(Publicado en “Las Provincias“, a través de COLPISA/VOCENTO, martes 31 de enero, 2012)
Vivimos en la época virtual dónde los amigos se “conocen” en redes sociales, (lo de conocerlos es un decir, existe la frase: “vale menos que un amigo de Face Book”). Una segunda vida virtual todo lo aguanta, lo malo es cuándo hay que bajar de nivel y darse de bruces con la realidad mundana.
En Sevilla Griñán se ha disuelto, en realidad ha sido un decreto para convocar las elecciones de marzo, aunque también se ha dado un tiro en el pie porque sabe que es el último mohicano dentro de un PSOE que ha perdido poder nacional, autonómico y municipal. Y en cada uno de esos tramos ha ido dejando cadáveres exquisitos que reclaman un puesto, un despacho, un coche y una secretaria a ser posible. La carrera por ocupar la secretaría general del PSOE dejará otro herido en la cuneta: o Rubalcaba, o Chacón, ambos pelean este fin de semana por el trono de Zapatero que no termina de irse nunca, y no será por falta de ganas.
Felipe acuñó la idea de que los ex presidentes son jarrones chinos que nadie sabe dónde colocar. Y a tenor de lo que estamos viendo España se ha convertido en un gran almacén de jarrones que buscan su sitio. También ocurre en Valencia con Camps al que, en justa lid, el PP debería devolver al lugar del que partió para enfrentarse a la Justicia. A efectos de organización interna un Camps condenado hubiera sido más fácil para equilibrar las fuerzas en la Comunidad pero ahora el PP tiene un problema y lo ha de solucionar. En la llamada “second life” los avatares que se crean pueden soportarlo todo pero en la tierra media dónde nos movemos los comunes hay dificultades para buscar acomodo a los ex presidentes. La segunda oportunidad no se da nunca en política, no se conoce el caso, y a todo lo que se han de conformar los susodichos es a un consejo de administración bien remunerado pero lejos de los hilos que manejan la actualidad. A nadie le gusta cenar con un resucitado salvo al Tenorio que era un loco y le pasó lo que le pasó al convocar en su casa a Luís Mejía cuándo estaba muerto. Aquello fue el origen de su perdición y el fracaso de una cena que pintaba estupendamente.
Es la crisis la que nos deja la playa llena de ex altos cargos que llegan en patera y a los que hay que darles una taza de caldo y ponerles una manta por los hombros. Pero a partir de ahí que nadie espere que le devuelvan las llaves del despacho que ocupa otro, le pasará a Camps con Fabra, y a quienes han perdido poder sea de la forma que sea. A la política no ha llegado el invento de la puerta giratoria: el que se marcha ha de tener claro que no le van a echar de menos. Siempre hay otro que ocupa su lugar y ese otro no quiere saber nada del anterior, amnesia selectiva de poder le llaman.
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