Por lo que pudiera pasar, quizá porque un día nos confundan con alguien y acabemos en un calabozo, siempre es bueno tener preparada una buena coartada. Da igual el motivo porque casi todas sirven para sacarnos de un apuro. La cuestión es ser rápidos de mente y decirle a la policía algo que les deje pensando un rato y que nos permita preparar la segunda excusa, pero sin la primera estamos perdidos.
Da igual que usted se tenga por inocente… no se puede imaginar la cantidad de mentiras que se pueden inventar los demás. Usted puede caminar por la calle con una bolsa de las rebajas cuando de repente se vea envuelto en una escaramuza policial, quizá vayan a por usted porque de pequeño copiaba en clase, (esa gente tiene todos nuestros archivos guardados), igual le detienen porque miraba mal a la vecina cuando era un adolescente, o porque un día se alegró del mal ajeno.
Es ahí, en ese momento de empujón contra la pared cuando de repente caen tres fogonazos cuando le hacen falta los reflejos. Así que ensaye todos los días mientras se enjuaga los dientes y piense que con el foco en la cara le va a costar expresar su versión. Cuente además que le tirarán agua y que las moscas irán a posarse en su nariz en el momento más inoportuno.
Lo de menos es el cargo que le imputen, lo importante es tener los reflejos suficientes que le ayuden a uno a escapar de la verdad. Sin una buena coartada no se puede andar por el mundo.
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Hay una empresa dedicada a fabricar coartadas por 150€, buenos trucos para eludir la presión ‘policial’ de la pareja, familiares o jefes coñazo.
¿Mentir? ¡Qué va! Simplemente, negar la evidencia. Siempre. “Esto no es lo que parece, cariño”.
Mentir es un arte milenario, al alcance de muy pocos, virtuosos de la negación que no tienen nada que ver con ese inanimado ser llamado Pinocho. Un discurso coherente, con profusión de detalles y contado en primera persona es un pasaporte hacia el éxito. Balbucear y distanciarse de la escena en tercera persona es ser pasto de fiscalía.
Te juro, Rafa, que las he visto meter ‘de kilómetro’, con una compulsión tan enfermiza que rayaba en paranoide.
Perdona que me ausente, voy a comprarme un polígrafo…
No me refería a las excusas de cama, allá cada uno con su conciencia.
Me refiero a cuando te piden que cuentes algo, aunque sea verdad, pero no te sientes con fuerza. Yo sufro de tartamudeo cerebral cuando los demás esperan que seas brillante, es como cuando en una reunión esperan que cuentes algo novedoso porque eres periodista o que seas capaz de escribir una nota con ingenio porque eres escritor.
No puedo soportar a los/las que mienten.
Y menos a los que afirman que van con la verdad por delante, como si fueran pamplonicas corriendo delante de un toro.
La verdad va en paralelo o no existe.
Las de cama -está en el guión- son las mas burdas. Es cierto, a pesar de José Luis Moreno.
Tranquilo, a tí te pasa como a los grandes, que la ‘musa’ se le aparece siempre trabajando.
Hace unos años -no sé si seguirán en sus trece- un amigo de CiU me comentaba que para las de la cama les aleccionaban: tenían que negarlo todo, cual personaje del corazón. Como regla fija, no sé… no sé…
En cuanto a las otras, las de las profesiones esas que parece que hay que ir por ahí haciendo demostraciones, yo siempre pongo el ejemplo del hermano cirujano.
Alonso: ¿Qué es lo del hermano cirujano?
Es verdad que para encamamientos de lo más dispar están los de CiU, su propensión al lío les lleva a la poligamia con derechas e izquierdas.
Carlos: ¿Jose Luis Moreno?, ¿El atracado productor? Monchito y yo te pedimos una aclaración.
¿Atracado productor? ¿Productor atracador? ¡Tomaa Morenooo! Lo ha dicho Rockefeller, no yo. Conste en acta…
Lo de los cirujanos viene a cuento de que, de la misma manera que a los escritores, humoristas, dibujantes y gentes de mal vivir se nos “fuerza” a demostrar nuestras habilidades allá donde a alguien se le pueda ocurrir, podían hacer lo mismo con los del bisturí.
Por aquí, porque vamos como vamos, pero en otras latitudes, parece que algunos lo tienen algo más claro. Hace unos años coincidí en un evento con Burne Hogarth, seguramente el más conocido de los dibujantes de Tarzán. La gente, a lo suyo, le pedía dibujos; él a lo de él, les decía que ahí estaba su representante y que les diría el precio. Colorín colorado…
Buenas Rafa,
El otro día lei en algún lado que las personas verdaderamente inocentes nunca tienen coartadas porque nunca imaginan que las puedan necesitar. Así que desde entonces yo desconfío de todo aquel que dice que tiene una coartada.
Un abrazo
Mane
Hola Mane: tienes toda la razón, pero al decirme esa frase ya me has dado una coartada por si algún día la necesito. Nunca se sabe en qué momento te puedes convertir en bulto sospechoso, todo depende de hacia qué lado se desplace la mayoría.
Gracias por la recomendación.