Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Se ignora cómo saldrá judicialmente Francisco Camps de la trama Correa, pero políticamente está más tocado que el piano de un balneario. Si hubiera enseñado las facturas se habría evitado este numerito en sede judicial que tiene mucho de final de “Operación Triunfo” con partidarios con la pancarta y el megáfono. Sólo faltaba Poyeya diciendo que la culpa de todo la tiene Eurovisión que nos tiene manía por ser un país ejemplar y modelo de virtudes de la cristiandad. Manda bemoles, mona. El daño que le ha causado la trama a Camps ya está hecho, una vez que hemos sabido que sus amigos le conocen por “El Curita” es cuando hemos entendido que con amigos así no se va a ninguna parte. Le urge cambiar de sastre tanto como cambiar de amigos que le tengan en más alta estima. Y cuando no le llaman por el mote le dicen que le quieren “un huevo” o le regalan pulseras que le están pequeñas. Todo un desvarío de comedia surrealista italiana. En la planta séptima de la calle Génova dicen que están dispuestos a apoyarle pero también admiten que hasta un punto, y Camps juega en el alambre cada minuto que pasa sin aclarar su situación por muchos mariachis que se lleve a la puerta del juzgado. Esta mañana no le faltaba nadie en el séquito, quizá la fallera infantil pero estaría en el colegio a esas horas. Así que con ese “moreno despacho” y ese tono de “bon vivant “se ha encajado ante su Señoría. Aquí hay mucha tela que cortar.
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