Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Somos muy dados a escribir del escándalo y a silenciar las virtudes, no nos lo tengan en cuenta pero el oficio es así: para que un hombre sea noticia tiene que morder a un perro (al revés es de lo más corriente).
Cualquiera que haya pasado por las cercanías del monstruo inerte del Windsor se habrá dado cuenta de que las grúas trabajan a pasos agigantados. No es noticia que las planchas quemadas desciendan en orden y sin provocar destrozos.
Si hubiera habido algún desprendimiento toda la artillería mediática se habría lanzando contra la línea de flotación del desmontaje. Muy al contrario, la obra avanza con cautela y gran eficacia. Los héroes del Windsor son obreros, bomberos, arquitectos, camioneros que se han puesto el casco de servir a Madrid haciéndolo de la manera más acertada.
Se merecen el reconocimiento público, pero ahora mismo, antes de que terminen de tumbar el último rescoldo humeante. Sospecho que cuando acaben la misión, saldrán con la grúa a otra parte, será el momento en el que los políticos vengan a situarse en la foto.
Si supiera sus nombres los escribiría aquí; conste que le rindo homenaje a quienes trabajan porque la ciudad sea devuelta a su pulso cotidiano.
Cuando terminen nadie les pondrá una calle, pero ellos habrán abierto el tráfico a los madrileños sin dejar que el gigante cayera sobre nuestras cabezas.
Amigos, de verdad: gracias.
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