Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
La mayor parte de las cosas fantásticas cuando se explican quedan en poco. En Israel han convencido a Esperanza Aguirre de que con unas avionetas que arrojen (mejor que “bombardear”), yoduro de plata, se apaña la sequía. Y todo, según los israelíes, por los movimientos de convección que se producen en las nubes. Es decir, que en Madrid hace falta un ordeñador de nubes o un partero de la lluvia. La convección le quita toda poesía a la lluvia que es un fenómeno extraordinario aunque infrecuente. Mi amigo Fernando Beltán, poeta y nombrador de cosas (entre ellas las palabras Amena y Faunia) dice que él nació en “Lloviedo”, mezcla de Oviedo y lluvia. Pues sin poesía, a lo israelí, Fernando habría nacido en “Yoduro” que suena infinitamente mucho peor.
Narbona, que es la ministra de la sequedad, no se fía de las nubes, ni de la avioneta, ni de Aguirre. Pero también es como todo, si finalmente llueve habrá que darle una medalla de la Comunidad al señor Yoduro, (que tiene nombre de japonés).
Miguel Hernández inventó el perito en Lunas, ahora la presidenta el ordeñador de nubes. Un gran brazo celestial que haga cosquillas a la atmósfera de la lejosfera.
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