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marzo 26th, 2014 - Rafa en la prensa - Sin comentarios

(Revista “AR“, marzo 2014)
Texto de Sara Campelo.

En noviembre de 2011, al periodista y escritor
Rafael Martínez-Simancas le nombraban
director de un conocido diario gratuito, sus
mellizos cumplían diez años y el diagnóstico
de un linfoma detenía en seco su reloj. Este
golpe sordo no acalló, sin embargo, el tictac de un hogar
que los pequeños Lidón y Víctor ponen en hora cada
día. Aquel otoño, Rafael me escribió: “No me puedo
morir. Mis hijos son muy pequeños”. Desde entonces,
este periodista de 52 años ha pasado media docena de
veces por el quirófano, se ha hecho experto en el ‘dialecto
Hodgking’ (denominación sobre la que él mismo bromea)
y ha publicado el libro Sótano octavo (Ediciones B),
en el que narra, con sinceridad no exenta de sentido del
humor, el proceso de su enfermedad: diagnóstico, tratamiento,
relación con los médicos, complicidad con los
enfermos y el trance de comunicar la noticia a la familia,
especialmente a los hijos.

Cuando te diagnostican una enfermedad de este tipo,
la noticia se recibe en solitario y se comparte de inmediato
con la persona más cercana… pero ¿cómo te enfrentas
a decírselo a tus hijos?

Nos planteamos que habría que contárselo también a
ellos y fue decisión mía hacerlo desde la normalidad
absoluta. Mi mujer me secundó con un “te acompañaré
en lo que hagas”, y les dijimos: “Papá está malito, tiene
una enfermedad que es grave pero de la que se va a curar,
¡por supuesto!”, y a partir de ahí nunca les hemos contado
nada que no sea cierto. Ellos me han visto peor y mejor,
me han visto vomitar, someterme al tratamiento entero,
salir de casa camino del hospital… y siempre he respondido
sinceramente a todo lo que me han preguntado.
El juego de la sinceridad es a pecho descubierto…

¿Alguna pregunta de los niños te ha generado desazón?

No. Lo que sí que han provocado sus comentarios han
sido momentos muy divertidos, como cuando en el patio
del colegio le dije a mi hijo Víctor que no llevaba abrigo,
y me respondió: “Papá, yo no tengo frío como tú. A lo
mejor porque yo no tengo quimioterapia”.

De hecho, uno de esos comentarios de Víctor constituye
el prólogo de tu libro.

Sí. Él entendió mi enfermedad en términos de lucha entre
duendes y ogros. Su hermana, Lidón, supo remontar un
bache en el cole porque aunque parece tímida y reservada
ha demostrado ser una niña con mucho aplomo, a pesar
de tener once años en ese momento.
Por lo que se ve, siempre has tenido una actitud transparente
hacia los niños.
He contado siempre lo que era verdad y lo que sentía:
cuando el agua me sabía a cobre, cuando les hacía cerrar
las ventanas porque no podía tocar nada frío por efecto
de la quimio, las veces que no podía llevarlos al parque
por cansancio e incluso cuando le acabé cogiendo manía
a su colonia infantil.

¿Crees que bajo la mirada cristalina de un niño se ven
las situaciones más duras y los problemas con una pureza
con la que los adultos no contamos?

Los niños ven las cosas cristalinas, cierto, pero también
tienen escapatorias con las que los adultos no contamos
y que tampoco nos son propias. Cada edad tiene su responsabilidad,
su forma de afrontar el problema. Lidón y
Víctor lo han entendido perfectamente, pero también tienen
momentos en los que no quieren preguntar por mí y
quieren pensar en sus cosas, incluso otras fases en las que
no quieren sufrir. Y hacen bien. Mis niños lo tienen que ‘‘Las preguntas
de mis hijos
han provocado
momentos divertidos
y frases llenas de
genialidad”

El apoyo de tus hijos, el habérselo contado,
que ellos estén ahí, ¿te ha ayudado a
ser más valiente y superar todo esto?

No. Yo no me quiero apoyar en ellos.
Debo hacerlo en adultos, contar con mi
mujer, mis hermanos y mis amigos, que
han sido fundamentales. A mis hijos debo
procurarles cariño y protegerlos del dolor.
Esa es mi obligación.

El libro lleva la siguiente dedicatoria:
“A los que van a la batalla sin temor”.

Sí, Sótano octavo es un libro de batalla
y por ello se lo dedico a los que van a la
lucha todos los días porque me parece
que son los importantes. Ellos, a los que
conozco y a los que no, a los que son y
a los que están por venir, a aquellos que
piensan que no les va a tocar y les tocará
algún día, esos son mis héroes, mis personajes
favoritos, mis compañeros, esos son
mi casta social.

Hasta el fatídico día de otoño en el que
te diagnosticaron el linfoma, tu salud era
envidiable. Con cincuenta años tu presente
brillaba como nunca.

Sí, el 3 de noviembre de 2011, antes de
tumbarme en la camilla en la que tenía la
ecografía chivata, tenía muchos planes por
delante. No podía imaginar que el futuro
me tuviera preparada esta jugada tan intensa.
Entonces, cuando te toca la bola negra te
preguntas: “¿Por qué yo?”. Pero inmediatamente,
cuando ves a niños de la edad de tus
hijos en ciclos de quimioterapia, piensas: “¿Por qué ellos?”.
Finalmente, te acabas por preguntar: “¿Para qué?”.
Son preguntas muy difíciles…
He tenido que sufrir un cáncer para que, tras una larga
trayectoria profesional, haya hecho la primera pregunta
seria en todos mis años de periodista: “Doctor, ¿me voy
a morir?”. Lo he preguntado cuatro veces en mi vida.
Afortunadamente, la respuesta siempre ha sido agradable,
pero hasta la contestación hay un intermedio en que
lo pasas muy mal, porque te pueden decir “sí” o “no lo
sabemos”.

En ese trance quizá sea mejor no preguntar…

No. Como paciente yo siempre he querido saber la verdad.
La vida está llena de temores y yo necesitaba tener
esa información porque la respuesta: “Te vamos a curar”,
era para mí la parte fundamental y a partir de ahí me daba
igual estar mal, el cansancio, los vómitos o las noches sin
dormir porque sabía que íbamos a ganar.
asimilar, y no siempre es fácil hacerlo con
una noticia tan dura como esta.

¿Crees que esta enfermedad los ha
hecho madurar más deprisa, de una
forma especial?

Yo sé que a ellos les ha dolido. No sé si
han madurado más o no, eso habrá que
verlo con el tiempo, tendrán que pasar
años para saberlo, pero para los niños es
una faena ver a su padre herido. Es una
tragedia, un conflicto y sé que, por ejemplo,
en el colegio hay veces que no lo han
pasado bien. No es una experiencia fácil
y estoy convencido de ello porque siendo
yo muy poco mayor que ellos perdí a mi
padre y fue un trance muy amargo.

Mucha gente en tu situación no hubiera
optado por la transparencia. Algunos
incluso lo ocultan a parte de sus familiares
y amigos. ¿Qué les dirías?

Yo no puedo aconsejar ni condenar. Cada
uno hace aquello que le parece oportuno:
no somos nadie para juzgar a otro, y
menos cuando esa persona está pasando
por una experiencia tan terrible. Hay
gente más cerrada a la que le cuesta
muchísimo abrirse. Yo lo he visto en el
hospital. ¿Lo pasan mejor que yo? Pues
no, tenemos la misma enfermedad y tampoco
te curas mejor por ser más abierto.

Sin embargo, muchas veces verbalizar
lo que estás pasando funciona como si
fuera una terapia.

Sí, pero tampoco te creas que yo lo cuento
todo. Hay veces que no me apetece y
hay que tener en cuenta, además, que si
lo sobrecuentas te puedes convertir en
un latoso y en una persona que solo sabe
narrar batallitas sobre su enfermedad.
Un poco de dignidad siempre viene bien, un poquito de
presencia, estado de ánimo y la necesidad de pensar que
esto es una pelea muy larga, muy dura, y habrá días peores,
otros más cansados y que al final tienes que capearlo
como venga.

Después de dos años y medio en la batalla… ¿ha cambiado
tu relación con los niños?

No, en absoluto. Sí que es cierto que aprecias más a la
gente que quieres, ya que a veces piensas que te va a quedar
menos tiempo y disfrutas del día a día como no te
puedes imaginar. Pero para un padre los niños son igual
de encantadores e igual de pesados tanto si estás malo
como si no.

¿Han leído ellos Sótano octavo, el testimonio de tu
enfermedad?

Lo tienen dedicado, pero les he dicho que se esperen un
tiempo para leerlo. De todos mis libros, es el único que
tiene dedicado cada uno. No lo hice con Doce balas de Cañón, o con
El Amor Patético.

Amigos en el rellano
Además del cuaderno de
bitácora de un paciente,
Sótano octavo es un manual
sobre la amistad, la que
ha recibido a raudales su
autor y que supone “gran
parte de la recuperación”,
según explica en un relato
en el que la gratitud más
conmovedora comparte
líneas con el gracejo más
ladino. “A veces me han
dado ganas de convocar una
rueda de prensa como hacen
los toreros y los futbolistas,
para que me acompañasen
los médicos y se ocupasen
de las preguntas técnicas,
ya que mis amigos me han
llegado a hacer preguntas
imposibles de resolver
sin haber estudiado
Medicina y sacado el
número 1 en el MIR”. A
través de las páginas del
libro, descubrimos que la
sinceridad descarnada no
siempre es bien recibida
por el paciente, que la
complacencia no ayuda
nunca, y menos cuando
estás enfermo, y que hay
cosas que jamás se deben
preguntar.

Llevo bastante
mal que me pregunten por
los vómitos y me llama
mucho la atención que
alguien que jamás te ha
regalado flores te pregunte
si quieres que te lleve un
ramo al hospital”. Rafael
asegura: “Si hubiera anotado
las promesas de cañas y
comidas creo que habría
llenado la agenda para los
siguientes años”.

Un asunto de
ogros, hadas
y duendes

Una tarde, volviendo
de una comida familiar
con su abuela, Víctor
Martínez-Simancas
escribió aun sin saberlo
y a modo de prólogo, la
primera página del libro
que su padre publicaría
después: “Papá: sé que
lo tuyo es un asunto de
hadas, ogros y duendes.
Las hadas son el
sistema inmunológico, tu
médula. Los ogros son
el linfoma que ataca tu
sistema. Los duendes
son la quimioterapia.
Como las hadas no
pueden con los ogros,
llaman a los duendes
y luchan con ellos para
expulsarlos”.

Y ¿qué dices del personal que te trata?

Mi fe en el doctor Canales, mi hematólogo, es total.
Siempre he pensado que con el tratamiento de La Paz, el
trabajo de los médicos, enfermeros y auxiliares, y también
con mi aportación, tengo lo suficiente para ganar.
Para un periodista, acostumbrado a contrastar fuentes,

¿es peligrosa la sobreinformación?

Jamás he buscado mi enfermedad en Internet. Ante cualquier
duda, siempre le preguntaba a mi médico.
Utilizas sin pudor la palabra ‘cáncer’. A muchos les
hiela la sangre solo pronunciarla y prefieren referirse a
ella como “esa larga enfermedad”.
Esta enfermedad se llama ‘cáncer’ y luego tiene apellidos.
En mi caso es un linfoma. Nunca lo he enmascarado.
Creo que estás obligado a enmascarar sus consecuencias
en caso de que hagan daño, que molesten a otros o incluso
a ti mismo, pero no la palabra ‘cáncer’. La palabra cura y
la palabra ayuda, y también te puede solucionar un problema,
un conflicto. Si a las cosas no las llamamos por su
nombre, nunca tendrán una dimensión real.

¿Qué te llevó a plasmar en un libro tu testimonio
sobre cómo enfrentarte al cáncer? ¿Buscabas alivio, ayudarte
a ti mismo o quizá pensabas en auxiliar a los que
están en tu misma situación?

La literatura es literatura. A veces ayuda y a veces destruye.
Soy escritor y periodista y tenía la necesidad de
contarlo. Contaba con un buen material narrativo y era
una excelente ocasión. Sótano octavo no es un libro de
autoayuda. En ningún momento pensé que podría venirle
bien a alguien.

Sin embargo, ayuda… He oído que no hay semana en
la que no recibas varios mensajes de lectores a los que tu
relato ha consolado.

Sí, es muy curioso. Es un feedback de gente que ha pasado
por lo mismo, ellos en primera persona o algún familiar,
y también de profesionales de la medicina. Para ellos es
un material inédito, la visión de un enfermo desde el otro
lado. Entre las cartas de los lectores hay mucho agradecimiento
y también un sentimiento descarnado.

¿Cómo te ha cambiado toda esta experiencia?

Me he vuelto más sensible y ha cambiado mi manera de
acercarme a los demás. He colocado a las personas en
escalafones: de más cercanos a prescindibles. También
me ha depurado: el cáncer te hace separar más el trigo
de la paja, te permite saber lo que es auténtico, cuál es el
objetivo principal y qué es lo secundario. Y, sobre todo,
te enseña a perder el tiempo lo justito.
“Esta enfermedad te hace apreciar más a los que quieres,
logra depurarte y te permite saber lo que es auténtico ‘‘

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Entrevista para ABC

noviembre 27th, 2013 - Rafa en la prensa - Sin comentarios

(SUSANA GAVIÑA EN ABC/CULTURA)

Rafael Martínez-Simancas (Rute, Córdoba, 1961) lo tenía todo. Con cincuenta años recién cumplidos, era padre de dos hijos y disfrutaba de un carrera de éxito como escritor y periodista. Columnista en varios medios del grupo Vocento, director de la tertulia «De costa a costa» en Punto Radio, acababa de asumir la dirección del diario «Qué!». Sin embargo, un dolor en el estómago le llevó un día de otoño al médico. El diagnóstico:linfoma. Sí, tenía leucemia. El 3 de noviembre de 2011 cambiaría su vida de forma definitiva. «A partir de ese momento supe que podría correr o gritar pero el bicho iría conmigo, lo llevaba dentro, él era Alien y estaba dentro de mi tripa. La solución inteligente era pactar una convivencia pacífica porque sabía que para darle caña tendrían que pasar por encima de mí mismo; en efecto, así fue».

Desde entonces, Martínez-Simancas, al que poco tiempo después le dectectaron también un melanoma, ha pasado media docena de veces por la mesa de operaciones («iba camino de sacarme un bono-quirófano»). Los meses siguientes fueron un trasiego de ir y venir al hospital La Paz de Madrid, «donde me he montado en todos sus cacharritos», bromea. Todas estas vivencias las ha plasmado en un libro, «Sótano octavo» (Ediciones B), un lugar ficticio al que durante estos meses ha bajado en soledad para reecontrarse con su angustia y con su miedo; y donde solo el llanto le ha dado consuelo.

Restarle terror

Para Martínez-Simancas no se trataba de escribir un libro de autoayuda. «Quería que fuera útil para quien lo leyera, en la medida que pudiera restarle terror a algunas de las pruebas. Cosa que nadie te cuenta». El texto lo plantea a partir de tres preguntas: ¿por qué yo? ¿por qué ellos? y ¿para qué? «Es una enfermedad que me ha tocado a mí, y he querido contar mi propia batalla».

«En este libro hay muchas líneas dedicadas a pelear, a luchar, a confiar en la sanidad»
Y lo hace mirando a la enfermedad cara a cara, sin caer en la autocompasión. «Porque no tiene que estar. En este libro hay muchas líneas dedicadas a pelear, a luchar, a confiar en la sanidad que, en mi caso, es pública…».
Escrito «urbi et orbi», «Sótano octavo» está lleno de sentido del humor. «Es algo que aplico a todos mis escritos, todo lo que he hecho en la radio… Es la distancia inteligente. Algo distinto a la despreocupación, que sería irresponsable. Es algo que me ha salvado de muchas cosas». Un factor tan importante para el escritor que incluso en el libro confiesa un deseo:«Me encantaría que Ibáñez, a quien admiro mucho, publicara un libro sobre los “quimioterapiados”, y poder coincidir con él en la Feria de Libro».

¿Y yo qué hago aquí?

En «Sótano octavo», el escritor vierte también una mirada de optimismo ya desde la portada, una ventana abierta a la naturaleza –«elegida por el editor», matiza–. «Es una ventana a la luz, porque la mayor parte de las pruebas que nos hacen están en el sótano. De ahí el nombre de “Sótano octavo”, aquel al que bajamos los que tenemos cáncer. Ahí te pones a llorar y no te escucha nadie. Y te preguntas: ¿y yo qué hago aquí? Es un sitio tan jodido que o tienes tú la voluntad de emerger de ahí de una patada o…, porque al final quien más trampas te hace es tu propia cabeza».

También es «un gran libro de agradecimiento» a la familia, a los amigos, a los médicos… «A algunos que me han tratado como ángeles y otros con mucho cariño. Creo que en el trato personal hay mucho de la recuperación del enfermo».

Martínez-Simancas concluyó su historia literaria tras un autotransplante a finales de 2012. Hoy sigue luchando contra la enfermedad y se enfrenta a un «trasplante de donante. Lo que toca». ¿Es una novela épica? «Es una definición muy bonita, aunque mi hijo dice es una lucha entre ogros, hadas y duendes. Es una narración de un escritor y periodista que cuenta su propia batalla. Pero esto es algo que lo sufren todos los días miles de personas».

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Chat en Diariocritico.com

noviembre 26th, 2013 - Rafa en la prensa - Sin comentarios

» Lectora pregunta

Felicidades por Sótano Octavo, me ha emocionado su lucha y su forma de contarlo. ¿cual es el libro que le ha costado mas escribir, quiza este? Enhorabuena por fantastico trabajo y gracias

» Muy agradecido si lo considera el mejor libro que he escrito porque le prometo que le he puesto “la vida”, (nunca mejor dicho). Quería que fuera el relato de una enfermedad contada por un periodista y escritor al que envían a una batalla que es la que le toca librar contra el cáncer. En el libro hay muchas referencias literarias a autores que admiro y que me han hecho por dentro la persona que soy. La Litretura no sé si sana pero sé que salva de situaciones complejas.

» P.G. pregunta

Buenos días me ha encantado su libro y la defensa que hace de la humanidad de los médicos y enfermeras. ¿Qué recibimiento ha tenido entre la comunidad médica?

» Afortunadamente ha sido un buen recibimiento por parte de los profesionales de la Salud. Lo dice el doctor Canales en el prólogo: es el primer libro escrito por un enfermo que puede ayudar a los médicos. Algo de eso también cuenta el sicólogo Javier Barbero que traza una Guinda espectacular al final del libro. Por supuesto que también dedico una buena parte a la entrega de enfermeros, y enfermeras, que son quienes tratan contigo a diario y quienes mejor conocen tus reacciones. A ellos también les debo mucho.

» Paula pregunta

No es su caso pero hay tipos de cáncer que podrían evitarse con prevención. ¿Cree que la ciudadania esta “motivada” por las instituciones para lograr hábitos de vida que prevengan el cáncer? ¿Qué opina del empecinamiento por modificar la ley del tabaco? ¿Deberiamos poder fumar en sitios como casinos y salas de juego? Gracias

» La primera respuesta es de especialista, no soy médico aunque en el libro digo que me he convertido en “especialista en Medicina Nuclear… a nivel de usuario”. Motivados para prevenir el cáncer creo que estamos, otra cosa es que algunos no quieran modificar sus hábitos a pesar de estar avisados. Mi opinión a modificar la Ley del Tabaco no puede ser mas contraria, creo que no es sano fumar en espacios públicos. En cierta ocasión me tuve que marchar de un conocido restaurante de Madrid porque en la mesa de al lado se encendieron dos puros estupendos, (yo fumé puros también hasta que me diagnosticaron el linfoma, ahi quedó la ceniza para el recuerdo).

» Nico pregunta

¿En qué piensa uno para pegar el impulso que le devuelve del octavo sótano?

» En tu familia, en tus amigos, en tu trabajo… y en las ganas de querer contarlo sin necesidad de que otros lo hagan en un obituario, (por cierto el mío que tarde mucho y ya se lo tengo encargado a un amigo íntimo, al escritor David Torres). Del Sótano Octavo te saca la misma cabeza que te metió dentro si eres capaz de quitarte las trampas que caen encima, lógicas por otra parte.

» Carmen pregunta

Comunicar que uno tiene cáncer tiene que ser muy difícil. Por su profesión se habrá tenido que enfrentar a noticias muy malas y muy buenas. Si nos quedamos con estas últimas, ¿cuál es la mejor noticia que ha dado?

» Ya sabe que las noticias no son buenas, o malas, se clasifican por interesantes o menos. A muchas personas las “noticias buenas” se les convierten en una pesadilla, piense en los pueblos aislados por una nieve que celebramos todos. Si todas las noticias fueran “buenas” no existirían los directores de comunicación, (pequeña maldad). Disfruto mucho con las entrevistas y, creo que he podido dialogar con gente muy interesante que me ha aportado grandes titulares que luego he podido pasar a la radio, o al papel.

» Ana pregunta

‘Sótano octavo’ es un relato en el que usted narra una experiencia personal que puede ser útil para los enfermos y sus familias, pero no se puede calificar como libro de autoayuda porque en realidad huye de la autocomplacencia. Tampoco es un libro de medicina, en todo caso “a nivel usuario”, como usted dice. Y aunque es autobiográfico, en su biografía hay muchas más historias que por su bagaje profesional podrían resultar interesantes para el lector y además es muy joven para escribir su biografía. Por tanto, si usted fuera librero, en qué sección colocaría ‘Sótano octavo’.

» Excelente pregunta: ¡dónde mas se viera! En efecto no es libro de Medicina como lo he visto en cierto lugar. Es un relato en primera persona del singular de un sujeto muy singular que soy yo. Es literatura, narrativa y con un toque de humor importante.

» Paco Torres pregunta

Le agradezco sus menciones a las enfermeras y enfermeros que también trabamos por la Sanidad, compartimos objetivos con loa Médicos y pocas veces se habla de nosotros.

» Pues tiene usted toda la razón, los enfermeros y enfermeras son básicos en el tratamiento y en la recuperación del enfermo. En mi caso no tengo mas que palabras de gratitud para los que he conocido tanto en la Planta como en el Hospital de Dia: Alfonso, Carmen, Maite, y un largo etecé.

» Javier pregunta

No cree usted que el gran error de Anguita fue “compartir cama” con alguien como Aznar con el único propósito de acabar con Felipe?

» Pregunta por otro libro, por “El Tiempo y la Memoria” pero le respondo encantado: Julio siempre negó esa “cama” y a ello le dedica un capítulo entero que le recomiendo. Léase qué importante grupo de comunicación le pidió un encuentro “discreto” por los jardines de Moncloa con Felipe y él se negó. Lea, sin prisa, eh, sin prisa, cómo acabó aquel almuerzo en el restaurante de La Ancha en Madrid,. Por cierto, hoy 21 de noviembre es el cumpleaños de Julio, acabo de hablar con él. Es un buen amigo.

» PGT pregunta

Hola señor Simancas, q opina de la actual situación del periodismo español? Están condenados a desaparecer los periódicos de papel? ve futuro a los periódicos de Internet como este?

» Soy, creo, que buen contador de cosas pero mal gurú de tiempos futuros. El Periodismo me preocupa en cuánto se descapitaliza de gente con experiencia y trata mal a los que empiezan. Creo que es un oficio que sufre una grave crisis y que por algún lado tiene que salir aunque el coste en despidos es brutal. Internet mas que futuro es presente, y yo le deseo al periódico de mi amigo Fernando Jáuregui una larga vida. Por supuesto.

» Lola pregunta

¿Usted se medica en la sanidad privada o en la pública? ¿qué opina de los recortes en sanidad?

» En la pública, en el Hospital Universitario de “La Paz” en Madrid. Los recortes los noto porque las consultas están repletas y porque dónde antes había más médicos, o enfermeros, ahora hay menos y tienen que trabajar mas. Y, en otro orden de cosas: la calidad de la comida para los enfermos es bastante mejorable. No se ría si le digo que he llegado a comer “calamares de taxidermista”, buenos de aspecto pero terribles de sabor. Deben ser los recortes.

» Pedro pregunta

¿Ha continuado con su vida exactamente igual o han cambiado sus hábitos y costumbres desde que le diagnosticaron el cáncer?

» Mi vida es igual salvo cuando tengo tratamiento porque son varios días enganchado a un gotero con quimioterapia. Por desgracia sigo de baja pero estoy deseando regresar a mi trabajo, (eso sí. no dejo de escribir las columnas que me piden tanto en VOCENTO como en ABC, las escribo desde casa).

» Julián R. pregunta

¿Cuáles son sus referentes literarios? ¿Y los periodísticos? Muchas gracias y un saludo

» Literarios muchos, desde Quevedo a Jardiel pasando por Guillermo Cabrera Infante al que adoré en vida y ahora repaso con entusiasmo su último libro: “Mapa dibujado por un espía”. En Periodismo en general con todos aquellos con los que he tenido la suerte de trabajar y no han sido pocos: Carlos Herrera, Julia Otero, Iñaki o Luís del Olmo. Y déjeme que incluya a Félix Madero que aunque somos de la misma generación siempre me ha parecido un periodista espectacular. Y como columnistas: Umbral.

» Javier Blanco Urgoiti pregunta

Rafa, eres un ejemplo, estoy convencido de que cuando me lea tu libro, entre otras cosas, me voy a emocionar pero también reír. ¿Es así? A ver si nos vemos. UN abrazo

» Javier: ¿Aún no has leido el libro?, pues vaya negocio que he hecho con los amigos. Espero que la emoción aparezca en la lectura porque eso querrá decir que ha funcionado lo escrito. Eres un excelente lector así que espero tus comentarios. Un abrazo.

» Pilar pregunta

¿Cómo descubrió usted que padecía la enfermedad?

» Por un dolor de estómago brutal que me llevó a una ecografía en la que un tipo de bata blanca, y escaso tacto, me dijo: “espero por su bien que estas manchas sean linfoma y no cáncer de estómago, no me gustan nada”. Se me cayeron dos lagrimones importantes que aquel tipo fue incapaz de valorar. Por fortuna luego di con el excelente equipo del doctor Canales en La Paz, (la ecografía era de médico de consulta particular. Nada recomendable).

» Irene pregunta

¿Le afecta el copago de la farmacia hospitalaria como enfermo de cáncer? ¿Qué opina al respecto?

» Sí claro, pero no sé si entiendo la pregunta. La Farmacia la pago por tramos como todo el mundo, no así la del Hospital que es gratuita aunque cada vez limitan mas la entrega de pastillas lo cuál lo veo lógico. No me gusta que a nadie le recorten el tratamiento ni que tengan que pagar caras sus pastillas, eso me parece terrible.

» Santi pregunta

No creo que Cayo Lara tenga el mismo carisma que Julio Anguita pero todo parece indicar que en las próximas elecciones generales IU obtendrá los mejores resultados de su historia ¿Cuánto es culpa del señor Lara y cuánto del señor Rubalcaba?

» Para superar sus mejores resultados tendría que obtener mas de un millón doscientos mil votos que fueron los que obtuvo con Anguita. Si le vale como referencia Anson ya ha escrito sobre el retorno del Frente Popular, luego algo deben tener las encuestas. La pasividad de Rubalcaba es pasmosa, parece que nada vaya con él.

» Lucas pregunta

¿Qué aspecto de la enfermedad le ha costado más digerir?

» La quimioterapia cuando te cambia el sabor de los alimentos, cuando el agua sabe a metal es muy desagradable, créame. Había días en los que soñaba con beber un vaso de agua sin vomitarlo. Eso en cuanto al aspecto físico, al síquico lo peor es estar ingresado como “niño burbuj” mientars dura el trasplante de médula, un mes sin poder acercarme a mis hijos. Lo peor.

» Oscar pregunta

¿Cree usted uqe en la era de la información, la sociedad conoce lo suficiente sobre el cáncer?

» Mecanismos hay suficientes y asociaciones de enfermos muy bien organizadas. Me gusta que al cáncer se le ponga luz encima para quitarle miedos y restarle la parte negativa que tiene y que no podemos obviar.

» Juan Parrado pregunta

Creo que usted es uno de los columnistas más brillantes de la actualidad. ¿Qué otros columnistas me recomienda?

» Niego la primera parte pero se la agradezco, eh. Le recomiendo que siga a David Torres, a Ignacio Camacho, a Trueba. Tiene un filón de columnistas que manejan la actualidad con sentido crítico y con distancia de humor. En esos me identifico mas que en los que pontifican de tertulia en columna.

» Esther pregunta

Le he seguido mucho, y le sigo, en los medios. ¿Qué va a hacer cuando recupere el tiempo perdido en médicos?, ¿dónde le voy a poder seguir? Besos y que se mejore pronto.

» Pues espero volver a mi casa, a VOCENTO y a lo que dispongan mis jefes que para eso saben mas que yo. Tengo unas grandes ganas de ser “ex enfermo” y de recuperar la normalidad. Pero muchas.

» María Casas pregunta

Me preocupan los melanomas y veo que tuvo uno, ¿cómo lo descubrió? A mi madre le han quitado varios lunares pero afortunadamente sin importancia pero le tienen dicho que no tome el sol.

» Pues hay que tener cuidado con el sol, sobre todo los que somos rostro-pálidos. Me lo descubrió Antonio Torrelo, en una revisión ordinaria en su consulta y él me desvió a la doctora Marta Feito que es una joven eminencia en melanomas en “La Paz”. En mi caso fue un pequeño lunar que se puso a sangrar.

» Juan pregunta

Me ha emocionado especialmente lo que cuenta de Víctor, su compañero de habitación, ¿de verdad que somos girasoles?

» Me alegra que le guste ese capítulo, Víctor fue un compañero extraordinario, (enamorado de su mujer a la que veía como la mas guapa a pesar de tener ambos ochenta años y de padecer demencia senial en el caso de ella. Decía: “¿a que es la mujer mas guapa del mundo?”. Somos girasoles, en efecto, siempre buscamos la luz venga de dónde venga.

» Ángeles Vázquez pregunta

Hola Rafa: ¿Qué tal fue tu experiencia en el Sáhara? Recuerdo que el Dr. Peris, mi maestro en Entomología, le dedicó una especie de mosca a tu padre. Siempre hablaba de vuestra familia con agradecimiento, admiración y cariño. Un abrazo,

» Peris era un gran persona y eminente cátedro, un tipo con sentido del humor muy contagioso. El Sáhara para mi… fue mi arranque de adolescencia, no lo puedo olvidar porque de hecho él tampoco me olvida a mi y regresa en forma de amigos o cuando las noches de verano bajan las estrellas un poco. Tuve la suerte de jugar en un patio inmenso, de tierra pero en el que nadie te regañaba por darle patadas a un balón como pasaba en Madrid.

» Sara pregunta

En un precioso aforismo, Fernando Pessoa escribió: “Llevo en mí todas las cicatrices de todas las batallas que evité librar”. Tu libro, además de testimoniar la valentía de enfrentarse a esta enfermedad, también enseña a afrontar los miedos y anima sacar a la luz asuntos que nos bloquean y que preferimos mantener ocultos y no mirar. ¿Alguna vez pensaste mientras escribías “Sótano octavo” que además de ayudar a los “quimioterapiados” y sus familias, podrías estar auxiliando también a aquellos que no quieren librar batallas en otros aspectos de la vida? Gracias y enhorabuena por ese fantástico libro.

» Dice mi amiga Begoña Aranguren que los “hombres marcados gustan mas”. No lo sé. Llevo encima cicatrices de torero, de hecho me falta la cadena de ganglios completa de la ingle izquierda y parece una cornada en la femoral. El libro “Sótano Octavo” no es de autoayuda pero en lo que pueda ayudar a otros a vivir mejor lo doy por bueno. Que nada nos limite el derecho a sentir, a vivir, a saborear esto tan preciado y que pasa tan deprisa. Carpe diem, recuerde,

» Emilio Martínez pregunta

Gracias en nombre de Diariocrítico

» Gracias a los lectores de este chat que de manera tan amable han contactado conmigo. Les espero en las páginas de Sótano Octavo, de Ediciones B. Y, si tienen dudas, el autor responde en correo@rafaelmartinezsimancas,com ¡Buen día para todos!, ha sido un placer.

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Sótano Octavo

noviembre 8th, 2013 - Rafa en la prensa - Sin comentarios

AUTOR: DAVID TORRES
MEDIO: PUBLICO.ES
FECHA: 8 DE NOVIEMBRE 2013

En sus Seis propuestas para el próximo milenio, un libro que hay que leer y releer, Italo Calvino defiende la ligereza en oposición a la gravedad, una lección que nos viene de fábula a los españoles, que somos un pueblo grave por definición, un pueblo rimbombante y barítono. Para explicar el concepto de ligereza, Calvino se inventa a un pintor chino, Chuang Tzu, a quien el emperador le encarga pintar un cangrejo. Chuang Tzu pide cinco años porque es un encargo difícil. Pasados esos cinco años, el emperador pide ver su cuadro, pero Chuang Tzu le dice que todavía se está preparando y solicita otros cinco años de prórroga. Al final, tras diez años de espera, el emperador vuelve a visitar a Chuang Tzu y el pintor coge el pincel, se dirige al lienzo en blanco y, de un solo trazo, dibuja un cangrejo, “el cangrejo más perfecto que jamás se haya visto”.

Es lo que ha hecho mi amigo Rafael Martínez-Simancas: pintar el cangrejo más terrible de nuestra época prácticamente de un plumazo en un libro redondo y perfecto, Sótano octavo, que es un soberbio corte de mangas al cáncer, al miedo y a esa seriedad tan española. A Rafael le diagnosticaron un linfoma va ya para dos años y este libro es la crónica de su lucha contra la enfermedad y su paso por los diversos viacrucis hospitalarios, un calvario que Rafael relata con una alegría formidable y un humor quirúrgicamente incorrecto, porque puede hacer saltar los puntos de las carcajadas. De hecho, Sótano octavo, más que un libro, es un balón de oxígeno, un chaleco salvavidas, una herramienta diseñada para ayudar a otros enfermos a encontrar un camino en ese país angustioso y desolado del cáncer, a enseñarles que de allí se sale y que su obligación, como la de los prisioneros, es escapar cuanto antes.

A Rafael lo conozco desde hace unos cuantos años y lo veo reflejado en cada página con esa sonrisa enorme de niño que nació ya pivot y esa chufla gamberra de los motoristas todoterreno que se sacan el casco y amanecen calvos. Pero siempre me dejará estupefacto y admirado su facilidad de palabra, ese virtuosismo de pintor chino con que lo mismo se saca de la manga una columna que una biografía de Julio Anguita que un resumen de noticias y que lo lleva a encontrar siempre el lado más luminoso de la vida, como cuando dice en un momento del libro que, con las operaciones que lleva encima, lo más práctico es sacarse un bono-quirófano.

Una vez acompañé a Rafael al cerro de Igueriben, donde él hizo la promesa de escribir una novela a la memoria del coronel Benítez y los trescientos valientes que murieron defendiendo la retirada de las tropas españolas en Annual. En sus momentos de desánimo, Rafael baja del cerro de Igueriben hasta el sótano octavo, donde nadie puede acompañarlo, ni los médicos, ni las enfermeras, ni los amigos, ni los familiares, ni nadie: ese lugar que es el último círculo de la soledad, la bóveda más profunda del miedo, pero en seguida sube con su pincel de pintor chino a animar a amigos, familiares, médicos y, sobre todo, a los demás enfermos empitonados por las cornadas del cáncer.

Este libro, parido entre las punzadas y las cicatrices, la convalecencia y el lento goteo de la quimioterapia, parece escrito a pleno sol, en la atalaya de Igueriben, ese día en que, como nos tenemos prometido, volveremos juntos una vez más a contemplar el mar de África.

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La enfermedad que sabe a cobre

octubre 19th, 2013 - Rafa en la prensa - Sin comentarios

(“COLPISA“, VOCENTO, sábado 19 de octubre 2013)
Autor: Antonio PANIAGUA

Al periodista Rafael Martínez-Simancas le dieron hace casi dos años una mala noticia. La ecografía mostraba unas manchas preocupantes que acabaron revelando su peor faz: un linfoma, un cáncer en la sangre. Desde entones hasta mayo de 2012 el escritor e informador ha pasado por seis sesiones de quimioterapia y visitado cinco veces el quirófano.

Cuando le confirmaron que padecía un linfoma no Hodking tipo B folicular grado 3 se le quedó cara de pánfilo. No entendía el galimatías. Después le explicaron que su cáncer era de “evolución lenta pero enormemente agresivo”. Su primera reacción fue pensar por qué precisamente él. Y a continuación se hundió en el desconsuelo, en “un paisaje lunar en que eres el único habitante”. Pero una vez superado el primer golpe, Martínez-Simancas ha hilvanado un relato valiente y bienhumorado sobre su lucha personal contra el cáncer. El resultado es el libro ‘Sótano octavo’ (Ediciones B), con el que intenta ayudar a otros pacientes que se encuentran en el mismo trance.

Nada más saber que padecía un linfoma, Martínez-Simancas tomó conciencia de su soledad. “A partir de ese momento la vida ya no es igual. Te condiciona, te obliga a pasar por unas revisiones periódicas, a controles de sangre casi semanales, con el temor siempre a una posible reincidencia”, asegura.

La quimioterapia tiene consecuencias ambivalentes: arrasa con células sanas y malignas. Se lo dijo una doctora a Simancas con un toque de candor: “te ponemos malito para luego poder curarte”. Aparte de los daños y efectos secundarios, lo malo es que el “chute de quimio” le dejaba al escritor un sabor metálico en la boca. “La quimio cambia el sabor de las cosas, sobre todo del agua, que empieza a saber a metal. Ahora no puedo soportar el olor del embutido ni del jamón. Hay gente, sin embargo, que lo lleva muy bien”. Dice la verdad Martínez-Simancas cuando asevera que hasta una tortuga puede parecer ágil al lado de un paciente enganchado a ese gotero que libera un líquido naranja. La exministra de Exteriores Ana Palacio le confió al autor que después de una de esas sesiones se encontraba como si hubiera aterrizado en Marte.

Cuando a uno le diagnostican un cáncer, aparte de ese descenso al “sótano octavo”, el enfermo se tiene que armar de paciencia ante las preguntas absurdas que le plantean los amigos. Desde “¿te sientes mal?” a “¿quieres unas flores?”, las inquietudes de los allegados por el bienestar del paciente rozan el humor surrealista.

Lidón, la mujer de Martínez-Simancas, se hizo con una carpeta color lima para guardar los papeles de la enfermedad, los informes, las altas, los análisis y citaciones. Pronto la carpeta empezó a engordar y se hizo tan voluminosa que necesitó apartados y archivadores, de modo que unos documentos remitían a otros y crecían como las matrioskas. En esta historia clínica improvisada están recogidos la aparición en el cuello del primer ganglio centinela, gracias al cual se sabe la tipología del linfoma, la operación para extirpar un melanoma o el expediente en que le prescribían la realización de un autotrasplante de médula ósea. Como dice el propio afectado, a punto estaba de adquirir un ‘bono-quirófano’.

Pese a que no es el mejor lugar para hacer conocidos, en el hospital se acaban haciendo buenos amigos. El periodista conoció en el hospital La Paz de Madrid a un hombre extraordinario. Se llamaba Víctor, era octogenario, tenía leucemia y estaba muy enamorado de su esposa, una mujer con la mente desvaída por el alzhéimer. De su pensión vivían él, su mujer, su hija, el marido y dos hijas. Víctor murió y dejó como legado a Martínez-Simancas una de sus piedras, porque le gustaba coleccionar minerales. “Quería morirse y lo logró a pesar de que dejaba aquí a la mujer que más le había gustado en su vida y que, tocada por el alzhéimer, le olvidaría muy pronto por desgracia. Los girasoles no viven mucho tiempo”, escribe el autor.

También ha conocido Simancas a médicos y enfermeras dignos de un homenaje. Ha abusado de la confianza de María Alcocer, una buena doctora y amiga reencontrada al cabo de los años a quien Simancas asaetaba a preguntas sobre sus síntomas y evolución.

Estando postrado en la cama y siendo asiduo visitante de la sala de hematología, uno aprende a apreciar el valor de las pequeñas cosas. Desde la alegría por el viernes que preludia el fin de semana hasta el gusto por vestir un pijama propio y no esos trapos tan desangelados que el hospital procura a los pacientes. El testimonio de Rafael Martínez -Simancas acaba con su autotrasplante y la recepción de una “médula tierna”. Lo que acontece después está aún por escribir.

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Bono no vuelve

septiembre 22nd, 2007 - Rafa en la prensa - Sin comentarios

Por: Jose Luis Gómez

El ex ministro José Bono, uno de los más genuinos representantes de la corriente españolista del PSOE, dice ahora con su particular gracejo que él no vuelve porque nunca se ha ido. Caído en desgracia del mismo modo que Francisco Vázquez, Rodríguez Ibarra o Rosa Díez, difícilmente compatibles con el modelo de Rodríguez Zapatero, el ex presidente castellano-manchego parece encaminado ahora a suceder a otro paisano suyo -Manuel Marín- como presidente del Congreso, en el caso de que los socialistas revaliden su mayoría. Quizá sea ésta la principal razón por la que ZP tolera su vuelta, necesitado como está de reconciliarse con una parte del electorado socialista que rechaza sus escarceos con los nacionalistas periféricos. Bono, en ese sentido, es toda una garantía para que la E de Ej-paña reluzca en el nombre del PSOE.

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El amor en tiempos del juez Torres

mayo 6th, 2007 - Rafa en la prensa - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Zapatero hizo lo que pudo. Dispuso la conjunción de los astros para que pariera Doña Letizia y metió a la Pantoja en chirona, pero ha servido de poco. El clima preelectoral está rabioso, como después lo estarán el electoral y el poselectoral. La crispación lleva camino de convertirse en una enfermedad crónica. Yo misma, ejemplo de mansedumbre donde la haya, me siento profundamente contagiada. En otras palabras: estoy que muerdo.
Pero que no se diga que no lo hemos intentado. Hasta Sarkozy y Royal pusieron el otro día su granito de arena con un debate que sedujo a la audiencia española. Sin olvidar a JoséMaríaAznar, que no quería ser menos y glosó las virtudes del vino con un canto a la libertad -qué digo libertad: ¡libertinaje!- en un gesto de arrojo sin precedentes. A-mi-me-gusta-el-pi-pi-ri-bi-pi-pí. Bueno, pues ni por esas.

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Intereconomía Televisión presenta su programación

septiembre 11th, 2006 - Rafa en la prensa - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Intereconomía Televisión, el canal de información económica que emite en el dial 73 de Digital+, en mundoplus.tv era mundoplus.tv res de cable, Imagenio y en el canal 39 de la TDT de Madrid, se renueva técnicamente para ofrecer mundoplus.tv a mayor calidad de imagen. Tras el esfuerzo realiza mundoplus.tv , la nueva temporada supone la consolidación de la nueva fórmula de conteni mundoplus.tv s establecida. Además, se ampliarán las sinergias entre Radio Intereconomía e Intereconomía TV para reforzar los conteni mundoplus.tv s Intereconomía Televisión pertenece al grupo desde mayo de 2005 cua mundoplus.tv o el canal Expansión TV fue ve mundoplus.tv i mundoplus.tv .

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Triste y sola (crónica de Marbella de Carmen Rigalt)

agosto 10th, 2006 - Rafa en la prensa - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Sólo llevo tres días en Marbella, pero dentro de mí se ha instalado una sensación de perplejidad que ya no me abandonará en todo el verano. Es como si asistiera al fin de una época. Marbella agoniza y la gente se marcha sacudiéndose el polvo de los zapatos. Huyen las ratas, y a lo lejos suena un eco que se estrella contra el canto del muecín: ¡maricón el último! Esto se contagia. Hoy me he levantado dispuesta a comprar información para ilustrar la decadencia. Aviso: 50 euros por cada negrita. Si la negrita pertenece a Pedro Román o a Carlos Fernández y trae foto adosada, triplico la oferta. Pero tranquilos, que soy de buen conformar. Me vale Mayte Zaldívar en picardías o Pantoja con cara de perro. También ‘Paquirrín’ en tanga (aunque no me haré cargo de la indemnización por daños y perjuicios a la sensibilidad de los lectores). O Bárbara Rey comiéndose un croupier por los pies (todas las noches, en el casino, se zampa alguno).

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Enseñar el plumero/ POR CARMEN RIGALT

julio 23rd, 2006 - Rafa en la prensa - Sin comentarios

Por: EDITORIAL / REDACCIÓN

CARMEN RIGALT El disfraz es una cosa muy seria. Todos los políticos, cuando están en el ejercicio del poder, tienen problemas a cuenta de sus disfraces. No lo digo por Zapatero, a quien durante meses hasta le dio apuro ponerse el traje de ir al Parlamento. Hablo en general. Dudo que exista un solo político capaz de resistir la tentación del disfraz. En el caso de los políticos españoles se trata de una tentación enmarcada en la memoria etnográfica del árbol de familia (rama trajes regionales). Los políticos de antes se ponían la barretina o el sombrero cordobés. Entonces aún no existía el exotismo porque sólo cultivábamos los viajes de cercanías. Pero la globalización estaba ya germinando en los kilométricos de los jóvenes interrail. Cuando la vida abrió nuevos destinos turísticos, la política se convirtió en un desmadre de ponchos, chilabas, gorritos esquimales y guayaberas de flores.

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