VenÃa el miedo en avalancha pero se detuvo ante la libertad. Tosió el miedo, confió tranquila la libertad.
La etimologÃa latina de decidir es morir. Estamos llenos de miedos que nos impiden decidir, y asà nos va. Por eso nos duela la espalda de repente, y esas articulaciones se vuelven puertas viejas sin engrasar.
Si nada uniera, si nada atara, si no tuviéramos obligaciones, si no pesaran los miedos… flotarÃamos alrededor unos de otros. Yo me pido hacerlo con un casco de aviador.Â
Voy a preguntarle a Newton si podemos, por una vez, negar la Ley de la Gravedad.
Al pájaro le dieron alas porque las necesita pero a los hombres nos dieron sueños para cumplirlos. Nada es tan grave si eres capaz de quitarte de encima “la ley de la Gravedad”.
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Me acuerdo de aquel sargento chusquero que definÃa como nadie la Ley de la Gravedad: “Las cosas caen por cojones o por su propio peso”. No son las ‘Historias de la Puta Mili’, no. Es el acervo popular, la España cañÃ, ‘Gárgoris y Habidis’…
Caer es una putada. Es mejor rebotar, subir -si se cumple la Ley de Murphy-. Y, para flotar hay que subir.
Me encanta tu facilidad para moverte de lo concreto a lo intangible con la más absoluta naturalidad. Me temo que tu reflexión se quedará en mero deseo porque la cruda realidad es justamente que todos estamos llenos de miedo por todos lados y hasta que no alcancemos el Nirvana, cosa no imposible pero dificililla, tendremos que ir sorteando obstáculos que nos impiden ser libres y volar.
Me has recordado un libro de Kundera que leà en mis años de Universidad que se llamaba “La insoportable levedad del ser”. Me gustarÃa saber tu opinión,…..si es posible.
Victoria.
No, Carlos… disculpa… para flotar sólo hace falta dar un paso hacia adelante y confiado. No se trata de ascender como el humo sino de crear otra realidad partiendo de lo que uno tiene. Jodido es, eso de entrada.
Victoria: ¿cuántas cosas que pensamos son inocuas nos pesan tanto?, por ejemplo una mala mirada, un comentario por la espalda, un amigo que descubres no lo es tanto. La luz también pesa, es un estudio cientÃfico no una broma, y todo lo que no suma, resta.
El cielo está demasiado alto, de lo uqe hablamos aquà es de plantarle cara a la Ley de la Gravedad, que se meta Newton la manzana por donde le quepa. Lo contrario al amor no es el odio, sino el miedo. Si no tienes miedo, no hay leyes que te aten.
Y tanto que es jodido, ya que nadie te presta alas y si te fÃas de los sueños te estrellas sin remisión. Pero, sigamos soñando, qué coño. Los toreros tienen miedo en el patio de cuadrillas, en el paseÃllo, en el callejón y ante el ‘angelito negro’ de 600 kg. de pura gravedad. Pero sueñan con la faena de su vida. Y mientras logran domeñar los Ãmpetus de la alimaña, flotan…
¡Justo!, es el ejemplo del torero el que me ha animado a escribir este post. El torero confÃa en hacer la faena de su vida, entre los efectos secundarios está el no salir vivo, pero no lo tiene miedo a la muerte porque su vida es plena. Sólo los que viven a medias temen morir. Por eso hay tantas fobias al avión, a los ascensores, a quedarse sólo. En el fondo es gente que no vive, por eso teme morir. ¿Alguien ha visto a algún monje saolÃn preocupado por la muerte?
Al abad de Silos le preguntaron si iban a grabar otro cd con los famosos cantos de los monjes. Y respondió: “¿otro disco?, si, sÃ, claro… en este siglo”. ¡El tÃo tiene cien años por delante y el urbanita se acojona cuando cree que no llegará metido en un atasco!
Sólo una vez he sentido el frÃo de la muerte en la espalda, y no era en la mÃa. Fue cuando Pepe Hierro dijo: “me hago mayor, dentro de poco me voy a morir y me quedan tantas cosas por escribir”. Joder, qué escalofrÃo.
De momento, Carlos, que nos sigan echando vitorinos y santacolomas.
Sin desdeñar el encaste Núñez. Que se lo pregunten a “IdÃlico”(*), que ya ‘padrea’ muy ufano a sus ‘vacas sagradas’.
No tengo nada contra los monjes. Mas prefiero ser sexador de pollos, como el amigo del ‘Aragonés’ (ex de las españas), que te dije un dÃa en tu programa. Es una vida plena, decides a quién se monta y quién se lo monta.
Lo que te pasó con Hierro me recuerda lo que me contó el gallego-exiliado-por-gusto, José Ã?ngel Valente, cuando ya estaba muy malito, creo recordar que en AlmerÃa.
(*) Pido perdón. Me olvidé de la cita. IdÃlico es el último toro indultado en La Monumental de Barcelona, lidiado por José Tomás.
¿Miedo a la muerte? Ese es un miedo lejano, presente siempre pero allá lejos, lejos… Lo que nos fija al suelo es el miedo al fracaso, a lo desconocido porque muchas veces nos quedamos en el “más vale malo conocido…”, a correr un riesgo y ahà estamos rumiando, girando sobre el propio eje e inmoviles al fin y al cabo, con los huesos y el alma carcomidos… No se quien lo dijo pero “vivir con miedo es no vivir” y estoy de acuerdo… Sin embargo… ¡ay el ardor de estómago!
Muy curioso lo de la etimologÃa decidir-morir, no lo sabÃa y da para pensar. Gracias.