¿Cuántas veces hemos pensado que es mejor quedarse ante una puerta que abrirla y ver lo que hay dentro? Pongamos un ejemplo, fijémonos en esta puerta que pude fotografiar en el barrio de La Boca, en Buenos Aires. (Al pinchar sobre ella se pueden apreciar todos los detalles).
Me atraÃa la puerta pero no lo que habÃa detrás. No toqué en ella, no agité tiré del timbre de cuerda, no pregunté a nadie del barrio, me fui sin tener una idea aproximada de lo que es esa Fundación, pero su puerta me atrajo porque era una mezcla entre cartel de circo y casa de locos. Con esa imagen colorida me bastó.
En muchas ocasiones hubiera sido mejor haberse quedado ante la puerta de ciertos peligros, ya sean éstos pasionales o urbanos. Quién sabe si al cruzar un barril con agua frÃa se nos hubiera caido en la cabeza, o si detrás no habÃa nada, o si hubiéramos despertado a un gato porteño.
Partiendo de la base de que todo en esta vida son puertas, la sabidurÃa es saber a cuál llamar y en qué momento. Y el doble de la sabidurÃa es saber cuáles debemos dejar para siempre cerradas, aunque sean tan coloridas y fascinantes como ésta.
Ya que el barrio se llama de La Boca, soltémonos de la misma para dar rienda suelta a la expresión de nuestras dudas, ¿Qué puertas han sido mejor no cruzar?
Nota.- Esto ya lo sabÃa Chicho que al final del “Un, Dos, Tres” ponÃa a los concursantes, (parejas, atentos al detalle), ante la tesitura de escoger ante unas puertas. ¿Con cuál me quedo?, Un, dos, Tres… responda a este blog otra vez.
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