Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
LA COINCIDENCIA del 75 aniversario de la proclamación de la II República, aquel 14 de abril del 31, con el confuso clima político que vivimos, ha incitado a la celebración de la efeméride, sobre todo en Cataluña. Pero la Monarquía goza en España de buena salud
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La República está de moda en España, ya sea como aniversario, como sentimiento, como nostalgia, como utopía, como manifiesto de intelectuales, como proyecto a corto plazo, también en cómic (Primavera tricolor, editado en Barcelona por la Fundación Pere Ardiaca) o como anuncio de la tele. Contaba Indro Montanelli en Historia de Roma que cuando 50.000 personas se reunían para entonar a coro: ¡Roma, Roma!, no lo hacían pensando en un pasado memorable sino para animar a un equipo de fútbol. Hoy la república sirve también de reclamo publicitario, la tienda de muebles Ikea ha elegido como eslogan: Bienvenido a la república independiente de tu casa.
El presidente del Gobierno ha dicho esta semana en el Congreso que la «España de hoy mira con orgullo y satisfacción a la II República». Aquella etapa de la vida española murió (o la mataron) muy joven y por eso mantiene la leyenda. «El mito republicano existe», comenta Julio Anguita, «pero también muchos que tienen una idea difusa y vacía de contenido. Me gustaría saber qué clase de república piden y basada en qué conceptos. Quizá lo hagan para calmar su conciencia culpable». Ese mito se alimenta porque durante la II República fue la primera vez en la que se alcanzaron unas reformas sociales tan importantes como el sufragio universal, el acceso de la mujer al voto y la ley del divorcio. Pero también tuvo un bienio negro con los sucesos de Casas Viejas, la quema de conventos, desórdenes callejeros y el aplastamiento de la revolución de Asturias (el gobierno confió en Franco la solución del problema). Muchos historiadores creen que aquella República fue un proyecto excelente para una sociedad que no estaba madura, y que se le fue a sus gobernantes de las manos.
Hoy los jóvenes entre 18 y 29 años, nietos de aquellos republicanos que no han vivido con el temor que heredaron sus padres, se muestran mayoritariamente partidarios de la tricolor. Lo dice una encuesta de Sigma Dos para EL MUNDO (noviembre de 2005, trigésimo aniversario de la llegada del Rey a la jefatura del Estado): en los últimos cinco años el número de personas que se dicen republicanas ha aumentado en ocho puntos (los monárquicos bajan en cinco).
La República es un concepto que se asocia a honradez, a transparencia, a leyes justas, ausencia de privilegios en razón de cuna y a un Estado federal. «Es sobre todo pasión por la igualdad, eliminación de todo privilegio y reformas sociales. Tener la idea cierta de que se vive en un país donde uno ha dejado de ser súbdito y se eleva a categoría de ciudadano», dice David Ruiz, catedrático emérito de la Universidad de Oviedo. Pablo Castellano ve que hoy es un sentimiento amortiguado «por los dos grandes partidos que, sin hacer manifiesto de monarquismo, acallan la voz republicana…Aquí nadie se atreve a plantear el referéndum monarquía o república».Le responde el director de Sigma-Dos, Carlos Malo de Molina, que la Monarquía arrasaría en ese referéndum, porque se sostiene incluso en quienes no son monárquicos.
Todos los actos de conmemoración del 75 aniversario están capitalizados por organizaciones de izquierdas. La derecha contribuye con su escepticismo. En la misma encuesta de Sigma Dos, los que menos confían en la consolidación de la Monarquía son los votantes del PP (un dato para la perplejidad: los votantes de IU son los que creen que el Rey está más en su sitio). «Hay mucho republicano que dice no me toques al Rey Juan Carlos porque ha acreditado su valía en episodios relevantes como el 23-F», comenta Miguel Jordá, presidente de la Unidad Cívica por la República. Para el coordinador de IU, Gaspar Llamazares, «los jóvenes españoles han entendido que muchos conflictos recientes tienen una alternativa en otro modelo de Estado, no es casual que en las manifestaciones contra la guerra de Irak aparecieran banderas republicanas por las calles».
Julián Chaves, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura, no cree en un cambio de modelo de Estado a corto plazo: «La Monarquía actual ha demostrado lo necesario, que es un árbitro en este país».
Anguita lleva años dando conferencias acerca de la III República donde los que asisten no participan en un acto de nostalgia sino de pragmatismo. «La República es austeridad, laicismo, cultura de la paz, donde el Ejército participaría en prestar ayuda en las grandes catástrofes, y también una visión de Europa distinta».Cree que es posible que llegue de mano de la derecha, algo que no comparte Llamazares, convencido de que es una opción vinculada a lo popular, al federalismo y a la izquierda. Luisa Martín, coordinadora de Ciudadanos por la República, estima que la III República es algo más que cambiar al Rey por un Jefe de Estado, «es aplicar la Constitución del 31 y construir una República de trabajadores. España hoy es un comercio dominado por las oligarquías más que una nación».
EL MITO REPUBLICANO
Miguel Jordá apenas tenía tres años cuando su padre lo llevó en hombros para celebrar la llegada de la II República por las calles de Barcelona. Aún recuerda que, envuelto en el entusiasmo popular, gritaba: «¡Viva Pupa!», sin saber muy bien qué era aquella algarabía callejera.
La imagen de la República tiene un alto concepto emocional, quizá por eso también sirve de base para un anuncio. En cuanto a la parte negativa, Jordá tiene grabado el estruendo del sonoro puñetazo que dio su abuelo en la mesa del bar del pueblo, en L Hospitalet, cuando se enteró del asesinato de Calvo Sotelo: «”Viene una muy gorda”, dijo, y no se equivocó». Jordá estima que bajo la «marca blanca» de República se incluyen también radicales de los que no se fía, en alguna ocasión han aparecido en sus actos y los ha tenido que expulsar para dejar claro que no comparten la misma vía. «Nuestro deber es recuperar la memoria histórica, pero no a través del folklore, hay que profundizar para no cometer errores del pasado. Uno intenta ser un republicano de bien».
Por su parte, el historiador asturiano David Ruiz está convencido de que si llega algún día el cambio en la forma de Estado, deberá reunir una síntesis de los dos proyectos anteriores que fueron truncados, «una mezcla entre lo que propugnaban Pí y Margall y Manuel Azaña, dotada de una fuerte solidaridad económica que parta de un modelo federal, y no de la monarquía confederal que se está iniciando en este momento».
Entre los factores de corrección que hay que aplicar al mito republicano está la bonhomía generalizada (que no fue tal aunque es el halo que destila): el régimen de Azaña fue atacado por la mitad del ejército pero también por buena parte de la izquierda y de la derecha.
Lo cierto es que el ciudadano asiste al concepto de República desde la butaca de la comodidad, dispuesto a que se la traigan a casa como si fuera una pizza, «Cuando doy una conferencia», dice Anguita, «es habitual que el auditorio se llene de gente que espera con ansia que les recuerde las bondades de la II República, pero yo les hablo de lo que puede venir y de lo que cada uno debe trabajar para ello. Cuando termino me estrujan, me besan pero luego no hacen ni puñetero caso. Mi voz clama en el desierto».
El antiguo secretario general del PCE y ex coordinador de IU coincide con Jordá al señalar que dentro de la derecha también hay una sensibilidad republicana, Anguita admite haber cenado hace unos días con un alcalde de capital andaluza, del PP, que así se lo confirmó. «Muchos de los joseantonianos que residen en la derecha española son republicanos por principio».
UNA CALLE EN REUS
La mayor parte de los actos del 75 aniversario se concentran en Cataluña. El Ayuntamiento de Reus aprobó dedicar una calle a la República Catalana, moción que partía de Ezquerra Republicana apoyada por los demás grupos (PSC, CiU e Iniciativa Verds), a excepción del PP. La idea es recordar la proclamación de la República Catalana por el entonces presidente de la Generalitat, Fransesc Maciá. «En Cataluña hay un doble sentimiento republicano», reconoce Iván Arcas, alcalde de Molins de Rei, «por los valores que representa y por el modelo de Estado que aporta. Fue en Cataluña donde se habló por primera vez de un modelo federal, una región solidaria con pueblos unidos en un proyecto común basado en el respeto a la diversidad». Su pueblo lleva el apellido Rei desde que en el siglo XIII Alfonso II de Aragón (o Alfonso I de Cataluña, según la versión de la Historia elegida) concedió a un herrero la posibilidad de construir molinos que abastecieran de agua a Barcelona. «Nadie se ha planteado, en serio, cambiar el nombre.Toda la vida hemos sido Molins de Rei», salvo en un breve periodo en la I República que fue Molins de Llobregat. ¿Pueden caer en la tentación de nuevo?: «¡bueno!, si alguien lo insinuara se llevaría una sonrisa histórica y aquello de: ¿dónde vas, hombre?».
En Barcelona Carles Santamaría y Pepe Farruco han ideado un cómic, dirigido a jóvenes, para conmemorar el 75 aniversario. Los protagonistas de Primavera tricolor: un médico marxista y dos anarcosindicalistas.En Madrid hay una manifestación el 22 de abril. «No la ponemos el 14 porque coincide con Viernes Santo y hay que respetar el descanso de todo el mundo», dice Luisa Martín, de la Coordinadora de Ciudadanos por la República.
Malo de Molina y Castellano discrepan acerca de la figura del Rey. Para este último «el Rey debería entender que no tiene ninguna justificación racional, o política, para mantener privilegio alguno. Con todos los respetos, le corresponde el título más preclaro que puede tener cualquiera: ser un ciudadano igual que los demás». Malo de Molina subraya el papel de estabilidad que representa el Monarca, la alta representatividad internacional, «Tengo hecha una encuesta en América en la que don Juan Carlos aparece como el dirigente hispano de mayor aceptación popular, el jefe de Estado más carismático». La seguridad de la Corona residiría en el nivel de aceptación del Rey. El instituto de opinión que él dirige le otorga al Rey el 77.5% de voto favorable (era 18 puntos superior hace cinco años). Ese respaldo popular se mantiene cuando se plantea que el Príncipe tenga que acceder a la jefatura del Estado. «La Corona no corre peligro…». Dice, eso sí, Malo de Molina que si el Rey no realizara su papel «a satisfacción plena de los españoles ahí empezaría el riesgo…El raciocinio te lleva hacia la República, es la praxis (y el chollo) que representa para España la Casa Real lo que te lleva a ser monárquico, un sistema que nos benefició en la Transición y da gran capacidad de relaciones internacionales».
Julio Romero tituló el cuadro de una adolescente muerta como ¡Mira qué bonita era! (sacó el nombre de una famosa soleá cordobesa).Pablo Castellano se refiere a la II República como si fuera Marilyn: «Era tan bonita, murió tan joven. Fue un corte en la historia negra de este país, por eso tiene una luz especial».
Muchos de los que añoran la República tienen una alta carga de resignación poética: por el momento no toca, lo dicen los datos demoscópicos. En todo caso, se le recuerda como si James Dean pudiera cruzar en cualquier momento con su descapotable la pared que servía de pantalla al cine de verano. Nuestra referencia cinematográfica más cercana la encontramos en La lengua de las mariposas cuando el maestro, don Gregorio (Fernán Gómez) pide que dejen a una generación que se forme en libertad y en la tolerancia, «porque esa libertad no se la van a arrancar en la vida».
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UNA TRICOLOR DE EIBAR A SAHAGUN
Podríamos pensar que la primera bandera que se alzó de la II República es la que aparece en todas las fotos de aquel martes, en la Puerta del Sol de Madrid. Pero si ahondamos en la Historia hallamos una disputa entre dos pueblos muy separados. Es la historia de Benito Pamparacuatro y Juan de los Toyos, el primero era vecino de Sahagún (León) y el segundo, concejal de Eibar (Guipúzcoa).El entusiasmo popular llevó a la corporación de Eibar a izar la tricolor dos días antes de que en Madrid se proclamara la II República. Juan de los Toyos fue la mano que tiró de la cuerda y se llevó los aplausos de los que se congregaban en la plaza del pueblo. Alejandro Lizarriturri, de 92 años, recuerda como en la madrugada del 12 de abril llegó hasta la ciudad un emisario de Indalecio Prieto escondido en un camión de pescado. En la oscuridad de la noche le preguntó al sereno dónde vivía Juan de los Toyos, al que finalmente diría: «En tus manos está cambiar el rumbo político del país». La anécdota la confirma su sobrino homónimo, Juan de los Toyos, que entonces tenía ocho años pero que tiene presente la fiesta que vino después. La plaza de Alfonso XIII pasó a llamarse Plaza de la República y la euforia se propagó a las vecinas Elgoibar y Ermua. Los ciudadanos bailaron, cantaron la Internacional y su tío explicó que eran el Ayuntamiento «más democrático, socialista y republicano de España», por eso los habían elegido. Pero la fiesta tuvo una resaca amarga cuando en la mañana del 13 de abril llegó el primer tren procedente de Madrid. En la capital seguía reinando Alfonso XIII y durante un día y medio los eibareses temieron las represalias. También en Sahagún de los Campos hubo banda de música. La bandera se izó horas antes de hacerse oficial la victoria republicana en las municipales. El hombre clave allí se llamaba Benito Pamparacuatro, llamado el de la Ina, «soltero, elegante, muy generoso, todo un caballero». Lo dicen tres testigos directos: Paca Tovar, Tina Valdés y Félix Luna. Los tres vieron como Pamparacuatro, acompañado por Victoriano de la Puerta y Julio Díez, comenzaron el lunes a cantar la Internacional por la calle con la ayuda de algunos miembros de la banda municipal de música, que se sumaron a la algarabía. En la madrugada del 14, tras toda una noche de éxtasis, una comitiva encabezada por Pamparacuatro se dirigió a la casa del alcalde de Sahagún, el monárquico Eusebio Domínguez. Éste, que había escuchado los gritos de la calle, les recibió sentado.Cuando le pidieron las llaves del Consistorio, las entregó sin resistirse. Después vino lo de tomar el balcón, izar la tricolor y dar vivas al nuevo régimen. Cuando Azaña, presidente del Gobierno provisional, conoció los hechos, decidió destacar a Sahagún como «muy ejemplar ciudad ( ) Un reconocimiento público y perdurable a la despierta ciudad de Sahagún que proclamó la República en la madrugada del 13 al 14 de abril, con espontáneo gesto de civismo y democracia». Por su parte, a Eibar se le otorgó una placa de piedra con el escudo republicano por «su papel ejemplar». Lo curioso es que el olvido hermanó de nuevo a Eibar y a Sahagún.El pedestal colocado junto a un colegio desapareció, un funcionario (dicen que vestido de falangista pero de fondo republicano) tenía la orden de echarlo a la basura pero lo guardó en los sótanos del Ayuntamiento. Hoy, recuperado, lucirá de nuevo en los jardines de la plaza del Ayuntamiento. El documento de Azaña, en Sahagún, se mantuvo oculto durante toda la dictadura detrás de una fotografía de José Antonio Primo de Rivera. Lo encontró por casualidad, en 1988, el entonces alcalde Virgilio Buiza. «Hasta ese momento tampoco se sabía mucho del alzamiento republicano, era un tema tabú». Tanto como los últimos días de Pamparacuatro, que acabó fusilado cerca de León. Nunca se hallaron sus restos. Ni una placa, ni nadie con memoria puede recordarnos las últimas horas de aquel buen republicano que ha pasado a la Historia con letra pequeña. / CRISTINA DOMINGUEZ / PABLO MELIAN
Pies de fotos tituladas
EIBAR. El 13 de abril de 1931, un día antes de su proclamación, ya el municipio guipuzcoano colgó la bandera tricolor en su Ayuntamiento.La plaza de Alfonso XIII pasó a llamarse de la República.
DE AYER A HOY. El sobrino homónimo del edil Juan de los Toyos, en la misma plaza donde su tío colgó la bandera tricolor el 13 de abril de 1931
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