Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS
Estimados recuentavotos… nunca se ha tenido en tan alta estima vuestro abnegado trabajo de lupa, visera, manguito y a escudriñar entre las papeletas el último resquicio de un voto válido, el estertor de la democracia en un sobre procedente del extranjero.Es más fácil trabajar de sexador de pollos, noble oficio al que se dedicó Joan Manuel Serrat antes de subir a la fama. El calor de los últimos días de la semana pasada auguraba algo, quizá lo que la cubanidad de Miami conoce por turbonada, tormenta breve pero intensa que al paso deja inundaciones y en los charcos rayos de sol. Un fenómeno meteorológico extraño con el que abren muchos informativos allá.
Será la turbonada electoral: el calor del trópico, (la emoción del tópico), la lluvia de votos que nadie esperaba, el factor del voto ausente que pocas veces es determinante. A los últimos votos les pasa como a los minutos finales de los partidos de fútbol cuando la gente se levanta y se pierden lo mejor. Queda demostrado que la pasada campaña electoral para la Comunidad de Madrid mereció la pena hasta el último mitin y el postrer gesto de seducción. Vaya usted a saber cuánto le deben los candidatos a aquel militante anónimo que, a riesgo de partirse la crisma, se balanceó en la escalera para colocar un cartel, ¡la imagen que dio, o quitó, un triunfo! La experiencia nos dice que el marketing electoral se aplicará en las próximas elecciones hasta la extenuación; ya estoy viendo a los candidatos tirándonos besos, como los enamorados decían «recuérdame» en los trenes que partían de Atocha. Luego hicieron trenes con aire acondicionado en los que no se puede bajar la ventanilla, por culpa de RENFE se han roto muchas parejas.
El efecto Florida aplicado al mayo de la Comunidad deja clientela para los cardiólogos hasta el mes de diciembre y caras de trasnoche.Es destacable el fair play de Esperanza Aguirre que no se quiso agarrar al clavo ardiendo y la contenida emoción de Rafael Simancas.Una electa desbancada y otro presidente in pactore, siempre y cuando F.F. (Fausto Fernández, no el otro) no pretenda concesiones de princesa balcánica destronada. Leguina supo llevar bien su pacto sin ceder consejerías a Izquierda Unida. Lo suyo sería respetar la voluntad popular, y que los acuerdos sean respetuosos con los que perdieron y favorables a los que van a gobernar.A fin de cuentas todos somos responsables del empate. Hasta los que no votaron.
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