Cantaba Lola Flores una canción de corte moderno que decía: “tú lo que quieres es que me coma el tigre, que me coma el tigre, que me coma el tigre”. Y, luego, añadía algo de las carnes morenas.
No hace falta ir a un zoo para que te coma un tigre, igual se muerde una podóloga veneciana con un bisturí. Asunto que le ha pasado a este que, hoy, escribe cojo.
No conozco a nadie en el mundo que haya ido al podólgo para salir peor, pero todo es ponerse.
Ella, rubia, mona y muy envolvente de voz. Yo pensaba que navegaba por el canalillo veneciano de su escote cuando el bisturí se llevó parte de mi talón derecho. Jodido y recompuesto aún le tuve que pagar la consulta.
Uno se pregunta cuántos errores médicos hay en esta vida y de cuántos nos hemos librado de puñetera coña.
Nota final.- recelad de los canalillos porque todos tienen trampa.
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Me he descojonado con la columna, don Rafael. Espero que le lea leve, y no corra que es peor.
Ale, a curarse… y diga dónde ha sido el incidiente para no ir. Joder, joder, joder…
Joder Rafael, llevo dos años jurándome a mi mismo, que de la próxima semana no pasa lo de ir al podólogo, teniendo como resultado una cojera cada día mas notable, y vas tu, justo en este momento, cu:ando el dolor y las punzadas de los dos malditos ojos de gallo que tengo en la planta de los dos pies, me han hecho decir firmemente, de mañana no pasa, voy a llamar para pedir cita,(esta vez es en serio. He grabado el telefono), y vas tu y colocas tan espeluznante experiencia. Te agradezco enormemente el buen estado de ánimo que me ha dejado la narración de tu carniceria. Bueno, llamaré mañana…, como mucho pasado.
Gregorio: tú siempre fuiste tan gallito que en lugar de tener un ojo de gallo tienes dos, normal, te pasa por ser del Atlético.
No te quiero desanimar pero el viernes se cumplirá una semana y todavía ando tan cojo como en el primer momento. Supongo que no debe ser lo normal y que no todas las podólogas son venecianas, alguna habrá de Madrid. Por si acaso toma precauciones y pregúntale de dónde es. Si observas que maneja el bisturí como una lanzadora de cuchillos, vamos mal.
Suerte, y nunca mejor dicho: “a tus pies”, jejeje…
No Rafael, si desanimarme no me desanimas. Es mas, con lo aprensivo que soy me estás dando mucha moral. Tanta que estoy a base de tilas cada vez que hago el intento de llamar para que me de cita. Solo te falta que me cuentes alguna desventura con el dentista. Mas que nada porque también tengo que ir, y si a lo uno voy “sobrao”, a lo otro le tengo mas miedo que a los chistes de Beteta. Bueno que voy a pedir cita, y que salga el sol por donde quiera