(“La Gaceta de Salamanca“, 20 de enero 2013)
¡Qué ciclogénesis explosiva ni que gaitas!, lo que tenemos encima es una torrija importante, una borrasca con B de Bárcenas y con nubes negras del mismo color que el dinero que ha rulado por Génova. De momento sabemos que veintidós millones de lo tangado llegaron a Suiza que es la patria de los que juraron bandera con la VISA.
Los dinosaurios se extinguieron por las glaciaciones mientras que el demócrata español va a terminar perdiendo la fe a causa de un puñado de golfos que en su vileza tratan de extender la sombra de la sospecha a todo el mundo. Tienen la cara de cemento armado y en homenaje a Gila repiten en voz alta: “aquí alguien ha cobrado de alguien” y se quedan tan anchos. Puede que nos hayan ganado por la mano y porque nunca seremos tan listos como para atesorar fortuna partiendo de una nómina pero seríamos muy tontos si les dejáramos ir de rositas. Aquí no todos somos iguales, esa afirmación les viene muy bien para ocultarse detrás de la masa; la respuesta es “¡su madre de usted, estimado golfo!”. Alguien escribía esta semana en Twitter que en caso de sacar los españoles todo el dinero robado la banca suiza tendría que pedir el rescate. Una broma cargada de verdad.
Bárcenas es el último de la lista, (y de los listos), antes que él conocimos a Galeote, a Mariano Rubio, a Camps, Gil, Matas, Roldán, Urdangarin, y un largo etcétera de magos de los balances; algunos condenados, otros desaparecidos y muchos a la espera de sentencia. Pensar que solo ellos son la corrupción sería erróneo, también son cómplices los que cierran filas porque son “de los suyos”. Mientras funcione el “¡y tú mas!” no hay nada que hacer. Estos chorizos de cuello blanco al verse rodeados lanzan botes de humo con mentiras para emponzoñar el ambiente y confundir a quienes les persiguen. La Justicia avanza con pies de plomo mientras que el latrocinio se desplaza a la velocidad del sonido.
Pasma lo listos que son en los partidos políticos para encontrar el defecto en los demás y lo cortitos que parecen a la hora de mirar cuentas internas. Hay que ver cómo se les llena la boca de regeneración que luego es nada. Si alguien se atreviera a preguntar: “¿Acaso se está usted riendo en mi cara?”, la respuesta iba a ser una carcajada que sí podría pasar por ciclogénesis explosiva. Y no es que estos caraduras se hayan hecho hueco a codazos, somos nosotros quienes les hemos cedido el sitio al desentendernos de la ética y pensar que todo es votar cada cuatro años. Igual llegamos tarde pero al menos que nos escuchen y que no piensen que todos los políticos son iguales, ni todos los ciudadanos somos tiernos pardillos que dicen si y aplauden.
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