Sigfrido se despide

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimado señor Herráez: por decisión propia y convicción personal usted se quiere marchar del Ayuntamiento sin hacer ruido; espero que entienda que una cosa es su deseo y otra las consecuencias mediáticas. Es posible que entre usted y Ruiz-Gallardón existan momentos sublimes de amistad profunda (ahí no entro), pero cara a la galería va a parecer que la orquesta desafina. Le van a recordar que en los momentos de tensión con la presidenta de la Comunidad usted apoyó sin reparo a la rival de su jefe, le van a recordar que es el último mohicano de la época del anterior alcalde. Es inevitable, cuando uno se marcha la puerta hace ruido por muy bien que estén engrasados los goznes y eso provoca que los demás levanten la cabeza y cuchicheen. Su entorno insiste en que ha sido decisión personal y en absoluto algo en contra de la línea marcada por el equipo de gobierno.
Callar las críticas es muy fácil: hable. Haga uso de la palabra y explique los motivos de su dimisión antes de que vengan otros a contarlos. Y, si es tan normal, tan común, tan consecuente, ¿por qué no pierde media hora y lo cuenta? El alcalde de Madrid tiene a gala crear equipos e ir con ellos atravesando calendarios (como cantaba Rosendo), hasta el atardecer de las ideologías.No se le conocen altos cargos que le hayan dimitido salvo por razones de salud. Así que espero se encuentre divinamente y programando su «otra vida», la que hay después del despacho oficial. Dicen, cuentan, chismean por los despachos de la Casa de la Villa que igual se ha dejado tentar por Esperanza Aguirre y aparece en alguna empresa relacionada con la Comunidad. Si fuera así, daría motivos para pensar que el eje Plaza de la Villa-Puerta del Sol sigue teniendo goteras. Y eso le convertiría en el mayordomo infiel, creáme que no se lo merece. Otros le sitúan en un lugar más feliz de la empresa privada, allá donde el rumor de la oposición no alcanza.

Callada ha sido su labor desde hace muchos años; comenzó en 1991 cuando Madrid era una ciudad manifiestamente mejorable hasta la fecha en la que se proyecta al futuro con mirada olímpica.En cierta medida es usted la memoria histórica de la ciudad más reciente, un alto cargo del siglo pasado. Espero que le vaya de cine en sus próximas tareas y que, cuando tenga un hueco, nos explique qué ha pasado realmente, sobre todo para que su salida no sea por la gatera sino por la puerta principal, por donde salen los concejales con honra. Le recuerdo lo que decían en Hill Street: «tengan cuidado ahí fuera».

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