La mentira

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Bush es el más demócrata del mundo, un tipo que se cree heredero del césar de Roma, parido de la misma loba capitolina que trajo a Rómulo y Remo, ungido por Dios y bendecido por la Historia. Es tan magnánimo que va a crear una comisión para investigarse a sí mismo. Se supone que tan peligroso tribunal le hará las preguntas más enrevesadas para ponerles en grandes aprietos. La gran patochada, la gran mentira se ha montado para lavar su imagen del fango sureño.
Bush tiene que hacer algo para justificar su apatía durante el huracán ?Katrina?, y para contar a la opinión pública qué hacía Condolenza Rice en Manhattan comprando zapatos de Manolo Blahnik (el pasado sábado), esos zapatos que no bajan de los seiscientos dólares el par. Tiene que montar una coartada para justificar también las palabras de su madre, la que fue primera dama, en las que afirma que los refugiados por la catástrofe viven mejor ahora? a fin de cuentas es gente pobre que estaba en malas condiciones. Un poco más y la señora les cobra impuestos a los que duermen en el Superdome tomándolo por un hotel de cinco estrellas con zona de spa. A ver si se han creído que la caridad sale gratis.
El personaje y su entorno no tienen desperdicio, ni sus conceptos ideológicos ni sus discursos patateros. Bush sobrevolando en el Air Force One la zona del desastre recuerda a Charlton Heston en el final de El Planeta de los Simios. Está claro: Bush es el mono que no acierta a explicarse lo que ve.

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