Tiembla París

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Para ser un acto de deportistas, ningún chándal con tacones (de esos tan cómodos que se utilizan para ir a comprar el pan). El alcalde nos juntó en la misma carpa donde doña Letizia le dio un centrifugado a Peñafiel del que el cronista escapó a tiempo.Gallardón ha superado el carpe diem de Horacio por el ‘días de carpa’; el resultado es una divertida jaima donde los políticos se codean y se rozan sin tensión.
Empatados con París, rápidamente entró el comecome de que hay que mejorar los cuerpos de aquí al 2012, no sea que la causa olímpica nos coja con el michelín mórbido. En esa cuestión lleva ventaja Esperanza Aguirre; la presidenta ya sale de la Puerta del Sol contenta y eso se le nota, además es la que tenía mejor silueta de los presentes. S.A.R. doña Pilar de Borbón demostró unos reflejos propios de Casillas; sabido es que no hay nada con más peligro que un periodista ávido de curiosidad, pero hay algo peor que lo supera: un periodista informatizado. Doña Pilar tropezó con uno de los cables de las televisiones y si no está atenta habríamos tenido real porrazo a tres días de la real boda.Muy cerca andaba Bernardino Lombao, el entrenador personal de Aznar, al que se le echa en falta que no camine con las manos o que haga algo circense. Ana Botella llegó justo a tiempo para que comenzara el acto y metida en una burbuja de velocidad. Junto al alcalde se sentó Trinidad Jiménez de blanco olímpico. Tan emocionados y pendientes de las imágenes de Suiza estaban que les hubiera pegado más decir «sí quiero» a «¡bieenn!». No falla, cuando hay que mostrar alegría colectiva, ya sea en acto oficial o en comunión de sobrino, reaccionamos respondiendo al grito de Fofó de: «¿cómo están ustedes?».

A Florentino Pérez le buscaba Arturo Valls, al que se le ha quedado sonrisa de Alfonso Guerra tras pasar por Caiga Quién Caiga, pero el presidente del Real Madrid estaba para pocas bromas y se sentó en cuarta fila, algo insólito para quién está acostumbrado a asomarse al palco de la vanidad. El más feliz, Alvarez del Manzano que recogió la flor del tiempo, el guiño olímpico. Al ex alcalde todos los homenajes le vuelven angelote de Rafael y se le pone aire de canonizado. Si a Fraga le cabía el Estado en la cabeza a Manuel Cobo le cabe toda la parte administrativa y la serenidad de ser el alcalde en la sombra. Cobo era el único capaz de descifrar el galimatías de las nominaciones sin acudir a otras fuentes, cumplía el papel del compañero de colegio que entendía de ecuaciones de segundo grado mientras los demás mirábamos como vacas sordas.

El espíritu olímpico vino hacia nosotros y ya nos dejamos llevar por la emoción del momento y la anchura de la carpa. Lo suyo habría sido una copa de vino español, pero en lugar de un recuerdo para la copla de la Piquer salió el champán. ¡Tiembla París! ¡A por tí vamos!

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