(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 25 de noviembre 2012)
Suele pasar: que Roma diga lo que quiera porque luego aquí haremos lo que nos convenga, y si el Papa asegura que no hubo ni mula ni buey eso no impide para que el portavoz de la Conferencia Episcopal recomiende “el Belén de toda la vida”. Martínez Camino anima a que los nacimientos tengan mula, buey, río de plata y estrella recortable sin entrar en detalles de si fue una Supernova o qué diantres cruzó el cielo.
Tampoco pasa nada por mantener una iconografía que quizá no responda con exactitud a lo que ocurrió entonces; si nos ponemos tiquismiquis se monta un ERE entre las figuritas del Belén en el que no se salva ni Herodes. Tanto la mula como el buey no tienen la culpa de un revisionismo histórico aplicado a su máxima potencia, si nos ponemos estrictos nos cargamos el mito y siglos de trabajos de expertos belenistas que durante todo el año trabajan para crear la ilusión de la Navidad. Ni la irrupción de los abetos artificiales ha logrado borrar del todo la presencia de los nacimientos, quién más y quién menos se cree experto en construir montañas con papel de embalar y cajas de zapatos. Esto del Belén es como el arroz: cada uno tiene su punto casero.
La mula y el buey no estuvieron según dice Benedicto XVI que de Teología sabe, es su campo. Pero aunque lo diga y sea un hecho cierto tampoco se les va a retirar el saludo. Mula y buey se han ganado un lugar a través de la tradición, en otro caso tendríamos que renovar también los villancicos y a un mes escaso de la Navidad no da tiempo a corregir la letra de la burra que va a Belén “rin-rin”. Podemos aplicar el criterio de defensa del abogado de Ángel Acebes con su cliente: “está en este proceso de rondón”. Es verdad, de rondón están mula y buey sin molestar a nadie porque aún no siendo una verdad histórica son figuras que se han ganado su puesto. La eximente “de rondón” no se contempla en el Código Penal pero no son pocas las costumbres que se consolidan con el paso del tiempo y que tuvieron un origen absurdo. No tardaremos en escuchar al abogado de Urdangarín decir que también su cliente estaba “de rondón” en esos negocios que tantos disgustos le dan ahora, (antes fueron beneficios pero de eso se han olvidado).
Desde luego como marketing para vender el libro del Papa ha sido excelente pero de ahí a cambiar la iconografía navideña o retirar cuadros de los museos por falta de rigor histórico va un abismo. Tampoco hará falta que supriman mula y buey del tradicional nacimiento que aparece detrás del rey en el discurso de Navidad. Con haber quitado la foto de Urdangarín es suficiente, (ése sí que se coló “de rondón” en el marco de plata).
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