(“COLPISA“, cabeceras de Vocento, martes 7 de febrero. 2012)
Ganó Rubalcaba el trigésimo octavo Congreso del PSOE y Rubalcaba ha hecho un equipo a su imagen y semejanza, fin de la noticia pero ahora viene la segunda parte: ¿A alguien le extraña? Los delegados socialistas eligieron entre un pragmático y una aventura en un momento difícil. El refranero diría que no estaba el horno para bollos pero sí que va a estar para que quienes no fueron leales a Rubalcaba entren en él por riguroso orden alfabético. Chacón lo tenía todo calculado, todo menos la derrota. Por lo tanto quienes le apoyaron se pueden considerar tiernos bollos que van a entrar en el horno para hacerse al punto que dicte el maestro de cocina que para eso manda.
Todo congreso político deja heridos aunque se presuma de unidad, de buen rollito y de llevarnos bien, que se lo digan a Rajoy que sobrevivió al de Valencia. La causa de un partido se gana con el apoyo de los propios y con la eliminación de los rivales, no nos vayamos a llevar a engaño. Y a los que han perdido se les podría recordar la frase de Ulpiano: “la única ventaja que les queda a los vencidos es no esperar ninguna”. Rubalcaba ha entrado en la calle Ferraz subido al carro de la fama y atados a él los líderes que osaron enfrentarse al vencedor, esto ha sido siempre así desde que Roma es Roma, (a pesar de los años en los que gobernó Berlusconi).
En breve habrá movimientos en las federaciones regionales, quizá el más llamativo sea Madrid dónde su secretario general, Tomás Gómez, optó por un apoyo tardío pero entusiasta por Carmen Chacón. Tanto se mimetizó con la candidata que también hacía juegos de palabras: “renovar un partido para que el partido sea nuevo”, o “en democracia no hay que contar militantes si no que los militantes cuenten”. Juegos florales que le han costado a Chacón caros en su apuesta, no era eso lo que buscaban los compromisarios en un momento de vacío de poder. Y, para mala suerte de Tomás Gómez, Rubalcaba ha situado en la ejecutiva a tres “viejos amigos” suyos: Antonio Hernando, Jaime Lissavetzky y su rival en las primarias, Trinidad Jiménez. El escalofrío dorsal que ha entrado en el PSM es similar al que habrá llegado al PSC. Si alguien dudaba de que Rubalcaba no iba a ejercer su autoridad estaba bastante equivocado.
Si al pasar por la calle Ferraz aprecian humo saliendo de la chimenea no será tanto de la calefacción que haya subido potencia, más bien se tratará de los bollos que van entrando al horno hasta conseguir ese aspecto dorado tan característico que algunos llaman “el punto de caramelo”. Chacón ha sido hábil porque se ha retirado a los cuarteles de invierno pero deja a un abigarrado grupo de “chaconistas” en la mismísima cuneta y ahí es muy difícil salir airoso.
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