(“El Boletin“, miércoles 14 de agosto 2013)
Centrados en lo que pasa en Gibraltar, (poca cosa), o en los paseíllos ante la Audiencia Nacional, (menos cosa aún), se nos escapa la gran noticia del verano y es el mosqueo que tiene Letizia Ortiz con el mundo en general. No sabemos a qué se debe pero cuentan que se marchó de Mallorca airada, que airada llegó a Madrid y con el mismo gesto cogió un avión rumbo Suiza porque ella lo vale y porque quiere tener vacaciones privadas, eso sí olvidando que se las pagamos todos porque para eso una princesa, (o prinzesa en su caso), vive del presupuesto. No seré quién diga que estaría mejor en la jaula de oro pero sí que haría bien en liberar la tensión sin enfadarse con la prensa que sigue a la Casa Real, o poniendo morros en cuantas fotos aparezca.
La extrema delgadez de la princesa hace pensar que no está pasando por un buen momento personal y por lo tanto hay que disculpar sus gestos mohinos pero ella tampoco debe descuidar sus modales y tratar de ponerle arreglo a los problemas que le afectan y que deben ser los comunes en una pareja pero exagerados cuando esa pareja se pasa la vida ante el juicio de las cámaras. Podría, por ejemplo, aprender de la suegra que nunca ha cambiado el gesto a pesar de que ha tenido momentos complicados y que fue capaz de visitar al rey en la clínica aquellos días en los que Corinna aparecía en portada de varias revistas como amiga especial del monarca. La reina sería una gran jugadora de póker porque no se le mueve un músculo de la cara cuando tiene malas cartas.
La Casa Real tiene algo que agria el carácter, que se lo digan a la infanta Elena que es borde de serie, nunca se le ha visto una sonrisa y casi siempre ejerce de distante y altivo personaje; tan amarga resulta su presencia que transmite un mal rollo por donde pasa. En Zarzuela lo que hace falta es Super Nani para que ponga a cada uno en su sitio y puedan rehacer su vida en condiciones normales porque de otra manera están peor de la cabeza que los concursantes de Gran Hermano. Ese sufrir de Letizia no lo quiere ni el mas conspicuo de los republicanos pero esa bordería permanente no se la merece ni el mas entusiasta de los monárquicos.
Pudiera ser que la princesa no ve la hora en la que el príncipe pueda colocarse la corona porque el rey no está por la labor de dejarle el puesto, y eso que podría dedicarse a las cacerías sin que le controlaran tanto. El rey Juan Carlos puede estar en ese error de las personas mayores que consideran que solo ellos saben llevar el negocio, y al príncipe se le está pasando el arroz.
Letizia anda por alguna parte del mundo de incógnito y con una escolta que pagamos todos, asi como sus billetes de avión, hoteles, etc. Parece que no ha elegido una casa rural para hacer patria y eso que este año el ministro Soria recomendaba interior para potenciar el comercio y no gastar fuera de España. Al príncipe le ha dejado solo y hasta luego Lucas.
No sabemos lo que le ocurre a Letizia pero así no puede ser feliz, o rompe a llorar o rompe su matrimonio pero por muchas millas que vuele no va a encontrar la felicidad que deja atrás.
Compartir: