Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Sin entrar en mayores problemas de diplomacia internacional se entiende con dificultad que la presidenta de Madrid acuda a Miami a poner a caldo a un régimen que le disgusta pero que es soberano. Incluso el presidente honorífico de su partido nunca se habría atrevido a cuestionar a Castro de esa forma, (sin que quiera decirse que Fraga sea un ejemplo de revolucionario de Sierra Maestra).
Aguirre de libertadora de las Américas es otro cantar. Una nueva Simón Bolivar pero en vez de desplazarse a caballo navega en avión de larga distancia. Se queja el embajador de Cuba en Madrid por el calibre grueso del verbo de Esperanza Aguirre, no le falta razón en cuanto a que la presidenta se reunió con lo más casposo del exilio en Florida, con los que hablan de democracia y apoyan la pena de muerte, o los que tienen a Cuba como asignatura pendiente y gran negocio de futuro.
Fidel, el gran lagarto, es un rojo irredento que no piensa morirse por el momento, para disgusto de la gusanera de Miami. Y uno que ha tenido la ocurrencia y el placer de visitar la isla grande, ?la tierra más hermosa que los ojos vieron? (como dijo el almirante Cristóbal Colón), tiene la certeza de que el pueblo está con la revolución que va más allá de la longevidad del líder. Y que puestos a gastar energía también se podría emplear en ayudar al pueblo cubano que desde Miami se ha ahogado con tanto entusiasmo y a través de organizaciones de lo más pintoresco.
Cada vez que tiran contra Fidel lo hacen más fuerte.
Pero si quieren pintarlo como un diablo, hacerle una caricatura fácil, en el fondo le están dando la razón.
Cuba es un referente para España en el cariño y en el sentimiento emocional: bailan con nuestras canciones, comparten nuestro paladar, rezan y lloran en nuestra lengua y hasta se sienten hermanos como si Cádiz estuviera a tiro de golondrina de La Habana.
Federico estuvo en Santiago de Cuba y dejó escrito el ?son de negros en Cuba?, poesía rotunda y musical que a la presidenta le ha faltado en su viaje redentor en el que sí hubo cantos al capitalismo como única fuente de perfección verdadera.
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Etiquetas: madridiario.es, opinion