Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Hace tiempo que en la India ruedan películas bajo el cacofónico nombre de cine de ?Bollywood?, por el momento no son de una calidad para ser recordadas pero sí es digno de señalar la enorme producción, por metros de celuloide que no quede, le podrían dar la vuelta al mundo varias veces con cintas que no serían de recibo en un cursillo de cine por correspondencia. El cine indio copia la estética del cine americano de los años cincuenta: amor, lujo y muchos bailarines que bajan por la escalera, algunos con tanta pluma que les haría sospechosos de estar contaminados por la gripe aviaria. No hay una gota de arte y ensayo, ni de cuestionamiento de guión, ni de estudio de los personajes. Es cine de disfrute inmediato, comedias de amor y pipas, historias breves donde todos eran buenos y los malos iban de negro montados en un caballo cojo. Un poco rollo realmente, un cursilandia en pantalla grande con muchas sedas salvajes y galanes con bigote a lo Aznar pegado con cinta aislante.
Una comisión de ?Bollywood? ha estado en Salamanca para ?localizar exteriores?, (que es el término técnico para encontrar posibles lugares donde rodar secuencias). Les han gustado las casitas de colores de Peñasolana y especialmente la catedral. Ha sido ver Salamanca en primavera y por su imaginación se han cruzado innumerables guiones de comedias y musicales. De manera velada han dejado caer que los permisos laborales para rodar en España son muy estrictos; afortunadamente amigo, ¿A ver cómo se consigue producir en la India mogollón de películas en tan breve espacio de tiempo si no es a costa de explotar a sus trabajadores? Esa es la parte de cartón piedra que tiene el cine de ?Bollywood? pero que nos ocultan con las luces y el maquillaje. Cuando no se persigue la calidad sino que se ansía la cantidad se llega a estos niveles de producción masiva.
Nada que ver con los trabajos de Milos Forman, dedicado a la figura de Goya, o Menno Meyers centrado en aquel español espigado que toreaba de capote con la elegancia de un junco, Manolete. Bien está que el cine sea la fábrica de sueños pero sería discutible que los sueños se puedan fabricar por encargo como el que compone una receta magistral con un poco de aquí y algo de allá. Pero a tenor del amplio público que sigue al cine indio es posible que los demás estemos equivocados, aunque a algunos nos resulte imposible emular al cine de los cincuenta sin el talento de aquellos directores, actores y guionistas. Claro que más difícil era imitar el flamenco en oriente y ahora se dan veladas en Tokio que erizarían los pelos de Camarón.
?Bollywood?, capital Salamanca, es posible. Todo suena a Cole Porter.
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