Entradas en abril, 2007


Una tormenta moderada en la ciudad

abril 30th, 2007 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Se cuenta que la mujer de Noé les dijo a las amigas: «No preocuparse que van a ser cuatro gotas». Conclusión: a cualquier aguacero le llaman tormenta. Según el Centro Meteorológico Territorial lo que cayó en Madrid el viernes fue una «tormenta moderada», a lo que un castizo podría responder «¡amos-hombre!», pero así fue en lenguaje técnico. Sucede que Madrid está metida en charco electoral y a partir de este momento cualquier gota es un barrizal infame. Lo del cambio climático se va a empezar a notar por la parte política, los candidatos son nuestro barómetro del tiempo (y del temporal).

Hasta es posible que un aguacero impertinente como los que hemos conocido la semana pasada hagan más en contra del alcalde que cien mítines de la oposición, seguro que Sebastián se ha traído un brujo sioux para que se marque la danza de la lluvia en la Gran Vía peatonal. Un tormentón (ruego me disculpen los expertos del Centro Meteorológico) como el del viernes, en plena jornada de reflexión, le daría algún problema a Gallardón. Votar con botas de agua sería una catástrofe para su candidatura. Madrid siempre tuvo vocación de ciudad veneciana ya sea por su amor al carnaval y al ligoteo de bar, los árabes le pusieron «magerit», «ciudad rica en agua». En el subsuelo de la ciudad hay agua suficiente como para volver a inundar el Titanic.

Reflexionemos acerca de los males que el agua ha provocado en esta ciudad desde los tiempos de Maricastaña. La moderna M-30 se inunda igual que la antigua; lo mismo que algunos túneles de mayor veteranía. El premio al charquito antipático se lo queda el túnel de Corazón de María con Alfonso XIII, donde se corta el paso en cuanto se cae un vaso de agua al suelo. Ese túnel ni siquiera fue oficialmente inaugurado por el entonces alcalde José María Alvarez del Manzano, que se limitó a quedarse en una de las entradas mientras por la otra deambulaba el recién defenestrado Matanzo, aquel señor al que le tocaba la Lotería más que a Doña Manolita. Ocurre con otros minipantanos que alberga la ciudad de los prodigios y las zanjas, este rinconcito capitalino al que le molestan los fenómenos naturales. Quizá la lluvia sea una incivilizada que moja por igual comuniones, bodas reales, inauguraciones y bautizos; las nubes son un descaro natural que descargan sobre nuestras cabezas cuando no llevamos paraguas.

Rubalcaba cree que Gallardón es el único que no quiere que llueva, pero la lluvia tampoco respeta tendencias políticas, el barómetro es caprichoso, maleducado como adolescente que juega con la pelota hasta romper el cristal. En Italia acuñaron la expresión «piove, porco goberno», traducida aquí por «cuando un túnel se inunda, algo suyo se moja señor alcalde».

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‘Daría clase de ‘striptease’ a Aguirre’

abril 30th, 2007 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

RETRATO
Origen. Río de Janeiro, 1977. Currículo. Empezó trabajando de administrativa en Río de Janeiro. «Nada que ver con lo que hago ahora, que es cuando me divierto más». Vino a España en 1996 para trabajar en el Casino de Las Palmas, «era una vedette con poca ropa y mucha pluma». Luego pasó a gogó, luego al striptease, y de ahí al porno hace tres años (sus películas se detallan, y mucho, en su web www.duniamontenegro.com). Premio a la mejor actriz porno de reparto en España. Aficiones. «Adicta al trabajo, hasta compro ropa en función de mis shows». Debilidades. «No tengo, soy fuerte». Virtudes. «Leal, honesta y apasionada». Defectos. «La sinceridad y a veces algo egocéntrica».
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Dunia es pequeña, carioca y de ébano. Llega a la entrevista con un dolor de cuello producido por una jornada intensiva de samba: «Quedo con mis amigos brasileños, los españoles se aburrirían conmigo». Teniendo en cuenta que también es actriz porno, el dolor podría venir de cualquier otra postura. Se convertirá el mes que viene en docente en la Universidad del Sexo de Madrid, dará nociones sobre cómo quitarse la ropa «y que ningún hombre quede indiferente».

Pregunta.- ¿Es buena en el striptease?

Respuesta.- Dicen que tengo mucha seguridad en el escenario e intento transmitírsela a mis alumnas de Madrid.

P.- ¿Cuál es el programa docente?

R.- Doy clases a 20 alumnas que no son profesionales, que nunca han bailado. Trabajaré con ellas el arte de la seducción.

P.- ¿Es distinto bailar en una universidad?

R.- Para mí es un reto, nunca antes lo había hecho. Creo que aprenderé más de ellas que ellas de mí.

P.- ¿Por ejemplo?

R.- Conozco bien a las strippers pero no conozco a la gente corriente.

P.- ¿Igual liga en clase?

R.- Seré una profesora respetuosa, no le diré a ninguna alumna que soy bisexual.

P.- ¿Eso duplica su capacidad de éxito?

R.- En la discoteca tengo el 100% de posibilidades. Hasta las mujeres hetero caen.

P.- ¿Tan segura está de sí misma?

R.- Bueno, es la verdad.

P.- ¿Habla con acento cubano?

R.- La gente no cree que sea brasileña, por eso me tatué cuatro monumentos de Río atrás.

P.- ¿Le caben cuatro monumentos ahí?

R.- La verdad es que las brasileñas de esa parte no somos delgadas. Caben.

P.- ¿Lo suyo es pura sensualidad?

R.- Con la sensualidad y con la sexualidad me gano la vida.

P.- ¿Quién peca: el que mira o el que se desnuda?

R.- Una suma de las dos cosas. Una chica que provoque termina por despertar algo en quien la contempla.

P.- ¿Ser atractiva es un peligro?

R.- Es un arma de doble filo, el físico te abre muchas puertas.

P.- ¿Alguien le ha dicho que no?

R.- Sí, pero soy cabezota, busco la manera de que cambien de opinión.

P.- ¿Se le ha resistido un hombre?

R.- Uno se me resiste, y creo que lo sabe.

P.- ¿Dónde queda su seducción?

R.- Al final no soy tan buena como creía.

P.- ¿Podemos bailar como brasileños?

R.- En Brasil, por encima de todo, está el sentido de pasarlo bien, aquí impera el materialismo. Y como no podemos ir al cine trabajamos en aumentar la familia.

P.- ¿Hay algo que no haya enseñado?

R.- De mi personalidad oculto muchas cosas, pero como actriz porno, nada.

P.- ¿El desnudo es un arte de provocación?

R.- Cualquiera puede quitarse la ropa de manera vulgar, pero no todos saben hacerlo de manera artística.

P.- ¿Siempre se desnuda con intención?

R.- Cuando llego cansada puedo tirar la ropa en cualquier lado, e incluso colgarla de una lámpara.

P.- ¿Recuerda su primer striptease?

R.- Tuve vergüenza de quedarme en bragas y en sujetador. Fue hace cuatro años, me sentí bastante insegura.

P.- ¿Nunca ha sido una chica indiferente?

R.- Sólo hago de mujer fatal cuando trabajo, por la calle soy normal. A diario voy vestida muy clásico.

P.- ¿Qué pasa cuando dice que es actriz porno?

R.- Sorprende, hace poco un señor se tragó el vino que estaba bebiendo. Me divierto al ver la cara que pone la gente.

P.- ¿Qué preguntas le hacen al saberlo?

R.- Cuando se les quita la cara de pánico preguntan qué tal es y si se gana dinero. Y, también, si finjo.

P.- ¿Para eso es una actriz?

R.- En las escenas extremas, si no disfrutas, por mucho dinero que te paguen… Con lo mío disfruto.

P.- ¿Lo más rotundo que le dicen?

R.- Tengo fans en todo el mundo algunos me detallan lo que hacen mientras me ven.

P.- ¿Reconoce a un actor sin verle la cara?

R.- A veces no hace falta ni mirar a la cara para reconocer a un actor porno.

P.- ¿Hasta cuándo será una stripper?

R.- Hasta que el físico me lo permita y pueda evadir la ley de la gravedad.

P.- ¿Daría recomendaciones a políticos?

R.- Daría clase de striptease a Esperanza Aguirre, ¿te la imaginas quitándose la chaqueta?, tiene un carácter tan fuerte que sería interesante verla en este punto sensual.

P.- ¿Se imagina a Zapatero en sensual?

R.- Zapatero cara de cachondo tiene, ¿no?

P.- ¿El tamaño importa?

R.- Más que el tamaño, la constancia.

P.- Le pregunto sobre libros…

R.- En los libros, como en los penes, da igual el tamaño. Lo importante es el carácter.

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Sofía de abril

abril 29th, 2007 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

En domingo de puente, a la hora de la siesta, ha nacido la segunda hija de los Príncipes de Asturias. Ella no lo sabía pero mientras el médico le limpiaba la piel manchada, afuera una batería de fotógrafos cargaban sus baterías. Ella no lo sabe pero ya es ilustre de pañal, su padre anunció su nombre a ante una tormenta de flashes y todas las televisiones hicieron programas especiales donde se explicaba el árbol genealógico con detenimiento.

Al contrario que el resto de los niños ella ya tiene el futuro garantizado, incluso le escribirán un libro antes de que tenga edad para leer. La exageración es cosas de reyes pero mucho más del peloteo cortesano.

Le han puesto de nombre Sofía, detrás viene una retahíla de apellidos que son una vía láctea de la aristocracia mundial, por parte de padre, y de la aristocracia de la normalidad, por parte de madre. Sofía de Abril no lo sabe pero desde este momento entra a formar parte de un entramado arcaico y en declive como es la monarquía, le pondrán encajes y siete obispos le echarán agua del Jordán en su bautizo.

A Sofía de Abril le salva que tiene un abuelo taxista y una madre que ha currado en la tele, por ese lado tendrá una ventana de coherencia. Lo ideal es que la críen como una princesa pero no como un pura sangre de los que había en Versalles. Lo suyo es que los niños fueran lo que son hasta llegar a una edad donde puedan empezar a digerir el protocolo.

Sofía de Abril nació sin abuelos reales, la reina volvía del funeral de Rostropovich y el rey no estaba en Madrid, como es costumbre. Tenemos un rey que cuando no toca oficio real se pira al extranjero, será que don Juan Carlos trabaja aquí pero tiene la residencia fuera, como los tenistas ricos.

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El lobo de Topas

abril 29th, 2007 - Sin categoría - 2 Comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La Junta mantiene un cerco al lobo pero éste es más listo, de hecho no hay otro animal más inteligente que haya superado el avance del hombre y no se haya extinguido. Otras especies mueren en los cables de alta tensión o al cruzar la carretera sin alcanzar la cuneta. La noticia de que el lobo existe parece sacada de una novela de Miguel Delibes, mientras haya lobo hay cazadores y sigue la leyenda.
El lobo es el descarado de la sociedad, el último bandolero que campa a sus anchas por el monte en el que impone sus normas. El ganado le huye, el campesino le teme y la noche le ampara en su silenciosa labor de asusta ovejas. El avance de las urbanizaciones y la construcción de las autovías le ha echado cada vez más lejos, pero en el monte hay una ley de la selva que los demás desconocemos. Hasta es posible que los últimos ataques sean producto de un solo lobo solitario que marca su terreno y luego huye a una guarida escondida. De ser cierto estaríamos ante el último maqui de la sierra, el último mamífero asocial que se resiste a ser cazado, por lo tanto una leyenda a cuatro patas con pezuñas manchadas de barro.
El lobo nos da miedo porque se nos parece mucho, en el quehacer diario hay tipos que espantarían los aullidos del jefe de la manada. El surcoreano que atacó con pistolas el campus de Virginia, Cho Seung-Hui, era un caniche incomprendido que se mutó en bestia de sangre e ira. La agresividad también reside en el hombre, no hace falta culpar a los lobos de nuestros desmanes. Sólo Félix Rodríguez de la Fuente logró acariciarlos y meterse en el grupo para rodar un documental, siempre tomando las debidas distancias para no despertar a la fiera. Tan sólo los santos son capaces de llamar hermano al lobo y acariciar su lomo fuerte con mano amable.
Las últimas noticias dicen que anda por Topas, por lo tanto con él hemos ?topado?. Es el mismo animal que aparece en los cuentos infantiles y que tanto miedo nos daba en los relatos de caperucitas y leñadores. Aquel era un lobo sensual que se cameló a la abuelita, tan falta de piropos y tan miope, que fue capaz de mantener un diálogo desde su cama con el animal que se la iba a comer. La abuelita debía sospechar que aquella relación acabaría mal pero no quería dejar pasar esa voz de macho que le seducía, ese aliento de bestia parda que tanto echaba de menos en el final de sus días. Él se la comió porque era su obligación, lo llevaba marcado en su código genético y ella se dejó hacer porque aún siendo anciana guardaba el erotismo en su mantilla de encaje.
Bien pensado el lobo siempre ha sido el mismo, nosotros somos los que hemos cambiado.

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Enterrador por un día

abril 29th, 2007 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

El inquietante oficio de enterrador pone punto y final a la serie sobre los trabajos más denostados por los españoles. El presentador del programa «El Mundo en Portada», de VEO televisión, Rafael Martínez-Simancas se mete en la piel de un sepulturero. El miedo, el asco y la repulsión son emociones prohibidas. Por 1.200 euros al mes se «convive» con la dramática rutina de la muerte.

un día duro. Nuestro ?sepulturero? remueve la tierra.

Levantando una lápida, una de las tareas que más fuerza requiere.n.

Por último, descanso en el vestuario, donde se charla y se juega a las cartas.

Por Rafael M. Simancas

Medio Madrid debe de estar desayunando café con churros a esta hora temprana del día, y nosotros (la cuadrilla del turno partido) desenterrando un cuerpo que lleva más años muerto de los que pasó vivo. Pero no hay nada que sea sórdido o que pueda servir para argumento de un relato de terror; al revés, una luz blanca de un sol naciente cambia las sombras del cementerio por la realidad de un trabajo como otro cualquiera aún con sus matices. Mi compañero está metido en la fosa, bastante profunda. Tendrá que salir apoyándose en la pala. Trabaja en manga corta a pesar de que en la superficie hace frío, un viento helado de febrero que tan propio es para desenterrar muertos.

A dos metros y medio bajo tierra se siente el calor, sobra la chaqueta, se nota la humedad y se trabaja con diligencia: en la superficie la pala amontona la tierra y restos humanos, ropa y lo que debió ser una corona de flores con una cinta de letras doradas que se borraron. Estamos en un proceso de «reducción», y cada miembro de la cuadrilla sabe lo que tiene que hacer: en el capacho, los jirones irreconocibles de la mortaja, la guata de la almohada del ataúd y el despojo de la corona; en la carretilla, la tierra. Y en un ataúd metálico acaban los huesos, en una caja diminuta cubierta con una sábana que sirve de último sudario, póstuma unión familiar. Las tibias en las películas son blancas, las de verdad marrones y con extremidades muy negras, como si hubieran ardido. Hay que reconocer que para empezar el día es una emoción fuerte, ningún otro oficio se puede comparar con éste.

Ellos, los sepultureros del cementerio de La Almudena de Madrid, se extrañan cuando les cuento que pocos españoles quisieran hacer su trabajo, «pero no está tan mal, una media de ?.200 euros y a las tres a casa, o a las seis si eres del turno partido. Eso sí, en una oficina no te manchas el traje, puedes salir de bonito a la calle, y no tienes que aguantar las bromas de los vecinos. La gente nos pregunta cosas de lo más absurdo, se creen todas las películas que echan por la tele».

Invisibilidad. Los sepultureros, mis compañeros, han desarrollado un sentimiento de protección como los que tiene cualquier tribu. Casi todos tienen parientes que trabajan en alguna actividad relacionada con el cementerio. Pueden dar el aspecto de duros, o de invisibles porque nadie se fija en ellos, pero en realidad forman un grupo de buena camaradería, dispuestos a colaborar, con humor sano (cuando nadie les escucha) pero sobre todo con un enorme sentido del respeto y del honor, como podrían tener las tropas de los tercios de Flandes. Si el honor se puede defender con una pala igual que con una espada, los enterradores son los caballeros del campo santo. Para descansar se me ocurrió recostarme en una lápida y uno me dijo: «Eso nosotros no lo hacemos. Nos parece poco respetuoso».

Por lo tanto el cementerio tiene sus reglas que se deben observar, y los sepultureros tienen también las suyas: a nadie se le obliga a realizar el trabajo más duro, es cuestión de turnos. Si uno lleva el furgón sabe que otro bajará a la fosa, pero luego será al revés, y están prohibidos los sentimientos de asco, de repulsión o de miedo; («A mí las películas de terror me dejan exactamente igual. Le tenía miedo al avión pero luego me quedé dormido en un viaje que hice a Punta Cana. Tenía que hacerme el fuerte delante de mis críos», dice Paco, un hombretón que podría ser un perfecto secundario de western. En realidad en el cementerio no huele a muerto sino a humedad añeja, a tierra quieta, un olor que se te mete en la ropa («tú tranquilo chaval, el primer día hasta te lavas las manos con limón creyendo que todo el mundo te va a oler, pero en realidad lo llevas dentro de la nariz»).

Como barco fantasma. Sorprende la rapidez de sus movimientos. En una segunda actuación y en apenas tres minutos se ha completado la exhumación de un cadáver que llevaba en el nicho desde ?97?. En este caso los familiares se han perdido cómo golpean el ladrillo que cubre el nicho, cómo surge el ataúd deshecho igual que las maderas de un barco fantasma, cómo sacan los restos dejándolos en el suelo y cómo apartan la mortaja a un lado y los huesos a otro. Más tarde terminarán de sanear el nicho para dejarlo preparado para un nuevo enterramiento al día siguiente. Estos trabajos se realizan a primera hora, antes de que empiecen a llegar los coches fúnebres con los nuevos inquilinos y se hace aposta para evitar una imagen que podría resultar desagradable para no iniciados.

La tierra se mueve en La Almudena, nunca está quieta. Puede que pasen ?0 años, o ?00 en algunos casos, pero siempre hará falta la mano del hombre para organizar las sepulturas. Un trabajo a pico y pala en el que no interviene la tecnología porque las dimensiones son muy reducidas, no cabría una máquina excavadora, las tumbas están muy cerca, demasiado en algunas ocasiones.

El agobio de la gran ciudad se refleja también en una necrópolis centenaria en la que han ido a parar los madrileños que dejaron de serlo, y en la que también hay barrios caros y zonas comunes, donde igual hay espacio para mausoleos de diseño vanguardista que para tumbas populares, de monjas o infantiles. La zona VIP de los mausoleos provoca extraños compañeros de viaje: Lola Flores y su hijo Antonio junto a Tierno Galván y muy cerca los aviadores alemanes de la Legión Cóndor que participaron en la Guerra Civil, y más allá la tumba de Fernando Martín a la que a diario acude su madre a poner margaritas blancas frescas. En un rincón varias cuadrillas exhuman, en «el cuartel de los niños», tumbas de chiquillos que murieron antes de acabar el siglo XIX.

Es una actuación que recuerda mucho la construcción de trincheras en un frente de batalla, se trabaja con rapidez para dejar la zona apta para nuevos enterramientos y para reforzar un terreno que se ha vencido por el paso de las lluvias. La comparación con las trincheras define bien el trabajo de batalla y de grupo, el objetivo es ganar la partida a la muerte que todo lo detiene, y permitir que los vivos puedan planificar los próximos ?00 años de la zona.

Soy un sepulturero invitado al que dan la opción de probar todas las técnicas. De manera gentil, pero con cierta sorna desconfían de que me vaya a meter en una fosa profunda para sacar tierra. Antes de saltar al hoyo que me parece un abismo les pregunto si podré caer en falso, «no te preocupes, por debajo de ti hay tres cuerpos más, y encima de ellos tierra compacta, resistirá tu peso». Al coger la pala se ríen porque me ven como un niño haciendo castillos de arena en la playa, demasiado imberbe, en realidad hay que trabajar con su técnica: pisas pala, la hundes y levantas lo más cargada posible. Así una vez, cuatro y hasta cien.

Vaciar una fosa como esa supone mover nueve toneladas de tierra, casi como nueve coches pequeños. Tras llenar cuatro carretillas me detengo agotado, me miran con el cariño y la sorna que se le tiene a un novato. Ellos lo habrían hecho más rápido e incluso echando la tierra por encima del hombro, a movimientos rítmicos como el que manda bogar a los remeros. El único consejo que me dan es: «Cuando toques caja avisa», y pienso que en las películas de piratas dicen lo mismo cuando se refieren al cofre con el tesoro.

Los sonidos del cementerio son brutales, primitivos, los mismos que lleva haciendo el ser humano desde hace miles de años. La tierra excavada suena a dentellada de animal salvaje, parece que se queja porque le obligan a salir del letargo. La tierra cuando cae sobre el ataúd recién depositado hace una percusión que duele en el estómago y eriza el pelo de los brazos. Les acompaño a un par de sepelios que son muy seguidos, y siempre la misma actuación en silencio.

El ritual exige dirigirse a los que están más próximos a la fosa y preguntar: «Con el permiso de la familia, ¿podemos proceder?», y luego con dos cuerdas descienden el ataúd que es un mueble, el mueble que es un cuerpo, el cuerpo que fue una persona, la persona que tuvo vida. Más tarde echarán una corona de flores y luego las primeras paladas antes de completar la despedida. «Tenemos prohibido coger propinas, sería una falta disciplinaria», pero luego me entero de que el capataz se aleja para no verlo, en esos momentos no es de recibo pelearse por una dádiva con alguien que quiere agradecer el trabajo prestado.

Al cabo de un rato, cuando se ha marchado la familia, llegan los marmolistas a sellar la tumba con la losa de granito que pesa en la espalda y te martiriza las articulaciones. La técnica es igual de rudimentaria; no hay máquinas, se hace a mano con la ayuda de unos ganchos metálicos. Lo hacemos entre dos personas, juro que puede conmigo como si una mariposa quisiera detener el viento. Y me pregunto si pesa más la vida que la muerte.

Pestilencias. El asco es una sensación que no está permitida, «en alguna ocasión, pocas, nos encontramos con cadáveres descompuestos. El olor es parecido al de un queso fermentado en un aceite amargo», me lo cuentan como el que ha viajado a sitios a los que el hombre nunca ha podido llegar. Y lo peor, lo más sórdido, es una reducción de restos en un día de lluvia, cuando el agua les tapa la cara y el sudor se mezcla con el agua, y la tierra de Madrid se les pega al mono de trabajo. Pero siempre hay algo más desagradable: «Cuando entierras a un niño. La cara de los padres nunca se te olvida por muchas veces que hayas realizado un sepelio infantil. Procuramos ser lo más cariñosos posible para aliviar un dolor que llevarán mientras vivan». Lo más absurdo es un entierro al que no asiste nadie, «hace poco tuvimos el de un hombre que vivía en una residencia de ancianos, no tenía familia y nosotros fuimos los últimos en despedirle». Junto al cementerio decimonónico convive la zona moderna de las cremaciones, el backstage recuerda a las cocinas de un hotel.

Cuando los familiares despiden el féretro, éste pasa detrás de unas cortinas verdes arrastrado por un operario que lo mueve ayudado por unas andas con ruedas. Ahí los ataúdes aguardan turno como si fueran aviones esperando entrar en pista para despegue. De los tres hornos hay uno en reparación, le están cambiando los ladrillos refractarios. Por un cuarto en el que trabajan en las inscripciones de las urnas se llega a la sala de máquinas. Allí se nota el calor de los hornos a plena potencia, en el indicador aparecen 864 grados y me tengo que apartar porque el fuego es intenso. «Algunos dicen que les damos las cenizas de otro muerto pero es imposible, hasta que no se completa la cremación y se limpia el horno no puede entrar otro ataúd». Arden con la caja, arden con la ropa y con el crucifijo que va en la tapa. En otro cuarto más al fondo descubro una máquina terrorífica. Se llama «el cremulador».

Abren la puerta para que la vea y escucho un sonido de lavadora centrifugando piedras. Se trata de golpes secos y continuos, nadie me lo dice, pero entiendo que ahí van a parar los restos que no se calcinan fácilmente, supongo que los puentes de la boca, las prótesis metálicas y también los huesos más duros. Cuando todo está liquidado, alrededor de cuatro horas más tarde, le harán entrega a la familia de la urna con los restos. El batir del «cremulador» es terrible.

De diez y media a once y media de la mañana la actividad de los sepultureros se detiene. Es el momento del bocadillo, regresan a la base donde improvisan manteles con hojas de periódico, sobre las noticias hay un hombre que corta el salchichón con su navaja, lo hace con detenimiento, a capas iguales y luego las pone alineadas en el pan abierto, para mí ese pan es otro ataúd que recoge el cadáver de un salchichón. Por lógica una actividad de gran esfuerzo físico exige comer bien, y luego una partida de cartas, habitualmente se juega al julepe junto a las taquillas con fotos de la familia y con muchos pósters del Real Madrid. Las manos del sepulturero son grandes y sinceras, cuando te aprietan la tuya te das cuenta de que son tipos fuertes. Tan grandes como desconocidos, «no creo que nuestro oficio esté en extinción, siempre alguien tendrá que hacerlo aunque nos consta que en los pueblos hacen nuestra función los albañiles».

La Tierra siempre está en continuo movimiento, nunca para quieta, esa es la idea que me repite en la cabeza. No tanto porque gire alrededor del Sol sino porque hace falta espacio para nuevos enterramientos. Las flores se secan y la vida pasa, ellos también necesitarán un día que alguien les haga un hueco. Pero por el momento su función es hacérselo a los demás, «es duro, sí, pero para nosotros como otro trabajo cualquiera». Nadie les dará una medalla pero se la merecen por trabajar por la ciudad de los muertos, en ese Ganges de cemento al que no quiere ir nadie. Una condecoración que se la podrían poner en el bolsillo sin que mirara el encargado, igual que hacen algunos con las propinas que se dan por realizar un trabajo que los españoles no quieren hacer y que no tiene precio.

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‘El parto es una experiencia sexual’

abril 27th, 2007 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

RETRATO
Origen. Madrid, 1950. Currículo. Estudió Enfermería en la Cruz Roja y más tarde quiso entrar en la escuela de matronas: «Pero me dijeron que no podía porque era chico. Hoy ya somos más de 400 en toda España». Colabora en la Asociación Nacer en Casa (www.nacerencasa.org). Antes de trabajar en alumbramientos se dedicó a cuidar de enfermos en la UVI, «un trabajo duro pero enriquecedor». Aficiones. «La carpintería y pasear por la montaña». Debilidades. «El heavy y Miguel Bosé, (porque le gusta a mis hijos)». Virtudes. «Paciencia, tolerancia y capacidad de amar». Defectos. «La intolerancia con la intolerancia».

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Se ha dado cuenta con los años de que ejerce una profesión femenina, «a pesar de que tengo todo el aspecto de ser un chico», (evidentemente, incluso tiene figura de apóstol en la última cena). Afirma que el parto es un momento en el que la mujer debe sentirse muy respetada, por lo tanto su trabajo es de sanitario, de poeta y de Juan el Bautista. Por sus manos han pasado más de 2.000 recién nacidos, él solito es el comité de bienvenida a este mundo.

Pregunta.- ¿Es usted el hombre que les hace llorar?

Respuesta.- Soy el hombre que les facilita que puedan llorar.

P.- ¿Nacemos de manera traumática?

R.- Nacemos para el placer. En el nacimiento están las mismas hormonas que en el orgasmo: endorfinas, adrenalina, oxitocinas y prolactina.

P.- ¿Y eso le llega al niño?

R.- Claro, porque está en la placenta y lo recibe todo: disgustos, amor y orgasmo.

P.- ¿Todo pasa en la placenta?

R.- Por eso a veces una madre siente una sonrisa, o un llanto, y no sabe de dónde le ha venido. El bebé es un ser consciente que emite y recibe emociones.

P.- ¿La primera respiración quema los pulmones?

R.- Los pulmones se abren y escuecen. Por eso es bueno que luego se recuesten en el pecho de la madre a escuchar su corazón.

P.- ¿Nacemos indefensos y desnudos?

R.- Nacer es como si te tapan ojos y oídos y te sueltan en una ciudad que no conoces, con una lengua que no entiendes.

P.- ¿Es partidario de nacer en casa?

R.- Es mejor nacer en casa y afortunadamente el acceso a un hospital, (si hiciera falta), es muy fácil.

P.- ¿Por qué nacen más en hospital?

R.- Es lógico, son muchos años machacándonos con que era más seguro.

P.- ¿Qué ventajas tiene una casa?

R.- De entrada lo respetuoso con el proceso de parir y con el proceso de nacer, (que son muy distintos). Sería ideal que respetaran a la mujer en un hospital, que no le pusieran una bata y una anestesia que le quita emociones.

P.- ¿Es lo que nos perdemos los hombres?

R.- La vivencia de traer un niño al mundo es la mayor envidia del hombre hacia la mujer. El parto es una experiencia sexual.

P.- ¿Siente la soledad del portero ante el penalti?

R.- Sobre todo cuando el bebé nace y decide no respirar. Entonces madre y comadrón sentimos un miedo horrible a la muerte.

P.- ¿Usted se comunica con el bebé?

R.- Sí… con el amor. Mis manos, mi respiración, el contacto con su madre, su padre…

P.- ¿Todos somos inocentes al nacer?

R.- Todos somos inocentes toda la vida.

P.- ¿Tiene un papel de ángel?

R.- Porque soy el que anuncia y le pone voz al que nadie puede escuchar fuera. Por desgracia la sociedad potencia que la madre se escuche cada vez menos, (por extensión a su niño).

P.- ¿Todos los recién nacidos se parecen a Churchill?

R.- Los bebés nacen de una situación de mucha comprensión al pasar por el periné. Los huesos de la cabeza se reducen.

P.- ¿Hay diferencia al nacer con cesárea?

R.- Sí, un bebé, cuando nace, está recibiendo un masaje desde la cabeza a los pies y toma conciencia de sus límites. A los que nacen por cesárea hay que observarlos porque no han recibido ese impulso.

P.- ¿Recuerda a los que trajo al mundo?

R.- Prácticamente a todos, ya no puedo ir a los cumpleaños porque son muchos.

P.- ¿Se aprende de las complicaciones?

R.- Las he conocido en el hospital, (algunas), y apenas en dos de los partos que he atendido en casa.

P.- ¿Marca el sitio donde naces?

R.- Claro, pero lo elige el niño. Yo siento que no me buscan las madres sino ellos, (sé que es difícil entender esto).

P.- ¿Me lo puede dejar más claro?

R.- El bebé y la madre están en comunicación constante, nunca sabes con quién estás hablando.

P.- ¿En pañales somos poca cosa?

R.- Al contrario, en pañales somos todo.

P.- ¿Si los políticos hubieran nacido «mejor»?

R.- Entonces el mundo sería más amable, pero todos estamos en situación de perdonarnos.

P.- ¿Los niños vienen de París o de Madrid?

R.- Madrid es un buen sitio para nacer, salvo que haya obras. Un crisol de culturas.

P.- ¿Ha dicho crisol de grúas?

R.- ¡También, también!

P.- ¿Qué diferencia hay entre una partera y una patera?

R.- Me encantaría ser partera con las pateras. Me gustaría estar ayudando allí.

P.- ¿Nacemos solos?

R.- Nacemos, vivimos y morimos solos. Apenas compartimos ratos con los demás.

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‘Somos médicos de guerra’

abril 24th, 2007 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

RETRATO
Origen. Madrid, 1957. Currículo. Estudió Enfermería y se especializó en enfermería deportiva. «El próximo mes de julio llevaré veintinueve años en el deporte madrileño, empecé en el Carabanchel cuando estaba en tercera división». Llegó al Real Madrid en 1981, primero seis temporadas en el Castilla y luego desde 1987 al 2001 estuvo con la primera plantilla. Ahora trabaja con la cantera del equipo. Aficiones. «La caza y el campo, me gustaría vivir en un lugar más pequeño». Debilidades. «Me gustaría tener más tiempo para estar con mi familia». Virtudes. «Honesto, sincero y de palabra». Defectos. «Me he llevado muchos palos por ser sincero».
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Durante años fue un clásico en el banquillo del Real Madrid. Tanto que llegó a hacer una campaña de publicidad en la que los jugadores le daban masaje a él: «En ese banquillo pasé de los mil partidos». Antonio Acedo era el hombre que salía al campo con la botella de agua milagrosa, -«en realidad sólo llevaba agua del grifo, del Canal de Isabel II»-. Alterna su trabajo en el Madrid con una clínica en la calle de Génova, donde recibe a ejecutivos estresados y políticos. Parece mentira, pero desde una ventana que da a la Audiencia Nacional consigue calmar tensiones y nervios. Además da masaje a toreros como Abellán y Luis Bolívar.

Pregunta.- ¿El masajista es el bombero del fútbol?

Respuesta.- Cuando estás en el banquillo es fundamental ver cómo se producen las lesiones. A los cirujanos taurinos les pasa lo mismo: si ven la cornada entienden mejor la lesión.

P.- ¿Qué es un buen masajista?

R.- El que está con el equipo a todas horas, en todos los entrenamientos y concentraciones.

P.- ¿Sus manos son poderosas?

R.- No. Me guío por la experiencia que, en el masaje, siempre es un grado.

P.- ¿Un banquillo tiene su miga?

R.- Ahí tienes que utilizar la mano derecha y la izquierda. Como en los toros, tienes que saber mandar, parar y templar. Y una cosa más: en el banquillo tienes que saber callar.

P.- ¿Los vestuarios han cambiado mucho?

R.- Mucho, si tenemos en cuenta la mezcla de nacionalidades que se dan hoy. No todos tenemos la misma manera de pensar. Una broma entre españoles se puede interpretar mal.

P.- Hablamos de David Beckham, por ejemplo.

R.- No, porque no he coincidido prácticamente con David, me refiero a hace unos años cuando apenas había tres extranjeros en el equipo.

P.- ¿Hay diferencia entre aquellos jugadores y los de hoy?

R.- Antes los jugadores eran mucho más normales. Después de entrenar se iban a tomar unas cañas, sin problemas. Hoy buscan un reservado, no tiene nada que ver.

P.- ¿Por eso les llaman estrellas?

R.- Pero lo son, aunque a los jugadores no les gusta que les llamen estrella.

P.- ¿En otra época eran gente más normal?

R.- Quizá los de ahora se aíslan ellos solos, también Butragueño era una estrella, y Michel, Buyo, Sanchís, y en general toda la Quinta del Buitre.

P.- ¿Un masajista es un enfermero de campaña?

R.- Sí, los masajistas somos médicos de guerra, tienes que reaccionar en segundos y dar tu opinión al entrenador.

P.- ¿De guerra pero también atienden al enemigo?

R.- Más de una vez me ha ocurrido. Recuerdo cuando saqué a Arias del foso de Mestalla, no le puedes negar la ayuda a ningún jugador.

P.- ¿Los veteranos también mantienen la rivalidad?

R.- Sí, pero hace poco fuimos el Madrid y el Barcelona en el mismo autobús al campo, fue un partido de veteranos en Mallorca. Creo que no ha pasado nunca.

P.- ¿Las viejas glorias se dan leña igual?

R.- Cuando comienza el partido… el Madrid tiene la obligación de ganar desde juveniles hasta veteranos.

P.- ¿Quién es el más veterano de todos?

R.- Se dividen en dos grupos, los que acompañan al equipo, como Di Stéfano, Zoco, Pantaleón, etc. Y luego están los que juegan, algunos se acaban de retirar como Dani, Iván Pérez, Alfonso, Fernando Hierro…

P.- ¿Por lo tanto son encuentros de gran calidad?

R.- En el partido contra el Barça jugamos contra Luis Milla, Eusebio, Amor y Sergi. Todos podrían jugar en cualquier equipo de nivel.

P.- ¿La rivalidad será mayor con el Atlético de Madrid?

R.- Te lo enseñan al llegar a la casa, en el Real Madrid no puedes ser segundo en nada.

P.- ¿Qué pasa cuando se pierde?

R.- Cuando pierdes tienes que saber estar callado, como todo el mundo. En todo caso, hacer los comentarios justos.

P.- ¿Es distinto dar masaje a un torero?

R.- El torero tiene prisa por reaparecer. Si no reaparece, no cobra, tampoco los que van con él. La cuadrilla le pregunta: ¿maestro cómo va?

P.- ¿Una sala de masaje es un confesionario horizontal?

R.- Cuando vamos de concentración la sala de masaje es el lugar de reunión. Siempre hay cuatro o cinco jugadores de tertulia.

P.- ¿Lo que se oye allí queda?

R.- Igual que lo que pasa en el campo: ahí queda.

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El tricornio verde

abril 24th, 2007 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Así como canta la copla que la Virgen del Pilar no quiere ser francesa sino capitana de la tropa aragonesa, los tricornios de Madrid no quieren ser de Alonso sino de Aguirre, quieren cambiar el charol por el uniforme de la BESCAM. Curiosa petición que nos lleva a concluir que los beneméritos creen en la victoria del PP y no tienen una brizna de duda, en otro caso podrían haber esperado un mes y medio. Singular estampa la de los guardias civiles que saltan la valla para cambiarse de bando tal y como hemos visto en la época del telón de acero. O como saltaron por la ventana del Congreso los «tejerianos» tras la noche más larga de la democracia española.

Ignoro si esta insólita estampida, (con armas o sin ellas), formará parte del documental Tres vídeos tristes con el que mañana inaugura Aguirre el festival Made in Max de Barcelona, título que se las trae para empezar bien, siempre y cuando la tristeza no venga por el lado del consejero. Pero en Barcelona el consejero Fisas juega en casa y es posible que Aguirre también porque cuando uno lleva a Antonio Carmona de su parte tiene muchas papeletas para que le aplaudan. Aunque la cultura nunca es «made» en un sitio sino producto de muchos intercambios, entre ellos la rumba catalana de Peret o de El Pescaílla tuvo mucho que ver en el cajón que marcaba el ritmo de los Ketama.

Si la presidenta tiene de su lado a los flamencos sólo le faltaban los picoletos, y que le salga bien la goyesca del 2 de mayo y César Jiménez mande a los dos victorinos directamente al tinte, o en su defecto a que los disequen los taxidermistas de Las Ventas, esos dos que son capaces de darle mejor expresión a un toro muerto de la que tuvo en vida. Lo que no puedan hacer Justo Martín Ayuso y Antonio Sánchez Guijarro es que no tiene remedio, llevan muchos años apañando el rictus incómodo que tienen los muertos (por muy bravos de estirpe siempre les queda un aire de incómoda situación). De haber vivido en época de Robespierre le habrían dejado una cara estupenda a la corte de Versalles después de pasar por la guillotina, y hoy lucirían en el Trianón como estampas de ayer.

Todo sea con permiso de la autoridad y siempre que el ganado embista, las elecciones le salgan bien y Alonso permita que los beneméritos cambien de bando como el que deja el traje de faena y se pone uno de Armani con gorra de pichi. A este paso las BESCAM van a ser tan numerosas como las fuerzas soviéticas antes de que pusieran un Burguer en la Plaza Roja. Aguirre puede tener un potencial bélico digno de arranque de película de Patton; presidenta por cielo, mar y aire. Su desfile del Día de la Comunidad puede competir con el de La Castellana. Güemes encaramado a un tanque tiene su aquel, y Lamela de ministro regional de Sanidad militar. Para la marina hay mucho candidato popular que flota más que un corcho.

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La última mujer muerta

abril 23rd, 2007 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

En el informe Picaso, redactado para solventar las responsabilidades del Desastre de Annual, se detallaba como las cábilas al servicio de Abdelkrim le cortaban los testículos a los soldados españoles muertos y luego se los metían en la boca. Era una crueldad añadida en una guerra canalla librada en el norte del Rif en el primer tercio del siglo XX. Lo que contaba el general Picaso era tan estremecedor que Primo de Rivera dio un golpe de Estado, (llamado ?dictablanda?), para ocultar las consecuencias del informe antes de que fuera pública la imagen de aquellos españoles mutilados y dejados al amparo de los buitres. Una atrocidad de sangre y locura de la que tuvimos conocimiento muchos años después.

La ceremonia macabra de las tropas del líder bereber han sido superadas este fin de semana en Mejorada del Campo donde un hombre ha matado a patadas a su antigua pareja. Para calcular la infamia hay que pensar en cuántas patadas hay que dar en un cráneo hasta volverlo plastilina y deformar el rostro de una mujer.
Uno espera que esta muerte sea la última en la locura de los asesinos de mujeres pero nunca se sabe.

Igual que la DGT detalla las terribles consecuencias de los accidentes, lo ideal es que la condena para el asesino fuera convivir de por vida con los huesos que crujían en una acera manchada de gritos y vísceras. La víctima clamando ayuda y el verdugo embotado en ira, borracho de venganza, alejado de toda piedad.

Sus huesos frágiles y su corazón se separaron de la vida para siempre.
Ella murió sin tener por qué, igual que aquellos soldados cuyos huesos mal enterrados siembran de pavor las cunetas de los caminos que llevan a Melill

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El sueldo de los políticos

abril 22nd, 2007 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La verdad, y para ser sinceros, me ponía más hablar de ese estudio de la Universidad de Salamanca que glosa las ventajas del jamón ibérico para evitar el envejecimiento, pero el personal está con la pregunta del sueldo de Mariano Rajoy. Dos programas de cara a cara con el ciudadano que se pueden resumir en una frase: ni Zapatero ha pagado un café, ni Rajoy mira en la cartera. Lo cuál es una lástima porque era una excelente oportunidad para hablar de política y para dejar claro cuáles son sus respectivos programas, (que se parecen peligrosamente y tienden a confundir al votante). Zapatero haciendo un elogio de la economía en el templo de la Bolsa es un escarnio para la izquierda, así que es posible que tengamos que reformar algunos conceptos, a fuerza de mal usar las palabras nadie sabe en qué terreno juega.
El sueldo de Rajoy no tiene ninguna importancia política porque no es relevante, lo que se espera es que sea eficaz e ilusionante. Exigir certificados de inmaculada concepción fiscal es una chorrada contable, siempre que sus ingresos sean legales no está obligado a hacer público nada, ¿qué aporta a la sociedad el conocimiento de esa cifra?, más bien la pregunta pertenece a la categoría de chascarrillo de vecindad y si no sabemos distinguir entre el parlamento y una junta de vecinos, malo. Hay preguntas que uno no está obligado a responder, es como si le preguntan a un político por la frecuencia del acto sexual. Para futuros programas tengo una batería de cuestiones imposibles, por ejemplo: ¿cuántos leucocitos tiene en su cuerpo?, ¿cuántas veces va al baño por la noche?, ¿cuál es el diminutivo amoroso por el que le conoce su pareja?, ¿se emociona con la música de los Villa People?, y ¿Le gustan las películas de Marisol cuando las ponen en ?Cine de Barrio?? Creo que la respuesta a esas inquietudes nos puede aportar un poco más de espesura al debate y terminar de descabalgar la buena imagen de nuestros dirigentes.
El presidente del Gobierno no está obligado a saber lo que cuesta un café de la época del abuelo Pachi, (por cierto muy rentable le salió la intervención al ciudadano porque ya le han pagado en una tele para que cuente lo suyo). El presidente está para otras cuestiones de alto gobierno, para responder en materia política, incluso para ser acorralado con una batería de preguntas incómodas, pero no para asuntos de menor cuantía. Ségolène o Sarkozy pueden alcanzar el Elíseo hoy sin necesidad de haber dado explicaciones de cuánto cuesta un ?café au lair, bien sur?.
Y lo que más me fastidia, algo que me tiene muy irritado, es que no he podido contar lo del jamón que eso si que es de vital importancia. Claro.

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