Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Lejos de ser el título de una película de mucha reflexión sociológica, el titular de esta columna se refiere al año doce que inicia EL BOLETIN, que coincide con el día 11 de noviembre, fecha de su primera salida a la calle. Desde entonces hasta la fecha, este vespertino pequeño (de formato), pero grande en cuanto a temas y a pluralidad, se ha ganado un lugar en la historia del periodismo patrio, que tan llena está de ignominias y de capítulos oscuros, (en los que se incluyen cierres y despedidas a gogó).
Oigan y aquí estamos tan ricamente : sin tener una tertulia de momias parlantes, sin hablar de corazón, sin sacar escándalos a la calle y sin vestirnos de lagarterana para entrevistar al churrero de la calle Arenal. Aunque parezca mentira hay vida inteligente más allá de las audiencias que tantos disgustos dan en los despachos búnker del ejecutivo pensante; sin complejos podemos afirmar que se puede hacer periodismo sin que te escupa Coto Matamoros.
Ahora viene la segunda parte. Habrá quién piense que la independencia es sinónimo de osadía y que como tal se termina pagando. Es posible, pero este periódico tiene toda la vocación de las obras surrealistas, está hecho por amor al arte y no por temor a la crítica. Se escribe tal y como se siente, como se piensa, como se tiene por razón. Pero también sin osadías, ?mire-usted? (como dice el candidato saliente), porque aquí no tenemos ni ejército ni misiles e igual nos dan dos curritos en lo bajo del lomo que feo está señalar pero es parte muy dolorosa. Desde la cabecera bajando por las páginas de mercados, nacional, internacional, y así hasta llegar a la bendita contraportada (de la que me siento fraile viejo), aquí no encontrarán un gramo de intereses ocultos, malos sentimientos ni campañas en beneficio del capital, (aquello que Franco definió como la conspiración judeo-masónica. Todavía no sabemos qué quería decir pero cualquiera le preguntaba al General por el sentido de sus palabras).
¿Qué hacer cuándo pasa la bandera de EL BOLETIN, en su duodécimo aniversario?, ¿Levantarse o quedarse sentado? No hay protocolos, allá cada uno que haga lo que estime conveniente. Lo que es de muy mal gusto es levantarse para luego zancadillear al abanderado, cosa que se lleva mucho últimamente. Lo suyo es celebrarlo, o mejor aún concelebrarlo que es un término litúrgico muy de moda. Cuantos más seamos, mejor. Cuantos más lectores se apunten a seguir los pasos de esta publicación, más daremos las gracias al cielo.
Doce años para una persona no son gran cosa, salvo que esa persona sea Manuel Fraga que a esa edad ya quería ser Manuel Fraga. Nos faltan seis para decir aquella fruslería de Miguel Angel Rodríguez de ?si fuera niño votaría y si fuera niña se pondría de largo?. Alce usted, amigo lector, la copa de vino español por este su diario, pero antes termine de leer el número especial, porque igual con la copa le parecerá que bailan las letras.
Edita: Asesores de Publicaciones
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