Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Hemos visto como las ministras de Defensa y de Sanidad aparecían vestidas de blanco, preparadas para una inminente guerra vírica y aquí nadie pregunta qué nos puede pasar. Los directores del NODO de Moncloa nos enseñan unas imágenes de un asunto grave pero con apacible normalidad, sin duda para que experimentemos el efecto que transmitían los documentales previos al Desembarco de Normandía en los cines de Estados Unidos. De momento las ministras pasan revista a las cajas de antivirales como Eisenhower se paseaba entre los barracones horas antes de empezar la “Operación Overlord”. Nosotros, al igual que aquellas temerosas parejas de los años cuarenta que comían palomitas ante la gran pantalla, queremos creer que somos invencibles y que nuestros antivirales darán la talla cuando los lancen en paracaídas, (suponemos que en el momento adecuado). Pero aquí nadie ha “entrevistado” a la otra parte, no sabemos qué intenciones tiene “el enemigo”, el virus de la gripe se concentra para presentar batalla en campo abierto en cuanto amanezca un día destemplado. Los ojeadores enviados por la OMS han vuelto con malas noticias.
A falta de ser una potencia nuclear nuestra Ministra de Defensa lleva no un maletín con el botón para lanzar los misiles sino la llave de la despensa del cuartel dónde se guardan las cajas de Tamiflu. Las vacunas las custodia el Ejército igual que haría con un arma secreta, lo cuál nos puede dar idea de la que se podría organizar a las puertas de las farmacias en caso de pánico colectivo. Al cabo de guardia le han dado la orden de toser a discreción sobre aquel que se acerque a la línea de seguridad de la despensa.
El PP podría haber sido algo más incisivo a la hora de pedir un protocolo de actuación pero han estado en lo de los espías sordos y en sus cosas. La oposición se despereza de un apacible verano en el que han jugado a hacer mucho ruido pero con escasa eficacia, tanto en economía como en sanidad. El retorno de Rajoy está siendo, en lenguaje de la DGT: “escalonado” y sin incidencias dignas de reseñar, salvo ese vídeo que se ha marcado para potenciar la Playa de la Lanzada y cuya autoría se debe a Jorge Moragas que nunca pasará a La historia de la televisión por su calidad de realizador. El video es tan malo que lo han tenido que subtitular puesto que se escucha más al viento que a Rajoy. Es aquello de mucho ruido y pocas voces.
La clave la tienen dos damas de blanco que serán las que digas quienes se tienen que vacunar y cuánto tardaremos en tener las dosis preparadas. No son frías por bordes, da la impresión por esa bata blanca.
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