Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Una extensa mancha roja de lado a lado de la calle. Se buscaba la foto del poder de los sindicatos y se consiguió reunir de manera notable a representaciones venidas a Madrid de toda España. Muchos con el cansancio de una larga noche en autobús, ojeras “rojeras”. Otra cosa es preguntarse por qué han esperado hasta el día 12, del mes 12, a las 12 horas, para ponerse en marcha y por qué no lo hicieron antes, si acaso los motivos han cambiado mucho de ayer a hoy. Todos contra el desempleo, sí, ¿pero contra quién en concreto?, ¿a quién se le carga el mochuelo de la crisis?, la cabecera de la manifestación no podía ser más confusa, junto a los líderes sindicales estaban Pedro Zerolo y concejales socialistas del Ayuntamiento de Madrid, pertenecientes al partido que gobierna y que tiene la responsabilidad de tomar decisiones económicas. Así las cosas la presencia de Celestino Corbacho no hubiera resultado extraña.
Los actores conocidos, los que forman “el equipo médico habitual” contra el PP, emergieron en la tribuna de la Puerta de Alcalá; de manera hábil evitaron el recorrido a empellones entre la multitud. “Alguien” había olvidado retirar las vallas entre la cabecera y el escenario, y de no ser porque “alguien” levantó una de ellas, los miembros de la cabecera hubieran salido magullados y con las chaquetas hechas jirones. En fila india y mesándose los cabellos pasaban con cuenta gotas entre manifestantes, banderas, curiosos, pancartas y un cordón de seguridad tan inútil como mal organizado. Sin duda que esa valla la puso Díaz Ferrán que era el malo de la película, la patronal como gran obstáculo para la recuperación económica española. Y para completar la sátira la música de “Macaco” que cantaba “moving”, (con el disco rayado dando saltos), mientras los líderes sindicales apenas podía moverse por culpa de las malditas vallas amarillas.
Al personal le divirtieron más las ocurrencias de Wyoming, (ha nacido un líder para la causa. Ya lo dice Gallardón que Wyoming es “muuuy bueno”), que los discursos de Toxo o Méndez, anclados en una retórica tan antigua como ya repetida mil veces. El malo es el empresario y Esperanza Aguirre también, los buenos son ellos y Zapatero no tiene culpa de nada, (salió indemne de los escasos gritos que se escucharon durante el recorrido). Mucho ruido de bocinas, mucho petardo lanzado por los representantes asturianos, y algún bailecito gracias a la percusión de un grupo tipo Mayumaná. Y para que nadie se fuera sin descargar adrenalina se repartieron huevos con los que se podía hacer prácticas de tiro contra una foto de Díaz Ferrán.
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