(“OTR“/Europa Press, miércoles 9 de octubre 2013)
La salida a la calle de los condenados de la Operación Malaya, tras haber conocido su sentencia, debería convertirse en mural para exponer en el Museo Reina Sofía, en ese lugar dónde también está “El Abrazo” de Juan Genovés. Sería un mural muy útil para que las generaciones futuras entendieran el nivel de corrupción en el que nadamos. La sonrisa de la ex alcaldesa, Marisol Yagüe es la de un pillo que sabe que su maldad ha sido premiada, igual que un lazarillo feliz porque le ha robado el vino al ciego.
A grandes males montamos grandes juicios de los que suelen salir bastante indemnes los acusados, todo lo que se saqueó en Marbella no será devuelto nunca, y lo que es peor: ninguno de ellos ha dado muestras de arrepentimiento, una vez libres se les verá por la costa instalados en el lujo al que estaban acostumbrados, y si la pena se lo permite hasta es posible que vuelvan a intentar presentarse a unas elecciones. Si poca vergüenza tuvieron para robar, menos tendrán para mostrarse como honrados candidatos que buscan el bien del pueblo. Sí, de ese mismo pueblo que votó a Gil con dos mayorías absolutas; luego algo de responsabilidad tienen y alguna reflexión deberían hacer.
La sentencia del caso Malaya admite que la instrucción se hizo muy deprisa, sin garantías jurídicas y en ocasiones se aplicó la “pena de Telediario” para sacar al presunto chorizo esposado ante las cámaras. También se dice que algunas pruebas se destruyeron, quizá esto nos suene a otro caso mas actual. Tendemos a confundir el volumen aparatoso de un sumario, la acumulación de páginas, la extensión de una cuerda de presos, con una sentencia a igual escala pero no siempre es así. Nos pierde el espectáculo de la Justicia en detrimento de un sumario elaborado. La prisa, la tendencia a aparecer en la tele como jueces de moda, lo llamativo que resulta enviar a un equipo policial a detener a una folklórica, todo eso si no tiene argumento procesal sólido no sirve de nada.
Por delante tenemos otro macro juicio al que cada día se incorporan nuevos actores, los ERE de Andalucía que cuestionan un entramado de clientelismo caciquil al servicio de altos mandos de la Junta de Andalucía. Alaya tira cada mañana de la maleta con ruedas pero dentro de poco le hará falta un “sherpa” que le acompañe. Por el bien de todos y por la imagen que proyectamos al extranjero es de esperar que el sumario esté bien trenzado para que las gambitas no les salgan gratis, ni las copas en el local de alterne a aquel ex director general que era todo un machote.
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