vayas a salir con la honradez que tanto disgustos le da a la gente.

En 10 años las marcas de ropa deportiva inventan 200 maneras de vender la misma camiseta a través de tejidos que juran traer de la NASA, en ese periodo se contratan futbolistas que cuestan más que un cuadro de El Prado, se cambian presidentes de clubes y se tunean estadios para hacerlos lugares de culto pelotero. Calculen cómo era la Liga en 1996 y saquen conclusiones. Lo mejor no son los años que han pasado -eso no tiene ningún mérito-, sino que Rafanomejodas sigue teniendo la integridad del juez de línea y mantiene el mismo criterio de «¡penalti y expulsión!» que se escuchó en La Romareda en un Zaragoza-Barcelona. Y todo gracias a un oportuno micrófono de ambiente que captó el sudor frío de Mejuto y la convicción casi religiosa de Rafa Guerrero en su trabajo, su seguridad era un dogma. Es posible que la mayor parte de los trabajadores prefieran escurrir el bulto antes que escuchar a su conciencia; curiosos tiempos en los que la opulencia va en descapotable y la verdad se mueve en bicicleta.

Si la aparición estelar del linier Guerrero en 1996 fue rotunda y hasta se llegó a convertir en una expresión popular su comentario, más lo es la reaparición en 2006. El criterio permanece y a él no le van a doblegar 100.000 personas coreando su nombre en términos poco elogiosos. La diferencia entre un tipo íntegro y otro cualquiera es que al primero no se le destiñen los principios cuando se ducha. En Zaragoza, Rafa Guerrero se equivocó, pero sólo lo podemos decir los que vivimos en la galaxia de Gran Hermano con la repetición de la jugada en el salón de casa. Otro cualquiera habría salido marcado para los restos llevando sobre sus hombros la pesada carga del error. Rafa Guerrero, no; él no. Una cosa es ser civilizado y otra sentirse domesticado. El «¡penalti y expulsión!» es lo más revolucionario que se ha visto en televisión desde las imágenes de la muerte del Ché. Rafa sería el del cuento que diría que el rey va desnudo, el que cantaría la verdad del barquero, el juez que instruye un sumario con paciencia de hormiga. Por eso es un tipo tan peligroso, porque dice lo que piensa, Rafanomejodas corre por la banda con la locura de un potro. Su bandera es tan libre e insolente como la que enarbolaban los barcos piratas.

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Un campeón sin libro de estilo

octubre 23rd, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Una curiosa tesis doctoral podría ser la que estudiara cuál es el sprint más veloz: ¿una pelota en el saque de un partido de tenis, o un Fórmula 1 cuando el semáforo se pone en verde? No es cuestión de caballos, sino de genio; se trataría de meter a Rafa Nadal y a Fernando Alonso en el túnel del viento.

La semana pasada, el veterano John McEnroe volvió a las pistas para jugar un torneo (llevaba retirado 14 años), pero estaba en plena forma. A pesar de las canas y de la edad, McEnroe gozaba de una mala leche exquisita, que se lo digan al juez de silla al que le echó una bronca como aquellas de entonces. Salvadas las debidas distancias, Fernando Alonso es el McEnroe del automovilismo. Durante la temporada le hemos visto desplantes y gestos que se alejan de aquella ética victoriana que han tenido los corredores de Fórmula 1; Alonso no es de «corre y calla». Ya fuera en solitario, cuando entró en el circuito haciendo gestos de emperador romano en el circo, o acompañado de Briatore (el señor redondito que ha conseguido parecerse a un teleñeco), ha hecho una campaña de irreductible insolencia. Hasta consiguió sacar de sus casillas a un tipo tan poco sanguíneo como Schumacher.

Alonso contra todos: contra su creador Briatore, contra los circuitos, la Fórmula 1 y las reglas de la competición. Sus enfados recuerdan las broncas de McEnroe cuando la bola de Connors o la de Lendl botaba sobre la raya. El ojo de McEnroe acertaba bastante, no eran enfados de niño en una pastelería. Al español sólo le ha faltado decir que «la Fórmula 1 está llena de mierda», como dijo Cela de un premio que se le resistía. Un campeón no puede portarse como un dominguero irritado, se espera de él que tenga mejor estilo, otra forma de reclamar que no sea llamando circo a su deporte y comparsas a quienes participan en él. Y menos mal que ha ganado.

Igual va a ser porque le mimaron en exceso, porque fue un niño prodigio y le dieron un Príncipe de Asturias cuando ni siquiera era campeón del mundo. No es por comparar, pero Angel Nieto tenía «12 más una» razones para serlo antes que él, y jamás se le escuchó una voz más alta que otra a pesar de que en los tiempos de Nieto el asfalto tenía dientes y en las curvas ponían alambres de espino en lugar de neumáticos y zona de desaceleración.

Sus allegados dicen que se retirará pronto; Fernando Alonso se quiere acoger a la jubilación voluntaria de los deportistas de élite, tal vez se pase al golf como Michael Jordan, o regrese a los karts para pelearse con los niños porque no le dejan pasar cuando van doblados. Para la historia quedarán los campeonatos conseguidos con un mérito extraordinario y con la suerte a favor, pero también un mal genio que en ocasiones empañó el ejemplo de un ganador. No siempre el más rápido es el más prudente.

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La gira de Jordan

octubre 14th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

En las sociedades científicas del siglo XIX se anotaban las proezas del ser humano, la tierra era un lugar por descubrir y cada paso en la selva, en los polos o en islas remotas del Pacífico era relatado como conquistas maravillosas entorno a una chimenea. Oficialmente los récords se acaban en 1969, cuando el hombre puso pie en la Luna (ya no había nada por averiguar en nuestro entorno inmediato. Por culpa del Apolo XI en las sociedades científicas se dejó de hablar de Admunsen, Livinstong y Scott, para pasar a jugar al bingo).

Aunque lo puedan leer así en los libros de Historia, no se fíen, en realidad donde puso los pies Michael Jordan no ha estado nunca el ser humano. El que fuera jugador estrella de los Bulls, (formado en la Universidad de Carolina del Norte), logró situarse por encima con un golpe de tobillo imposible para el resto. Jordan levitaba, hay que repasar sus vídeos a cámara lenta para apreciar cómo era capaz de conjurar el tiempo y el esfuerzo para detener la gravedad y reírse de Newton con la insolencia de un personaje mitológico. La explicación más parecida la podemos encontrar en un bailarín de clásico; Jordan era Nureyev con botas de baloncesto.

Michael Jordan estará a final de mes en Barcelona, viene a por nuevos talentos, gente de la estratosfera. Busca a jóvenes dispuestos a romper las leyes de la Física tal y como él hacía. Los requisitos son parecidos a los que exigen a los astronautas de la NASA: que sean capaces de coser un botón en condiciones de ausencia de gravedad y sin pincharse. Jordan busca a gente para la que el suelo sea absolutamente prescindible, interesados anotar una canasta de tres puntos con el formulario anexo. ¿Para qué caminar pudiendo andarte por las nubes? Los niños negros de los barrios marginales aprendieron que la puerta del cielo estaba a la altura de una canasta clavada a la pared, y se hicieron seguidores de Jordan y de Magic Johnson como doctrina. Sus zapatillas eran el tesoro más codiciado, (y más robado también).

Quienes le defendieron dicen que era imposible oponer la menor resistencia, verle avanzar en posesión de la pelota era como presenciar la carga de la caballería ligera en primera fila, o te quitabas o te metía dentro de la canasta en un mate de espaldas. Directamente sus ojos atravesaban la carne del rival, inútil presentar batalla, sólo le faltaba añadir: «Ríndete, estás rodeado». La única forma de quitarle el balón a Jordan era que el árbitro pitara el final y luego cuentan que a veces la pelota le seguía hasta la ducha como fiera domada; esto quizá sea una exageración de mitómanos. No hablamos de un deportista sino de otra dimensión distinta, casi paranormal. Un ovni con perilla.

Un día se cansó y se hizo jugador de golf, influyó la muerte de su padre en extrañas circunstancias; volvió y se convirtió en transeúnte, que es la máxima categoría de un hombre. Podía haber sido un buen mago pero eligió ser un excelente deportista, lástima que cambiara el vuelo sin motor por la gestión de talentos. No es que fuera muy alto, es que resultaba muy difícil estar a su altura.

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La asignatura pendiente

septiembre 16th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La Federación Española de Fútbol se parece mucho al salón de los Simpson, y Luis Aragonés el Homer descreído, aquel personaje que tiene «la difícil tarea de sobrevivir en el mundo real». Todo lo que ocurre en derredor a la Federación es más previsible que un homenaje a Carmen Sevilla, y por extensión todos los partidos que juega el combinado español parecen viejas películas de Cine de barrio. Todo es muy antiguo, muy tedioso, monolítico y hasta letal. Excelsos jugadores en sus respectivos equipos cuando llegan a la concentración sufren el empuje de 100 años de soledad sobre sus hombros, la llamada artrosis del aburrimiento colectivo. A Luis Aragonés se le ha puesto cara de ventanillero con visera y manguitos, aburrido actor condenado a representar un drama en el que no cree.

El culmen del surrealismo es que anuncia su dimisión y apenas es noticia, pero a las escasas horas se desdice y tampoco es noticia. Es tan triste como si Homer Simpson dijera en casa que se marcha con un travesti a Marsella y ni siquiera el perro se levantase para decirle adiós. Algo nefando hemos hecho; si la reencarnación fuera cierta podríamos pensar que los argentinos, brasileños, italianos o alemanes, fueron españoles en su vida anterior, (de esa forma compensa el cielo las miserias soportadas en esta primera vida futbolera). A este paso, más que regalar entradas para ver a la selección lo que van a tener que hacer es que la visita al campo sea rotativa y obligatoria, como al que le toca cumplir en una mesa electoral.

Dice Lissavetzky que el fútbol es la «asignatura pendiente del deporte español», se queda corto si se refiere a la selección. El combinado nacional arrastra la melancolía por la pérdida de las colonias del 98, y hasta es posible que también algo de añoranza por Fernando Poo. Nuestra selección es una anacronía en pantalón corto, un dislate con himno, una manera de sufrimiento colectivo. Herida que se abre cuando se compara con la alegría que dan otros deportes, tal vez el baloncesto. La diferencia entre los futbolistas y los baloncestistas es que los primeros van con cara de lunes al trabajo y los segundos con el desaliño propio de un fin de semana. Si encima ganaran campeonatos y disputaran finales, (aunque fueran más aburridos que un baile de madelman), habría que soportarlos.

A Luis ya le da igual estar dentro que fuera, y los españoles nos hemos tenido que buscar la doble nacionalidad sentimental para disfrutar con otros equipos que no son el nuestro. A efectos deportivos y futboleros somos unos exiliados a voluntad, o mejor dicho por necesidad de buscar emociones. La selección española es menú sin derecho a postre mientras que las demás dan hasta copa y puro, ahí está la sutil diferencia. Si emitieran los partidos en blanco y negro sería un efecto anestesiante positivo, al menos con Iribar y Pirri había otro ambiente. Hemos llegado a tal situación que de someter la continuidad de la selección española de fútbol a referéndum el resultado sería espeluznante. Por eso Luis no puede dejar el tabaco. Normal.

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Un tío de lo más normal

septiembre 2nd, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Al desaparecido Díaz Miguel le gustaban la ropa y las gafas, a Pepu las camisas grandes que disimulen el físico de una persona que ha dedicado su vida al deporte, pero desde el lado intelectual.Con menos tácticas de las que circulan por su cabeza se han ganado importantes batallas, cosa que a él le solivianta poco, es de los de sonrisa cuando toca; en el trabajo como canallas y en el bar tan amigos.

Lo bueno de Pepu es que no se le conocen adversarios, que ya es mucho. Su aspecto es de lo más normal, pasaría por un turista más en las calles de Tokio, sólo a los muy cinéfilos les puede parecer que han visto un rostro semejante en las películas de Edward G. Robinson. Si llevara sombrero sería el ayudante de Robert de Niro en una cena de mafiosos. El final agónico de ayer nos deja la verdadera dimensión del entrenador español, se quitó de en medio para que los abrazos se los llevara Pau Gasol, (el héroe lacerado en el talón como Aquiles, el mito que lloraba desde el banquillo con más hielos en la pierna que en una despedida de solteros). En cambio, no me cabe ninguna duda de que habría salido a por sus jugadores si hubieran perdido, pero eligió el discreto camino del vestuario.

El buen deporte es épico, aquí la comedia no vale. España tenía menos tiempo del que te da un semáforo para cruzar en verde, y en esa brevedad había que meter dos tiros libres, (entró uno), y aguantar el empellón final. Hay que tener horchata en las venas y las uñas muy cortas para no desmayarse y pedir las sales, en ese momento catatónico la voz de tambor ronco que tiene Pepu sonaba a Plácido Domingo. El resto lo tenía que hacer la suerte, no vamos a pedir milagros pero alguna vez nos tenía que besar en la boca aunque tuviera regusto de wasabi. Un tiro acertado de Argentina nos hubiera enviado a las páginas de la historia de los segundones. ¡Amigo, para ganar en este deporte hay que aguantar entero hasta que acaban los disparos!

El mérito de Pepu es haber logrado en Japón que España sea el equipo del Ga-sol naciente; detrás de la estrella hay un grupo de jugadores que lo bordan. Gracias a esta selección se ha remontado la credibilidad que perdimos en Barcelona 92 ante Angola. El complemento habría sido una final contra Estados Unidos, más que nada para escuchar a Pepu hablar en inglés, que es otro espectáculo.Disfrutemos ahora del sueño, ya llegará el partido contra la rocosa Grecia. Lo que llama la atención (sobre todo a los futboleros que ignoran el baloncesto) es que España esté en la final. ¡No, hombre, no!, aquí lo importante es otra cosa: ¿de modo que España tiene jugadores que han superado a los de Estados Unidos y siguen compitiendo mientras ellos hacen la cola de embarque para volver? Jeje, ¿es cierto?, ¡venga Pepu, págate unas cañas en el kiosco a la salida del Ramiro! Y que venga Rafa Vecina, aquel pívot que decían era cojo y lo hiciste jugar como si fuera un bailarín de clásico. Como diría el poeta Bisbal: eto é in-creíble

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Hincapie es Zidane

julio 5th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

De vez en cuando, la guía telefónica del deportista nos ofrece nombres singulares, por ejemplo George Hincapié, (hincapié es un nombre pelotudo para un ciclista, es como llamarse Justo siendo notario).

El ciclista nació con el apellido puesto, pero es Zidane el que se lo ha trabajado más que nadie, él es más hincapié que todo el pelotón del Tour cuesta arriba con la lengua fuera. Suda como un obrero y cumple con su obligación de una forma magistral, es de las pocas personas que a su trabajo le saca rentabilidad emotiva: le gusta y disfruta.

Es posible que el realizador de televisión se vuelque más con él, e incida en su esfuerzo físico, a Beckham le hemos visto con menos chorros de sudor por la cara. Apenas nos dejaron ver sus lágrimas de delegado de curso en la Universidad de Eaton cuando tuvo que dimitir de su puesto de capitán. Un llanto monjil y callado. En cambio todo el mundo pensaba que Zidane ya empezaba el torneo dimitido, en su caso era algo peor que falta de respeto a las canas (que no existen), sino un ninguneo galáctico. Prueba de su talento infinito es que se va a retirar lo más alto posible y en un momento de forma extraordinaria; físicamente está para que le hagan protagonista de un videojuego.

Esta mañana, mientras el ex capitán inglés y la selección completa de Brasil se preocupan por encontrar una aceituna redonda para el Martini, Zizou se habrá hecho una tabla de abdominales y otra tanda de estiramientos. Su cuerpo es una máquina que podría competir con los monoplazas de la F-1.

El abuelo tiene cuerda para rato, es Harry Poter sin sombrero pero con poderes mágicos y un punto borde que le da aspecto distante que también pudiera ser de venganza contra quienes le dieron el carnet de yayo de oro antes de tiempo.

Es de campo y con todas sus virtudes se le nota, no parece que lea a Sun Tzu como confiesa Scolari, (según parece, se mete una dosis de El arte de la guerra que tiene locos a sus jugadores).Hablar en parábola china en un vestuario luce más que jalear a lo Camacho porque al final los jugadores salen igual de confusos pero mucho más ilustrados y presentan una batalla difícil al adversario. Zidane habla el lenguaje de los campos de trigo: si hay sol me extiendo y si llega el mal tiempo me recojo. Siempre se dijo que de los humildes era el reino de los cielos.

Llegue a la final, o no, nadie le puede discutir haber sido el jugador más rentable del Mundial. Muchos creían que viajaba a Alemania para disfrutar de unas vacaciones pagadas y contar batallitas, en el guión de esta comedia pelotera tenía escritas tres frases y desaparición en los primeros capítulos.

Ahora los guionistas tratan de reconvertir los textos que le tocaban a Ronaldinho o a Luis Aragonés. Zidane-Hincapié es tan regular como Sean Connery, sus pases cruzan en diagonal las televisiones gigantes de plasma. Chuta de tal forma que no parecen patadas.

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Algo personal

junio 27th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Para llevarse mal uno elige a quién tiene cerca, en ese aspecto las naciones funcionan como juntas de vecinos (tal cual); no hace falta profundizar en los libros de antropología de Darwin. España puede mantener unas relaciones excelentes con Polonia, pero secularmente se ha llevado fatal con Francia, país al que siempre se le ha llamado vecino en lugar de hermano, término que se reserva para Portugal. El encuentro de esta noche con la selección gala es la posibilidad (otra más) que nos da la vida para ajustar cuentas con la Historia.

El penúltimo episodio fue lo de Luis Aragonés con Thierry Henry, un asunto que los dos dan por zanjado. Realmente el mal rollo comenzó en los tiempos de las dos coronas: la de Castilla y la de Aragón. Los primeros se llevaban bien con los franceses (¡no tenían frontera para pleitear!) y los segundos fatal. Acudo a la fuente de inspiración de Juan Adriansens, conocido por Le Petit Larousse, y me dice que la enemistad viene desde los Austrias cuando Carlos VIII de Francia expulsó a los navarros porque estaba de la presión hispana hasta la coronilla, que viene de corona, se nos veía en Italia y en los Países Bajos que hasta el XVIII llegaban casi al norte de París. A Francisco I le tuvimos preso una temporada, pero se marchó porque lo suyo eran las amantes, su potencia sexual estaba fuera de toda lógica, un Makelele con cetro carnal. Con él Nostradamus acertó lo único que se le conoce en toda su vida de pitoniso: le previno de que no luchara con el conde de Montgomery y santa palabra porque la diñó, el conde le atravesó un ojo. Más tarde, Enrique III de Navarra (que en Francia fue Enrique IV por aquello de que allí no iba a ser menos), fue el autor de la famosa frase: «París bien vale una misa». Y, por no hacer el cuento muy largo, les recuerdo que tuvimos ciertas diferencias con Napoleón a pesar de que era el líder de la modernidad en su tiempo. Bofetadas y garrotazos aparte de Agustina de Aragón, el aceite hirviendo que les tiraba La Galana a los franceses en Valdepeñas y la victoria de Bailén… el pueblo español prefirió al absolutista Fernando antes que la Carta de Bayona de José Bonaparte. Antes catetos que ilustrados.

Desencuentro histórico alimentado por varias generaciones de españoles que fueron incapaces de conjugar el verbo être, en el plan del Bachiller antiguo, y por la consiguiente chanza cuando un francés preguntaba por el camino a «Guadalajara, por favor». Pero anécdotas aparte, nuestra admiración es mutua, puesto que también uno sólo se enamora de quién tiene cerca. Enfrentarse a un equipo que entona La Marsellesa es mucha osadía. Ya no somos el tópico que describió Merimée, ni todas las casas de París dan a la Torre Eiffel como en las películas, pero aún tenemos algunas cuentas pendientes. Y, el fútbol no es más que la continuación de la guerra por otros medios, con permiso de Chou En-Lai.

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Allá en el convento

junio 20th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Las cámaras de televisión se fijan en los partidos y en los entrenamientos pero no cuentan nada de la vida en el hotel. A estas alturas de competición (y para lo que algunos estiman que les queda en el convento), las relaciones entre jugadores dan para un manual de Aquilino Polaino, ese psiquiatra que quitaba las dudas con calambrazos. Diez días de estrellonas del balompié compartiendo habitación son un gran hermano insuperable del que nos llegan notas sueltas. Se supone que la concentración eleva la moral y neutraliza las hormonas que destilan cuerpos jóvenes y acostumbrados a la marcha, pero también pueden caer en la memez de unos ejercicios espirituales. La idea es que entonen el Amo a Laura en la ducha, pero gracias a internet los futbolistas se pueden escapar de la prisión-escuela que les montan para cada sarao internacional.

El actual técnico italiano, Marcello Lippi, hace lo contrario que su antecesor, Giovanni Trapattoni (adicto al agua bendita y a visitar jugadores en sus habitaciones para confesarlos). Lippi tira por el lado iconoclasta y a riesgo de ser tomado por sacrílego, prefiere evitar que un defensa sediento tome el agua del Jordán por bebida isotónica. Es que una concentración como Dios manda, sin capellán y sermón previo, no es lo mismo. Velar armas con la play o chateando con los fans es poco serio.

Además, como por algún lado tienen que salir las calenturas lo que hacen es fomentar a un grupo de salidos que se dedican al onanismo, o miran con ojitos tiernos a su masajista. El sistema no sabemos si es idóneo pero no se conoce alternativa. Más bien parece estar pensado de cara a la galería, para contentar a los forofos, de otra forma no se explica que las habitaciones del hotel suizo donde se concentró Brasil se subastaran a precio de oro por internet.

Los afortunados pudieron entrar en la habitación caliente de Ronaldo, Ronaldinho y Roberto Carlos. Pujaron por meterse en las sábanas blancas donde Ronaldo soñó con Raica Oliveira a balón parado (y quizá con otras, pues para dormir cuenta garotas conocidas que saltan una valla, método que le mantiene fresca la memoria y le lleva al sueño).

Aunque en las habitaciones mezclen a veteranos con novatos y mantengan el debido respeto a sus mayores, 10 días después de oler la colonia de Beckham (sin ser de la familia Adam’s), ha de volverse harto duro. Más que cantar letrillas de excursión rasgando una botella de anís.

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Un loco anda suelto

junio 13th, 2006 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Venía corriendo desde atrás, con mucha fuerza. Es un tipo atlético a la vez que tocho como armario con pies de gato, y le pegó un empellón a Figo que lo vistió de domingo para salir de paseo con Laura Ingells.

Las cámaras del Angola-Portugal se fueron rápidamente hacia él y ahí apareció el look del defensa Manuel, Locó, Cange: rapado por completo pero con flequillo trenzado de fregona mojada. Quizá un homenaje al caballo jerezano. Los comentaristas se recrearon en el personaje, su aspecto daba para un curso de verano.

Está claro que uno acude al Mundial para ser recordado por su juego o para crear escuela por su apariencia. Ya que por el lado de la elegancia no se les puede adelantar a italianos y argentinos, queda todo un espectro sociológico que puede apasionar entre los que tienen a Belén Esteban como la Evita de los pobres.

Sin género de dudas que la cabeza de Locó va a ser el peinado de referencia en las playas de Cancún (ese lugar tan español), durante el próximo verano. En el Mundial, Ronaldo ha puesto de moda la cintura de jefe de negociado, y Locó, la cabra chota tirando a indómito pandillero. Así comienza a fraguarse una leyenda.

El éxito del jugador angoleño es que su imagen resulta de impacto, fácil de memorizar y sin necesidad de aprenderse una coreografía, ¿acaso alguien quiere ser recordado por haber hecho la cucaracha o el baile del canguro? El estilista de Locó es un genio (con Zidane llega tarde), nada que ver con el barbero de Sacar Knyazevich Kalashov, apodado el hombre invisible, un georgiano que se creyó todo lo que veía en El Padrino y que actuaba con la discreción de un banquero, seco a la vez que dañino.

En el futbolista Locó no hay deseo de pasar desapercibido: ya sea por sus tarascadas o por sus actuaciones como hombre piloto de la nueva era, no va a dejar a nadie indiferente. En los bares de la calurosa Angola donde se bebe cerveza a morro, es todo un ídolo, es el verdadero King Africa.

La diferencia entre un corsario y un futbolista respetado es una abultada cuenta corriente con el respaldo de un club poderoso. La mamá de Locó, que le alumbró el día de Navidad de 1984, está convencida de que su hijo tomará el té con la reina de Inglaterra. Se supone que para ese momento histórico Locó llevará unas pinzas. Su flequillo dentro de la taza sería el final del Imperio.

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