Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Ganarse fama de buena persona es un trabajo meritorio que sólo consiguen alcanzar algunos señalados porque la santidad en vida no es costumbre; en cambio hay otros que dedican sus esfuerzos a ser unos bordes redomados y consiguen, en la plenitud de sus días, el diploma de seres odiosos, de vecinos molestos, o de ministros prescindibles. El último en ingresar en la Real Academia Española del “Borderismo” es Mariano Fernández Bermejo que entró del brazo de Baltasar Garzón y leyó el discurso encima de un corzo escupiendo a las primeras filas.
Su momento de mayor desmérito llegó cuando en rueda de prensa espetó a un periodista: ¿Usted sabe lo que es un descarte?, (quizá quítenle las interrogaciones y pongan admiraciones porque quedarán más propias). Ahí lo tienen: un perfecto imbécil vestido de verde caza.
En estos momentos en los que urge llegar a acuerdos de Estado con las principales fuerzas políticas, (“es la economía, estúpido”, como dijo Clinton), tener a un ministro enfurruñado con todo el mundo es una pérdida de tiempo. Aquí lo que se debate es cómo nos las vamos a ingeniar el día en el que se caiga el sistema financiero; no parece que el enfermo vaya a llegar a la primavera. También se debate si el PSOE puede gobernar en minoría en el País Vasco con el apoyo del PP en la moción de investidura. Se habla del sistema de pensiones, de la educación completa de los niños españoles y no parcial en función del libro de texto que le toque, de nuestros ríos cuando se acaben las lluvias, de los campos cuando lleguen los fuegos del tiempo seco, y en definitiva del modelo de Estado que nos queremos dar porque esta Constitución camina peor que la cadera de Manuel Fraga.
En lugar de ocuparnos de las cosas que son importantes llevamos diez días con la licencia de caza de Mariano, con una trama de espías que no termina de aflorar, con unos golfos que hacían caja a costa del PP, y alimentando la idea de que este país más que insoportable es ingobernable. Si España fuera un enfermo yo apostaría por desconectarlo y que nos usen de cuarto trastero los alemanes que vienen a tomar el sol. Si el debate está en el “hecho cinegético” entonces estamos más pedidos de lo que parece.
En 1922 el doctor Marañón acompañó a Alfonso XIII a una vista a las Hurdes que entonces eran la cara oculta de la luna. Hoy ese viaje hacia la oscuridad lo podemos hacer en cualquier cola de parados. Sinceramente me importa un cartucho que este tipo tenga licencia para matar, me preocupa más que le saque información a un juez en una montería. Como dijo Magdalena Álvarez: “¡qué poco respeto tienen por las filtraciones!”.
Compartir: